CAPÍTULO 40

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Alexia

—¿Crees que su plática haya valido la pena? —me preguntó Andrew cuando pulsé el ícono para que la llamada con Kiara finalizara. Acaricié la cabeza de Wonder, la cual estaba apoyada en mi regazo.

—Eso espero. No puedo apostar por lo que vaya a hacer los próximos días, pero sé muy bien que sí la hice pensar en muchas cosas. Creo que también se ha dado cuenta de sus errores, así que creo que mi labor ahí ha terminado.

Suspiró.

—Bueno... —Se inclinó hacia la mesa de centro que había frente al sofá y tomó el control remoto del televisor—. Ojalá algo bueno salga de todo esto. ¿Debería decirle a Vincent que tú ya platicaste con Kiara?

Negué con la cabeza rápidamente.

—No, amor. —Continué acariciando a Wonder—. Creo que nosotros ya nos entrometimos lo suficiente. Más de lo que deberíamos, me atrevería a decir. A partir de ahora nos mantendremos al margen de la situación y solo nos meteremos si ellos nos lo permiten.

Andrew encendió el televisor y comenzó a pasar de canal.

—¿Por qué ahora piensas así?

—Me tomé como broma el enojo de Kiara al saber que yo le pasé cierta información a Vincent, pero creo que, como amiga, además de que sí quería ayudarla y mis intenciones fueron completamente buenas, puede que de cierta manera la haya traicionado. Yo no quiero problemas, Andrew. Mucho menos con ella. Prefiero que nos quedemos al margen. Eso es todo.

Su brazo rodeó mis hombros, atrayéndome hacia él.

—Esta bien, nena. Nos mantendremos al margen.

Le sonreí como respuesta y deposité un pequeño beso en el ángulo de su mandíbula. Un beso que fue áspero debido a su creciente barba.

—¿Cómo te fue hoy en la editorial? —pregunté al separarme.

—Bien. Creí que sería más sencillo y sobre todo más rápido, pero está siendo jodidamente tedioso. He estado leyendo cada capítulo una y otra vez. Ya estoy harto.

Solté una pequeña risa.

—Pero sé que valdrá la pena, amor. Hace rato pasé por el estudio y alcancé a oír tu lectura. He de reconocer que sabes bien como narrar una historia. El matiz de tu voz atrapa.

Me miró con una ceja arqueada que reflejaba su incredulidad.

—¿Me estás diciendo esto como editora o como mi futura esposa? Porque si lo estás diciendo como mi futura esposa no tiene credibilidad tu comentario. No estás siendo objetiva.

Las mariposas que nunca han desaparecido de mi estómago desde que lo conocí comenzaron a aletear en mi interior. Antes, el término "esposa" me daba tanto miedo que llegue a creer que nunca pasaría, porque yo me encargaría de evitarlo contra viento y marea. Pero oírlo decirlo a él y refiriéndose a mí... era una cosa totalmente diferente.

—Te lo estoy diciendo como editora —aclaré—. Aunque, puede que el estar tan enamorada de ti me tenga además de ciega, sorda.

Soltó una carcajada y me dio un pequeño empujón en mi hombro con el suyo.

—Eres como un libro que a veces siento que jamás terminaré de leer.

«Ojalá» pensé. «Ojalá esto jamás se terminé».

Andrew siguió pasando de canal en canal, hasta que apareció uno donde estaban proyectando "La Guerra Taumatúrgica". Estaba a punto de decirle que la viéramos cuando él rápidamente y sin aviso, decidió cambiar de canal.

Bajo la luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora