Alexia
¿Cómo le hago entender a mi yo de hace diez años que Andrew Fenn está justo enfrente de mí y quiere compartir la mesa conmigo? Ni en los mejores escenarios que solía crear en mi mente llegué a imaginarme semejante situación. Porque claro, mi yo adolescente había fantaseado múltiples veces con conocerlo, y la parte de mí que ya se había resignado a que esta escena jamás pasaría, no sabía cómo manejarlo.
Sus ojos azules me miran fijamente en búsqueda de una respuesta que por más que me esforzaba en dar, no lograba salir de mis labios.
—¿No piensas contestar la llamada? —preguntó con una sonrisa burlona.
¡Claro! No sé cómo es que no me había dado cuenta de que mi alarma aún seguía sonando.
Bajé la mirada para encontrar mi móvil y con unos movimientos torpes detuve por fin el sonido que emanaba de él.
—¿No era una llamada? —preguntó de nuevo.
Por dios, que ser tan más preguntón.
—Era una alarma. —finalmente respondí.
—Ya veo... ¿Puedo sentarme entonces? —volvió a señalar la silla en cuestión.
—Adelante. —le indiqué con mi mano el lugar disponible frente a mí.
Que me perdone Kiara y el proveedor, porque seguramente entraré tarde a la reunión. Pero ¿cómo le voy a negar a Andrew Fenn que comparta una mesa conmigo? Eso no es opción.
—Me tomé el atrevimiento de traer un café para ti. —deslizó el vaso sobre la mesa, hasta dejarlo a mi alcance—. Espero que te guste.
Sin responderle, tomé la bebida y la probé. Era americano, pero sin crema y sin azúcar.
—Mmm... no está mal.
—¿Pero? —preguntó, arqueando una ceja.
—Pero, suelo tomarlo de otra forma. —encogí los hombros.
—Parece que tendré que averiguarlo. —sonrío—. Creo que no me presenté como se debe. Soy Andrew Fenn. —extendió su mano en espera de que la estrechara.
Gran introducción de su parte, qué amable. Pero ¿Quién no sabría que es Andrew Fenn? Aunque no seas su fan, todas las personas en este mundo por lo menos lo ubican. Yo lo ubico, desde hace muchísimo tiempo.
¿Cómo debería presentarme? «Hola, Andrew. Fui tu fan #1 más sosa que puedes conocer en todo el planeta. ¿Qué tal? ¿Cómo te va?»
No. Por supuesto que no.
—Alexia Ferrer. —acoté, estrechando su mano.
Pero ¿Alexia Ferrer? ¿Quién? Como si mi nombre fuera lo suficientemente famoso como para destacar.
—No es que juzgue tu acento, pero puedo notar que no eres de aquí. —insinuó, dándole un sorbo a su bebida.
—Soy de México. —respondí, mientras la yema de mi índice rodeaba la tapa del envase.
—Vaya. ¿Se puede saber qué es lo que te trajo a Londres?
—Asuntos de trabajo. —acoté con tono neutral. Supongo que no es de su conocimiento el nombre de la persona que traducirá su libro y con quien tendrá reuniones por el mismo más adelante, porque no hizo gesto alguno que me indicara que conocía mi nombre cuando me presenté.
Volteé para ver alrededor de la cafetería y después miré la calle a través de los ventanales para buscar a algún periodista, pero no había nadie. Cosa que me hacía preguntarme cómo es que él estaba en una cafetería aleatoria y no tenía a la prensa atrás de él.
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Bajo la luz
RomantizmAquellas personas que estén unidas por el hilo rojo están destinadas a convertirse en almas gemelas, y no importa cuánto tiempo pase o las circunstancias en las que se encuentren, están destinadas a vivir una historia valiosamente vital. Puede que n...