Kiara
—¿Qué es eso? —preguntó Alexia al ver que extraía una bolsa de plástico negra de mi bolso.
Abrí la bolsa y tomé el peluche que había dentro para quitarle el precio.
—Mmh... antes de llegar a la editorial pasé al supermercado para comprar unas cosas que me hacían falta y al andar por los pasillos, me topé con esto. —Acaricié la cabeza del Monstruo Come Galletas que yacía entre mis manos—. Me recordó a Vincent y decidí comprarlo—. A él realmente le gustaban los personajes de Plaza Sésamo, así que no dudé ni siquiera un segundo al comprarlo en cuanto lo vi.
Miré por el rabillo del ojo que Alexia asintió con su cabeza como respuesta y segundos después, detuvo el auto cuando el semáforo estuvo en rojo.
—Vas muy en serio con eso de ser amigos, ¿no?
—No entiendo por qué lo dices —respondí mientras luchaba con la etiqueta al quitársela.
Emitió el suspiro de una risa, irradiando incredulidad.
—No has dejado de hablar con él desde aquella vez que fueron a la galería.
Justo en ese momento, la canción que sonaba en el estéreo terminó y los segundos que pasaron para que una nueva empezara parecieron eternos. Solté el aire que aparentemente mis pulmones estaban conteniendo de manera inconsciente cuando una nueva canción sonó, al mismo tiempo que el semáforo cambiaba a verde.
—¿Cómo sabes que es él con quien he estado hablando?
—Te la has pasado pegada a tu móvil toda esta semana y no es difícil suponerlo por la cara que pones cada que estás escribiendo algo —dijo mirando atentamente la vialidad al conducir.
—Muy bien, sí. Sí es con él, pero no es por lo que tú crees —me apresuré a responder.
Enarcó una ceja a la par que sonreía burlonamente.
—¿No?
—¡No!
—¿Y qué es lo que yo creo, según tú?
—Pues que nos estamos escribiendo con la finalidad de... ¡no sé! Ser algo más que amigos, o algo así.
Si bien, si habíamos estado platicando demasiado durante estos días, no era para tanto. Solo nos contábamos lo que hacíamos día con día y, en ocasiones, nos hacíamos una que otra pregunta de interés personal. Tipo: qué tipo de películas te gustan, cuál es tu comida favorita, y esas cosas.
—Yo nunca insinué nada —contestó con la inocencia deslizándose en cada palabra.
—Pero sé que lo estás pensando.
Negó con la cabeza aún con esa sonrisa incrédula adornando su rostro y luego de unos minutos, llegamos a la casa de Andrew.
—Voy a salir de nuevo con él este viernes —confesé cuando apagó el auto.
—¿Muy bien? —me preguntó dubitativa.
—¿Sí?
Frunció el ceño y me miró extrañada.
—¿Por qué se siente como si me estuvieras pidiendo permiso? —dijo divertida.
Solté una carcajada.
—¡No es eso! Es que se supone que me quedé más días para recuperar el tiempo que habíamos perdido la última semana y... no sé, tal vez no sea correcto que salga con él ese día.
—Ambas sabemos que no somos quien para juzgar lo que es o no es moralmente correcto —respondió desabrochándose el cinturón—. No cuando se trata de ellos. Así que mi deber es decirte que no pasa nada y que aproveches la oportunidad. Una oportunidad que es una en un millón.
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Bajo la luz
RomanceAquellas personas que estén unidas por el hilo rojo están destinadas a convertirse en almas gemelas, y no importa cuánto tiempo pase o las circunstancias en las que se encuentren, están destinadas a vivir una historia valiosamente vital. Puede que n...