CAPÍTULO 26

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Alexia

Me removí entre las sábanas cuando las cortinas fueron deslizadas, permitiendo que los rayos de luz se estrellaran directamente en mi rostro.

—Despierta, nena. Ya es hora de levantarse. —Escuché sus pasos andar por toda la habitación, mientras para mí era bastante difícil abrir los ojos. Seguía muriendo de sueño.

—Cinco minutos más —murmuré girándome sobre la cama y arrebujándome aún más contra el edredón.

—Llegaremos tarde al club. —Se dirigió al cuarto de baño y escuché el flujo del agua comenzar a correr.

—Tú siempre llegas tarde a todos lados —objeté, alzando la voz para que lograra escucharme.

Escuché el sonido característico de su carcajada aumentar su intensidad debido al eco del baño y sus pasos se fueron acercando hasta situarse de mi lado de la cama.

—Anda, cariño. —Haló las sábanas hasta dejarme totalmente descubierta—. Es hora de tomar un baño.

—No quiero, hace frío —me quejé—. ¿Por qué accediste a ir al club? —Finalmente abrí los ojos y lo encontré de pie a un lado de mí, mirándome atentamente mientras su cabeza se encontraba ladeada y una preciosa sonrisa adornaba su rostro.

—Básicamente tú fuiste la que decidió que fuéramos, cariño —respondió con tono burlón.

Hice una mueca al recordar que tenía razón. Me senté sobre mis rodillas y rodeé su cuello con mis brazos.

—No me dijiste buenos días —le reproché.

Soltó un suspiro a manera de risa.

—Tienes toda la razón, que maleducado fui. Buenos días, nena. —Se inclinó un poco para presionar sus labios contra los míos en un fugaz beso y aprovechó el ángulo en que nos encontrábamos para tomar mi espalda baja entre sus manos, cargándome y haciendo que mis piernas se enredaran en su cintura.

—¿Qué haces, Andrew? —pregunté desconcertada cuando noté que me llevaba al cuarto de baño.

—Ayudándote para que finalmente tomes un baño. —Intentó bajarme al llegar a la bañera, pero se lo impedí, estrechándome firmemente contra él.

—¿Tú ya te duchaste? —pregunté acomodando su cabello que, al estar en un lugar con mucha iluminación, hacía que se viera mucho más rubio que de costumbre.

—No. Así que date prisa porque todavía falto yo. —Intentó bajarme de nuevo, pero el agarre entre su cuello y su cintura por parte de mis brazos y mis piernas respectivamente se intensificó aún más.

—Dúchate conmigo —propuse aún aferrada a él. Me dedicó una mirada llena de malicia que comprendí perfectamente bien—. Me refiero a solo tomar el baño —aclaré—. Ya tuvimos suficiente actividad anoche, cariño.

Y vaya que sí. Luego de llegar de la fiesta y una vez que nos encontramos solos en la habitación, Andrew sentía aquella necesidad de saciar sus celos debido al problema que hubo con uno de sus amigos, aunque todavía no lograba entender porque le había afectado tanto si el tipo estaba completamente ebrio y se dirigía hacia mí como si yo fuera otra persona. En fin, terminamos durmiendo sumamente tarde luego de que la posesividad se apoderara de su raciocinio.

—Acepto tu oferta. —Accedió rápidamente y esbocé una sonrisa victoriosa—. Solo porque ya vamos tarde, no te ilusiones —aclaró sonando tan arrogante como pocas veces lo era.

Finalmente dejé que me bajara de su regazo y alcé los brazos en cuanto sentí sus manos deslizar hacia arriba la camiseta que me había puesto para dormir, pero que era suya.

Bajo la luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora