CAPÍTULO 11

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Alexia

Desperté al día siguiente gracias a los rayos del sol que se colaban a través del ventanal que había en mi habitación.

Tenía la sensación de haber descansado como se debe, luego de un fin de semana de locos. Pero, aun así, quería seguir tumbada en mi cama por el resto del día.

«Solo cinco minutos más.» Pensé luego de darme la vuelta sobre la cama, aferrándome de nuevo al edredón.

Abrí lentamente mis ojos, tratando de enfocar mi vista en el reloj que yacía sobre la mesa de estar.

Mis ojos se abrieron por completo, luego de poder visualizar con nitidez la hora. Las manecillas marcaban las ocho con treinta y cinco minutos.

Me levanté de mi cómoda y cálida cama de un brinco, dirigiéndome directo al baño para tomar una ducha exprés.

Ya se me había hecho tarde y tenía tan solo aproximadamente quince minutos para estar lista y en camino hacia la editorial.

Mientras tomaba la ducha, mi mente trataba de encontrar la explicación ideal del por qué mi alarma no había sonado. Cosa que se aclaró bastante rápido, ya que no tenía ningún recuerdo la noche anterior de haberla reprogramado. Supongo que llegué tan cansada que simplemente lo di por hecho.

Mal ahí.

Mi ansiedad porque estas cosas me pasaran era tanta, que siempre por las noches revisaba que estuviera en orden para asegurarme que al día siguiente sonara. Pero repito, esta vez lo di por hecho.

Me puse lo primero que encontré en mi armario y salí casi trotando del edificio.

Saqué mi móvil y mientras caminaba por la acera, tecleé rápidamente un mensaje para Kiara, preguntándole cómo iban las cosas al momento y si sabía por cuanto tiempo tenía planeado quedarse allá.

Me preocupaba en sobremanera saber que se encontraba en Canadá con la familia de Owen. Era obvio que en algún momento debía pasar. Sin embargo, sigo creyendo que es el peor momento para conocerlos. Y me preocupa más saber que ella no se sentía lista para dar un paso tan grande como este, pero también creo fervientemente que por algo suceden las cosas y el propósito de que así ocurriera debía estar ahí, latente.

Ya en mi oficina, me dejé caer sobre mi silla ejecutiva, tratando de recuperar un poco de aliento luego del increíble maratón que había comenzado desde el instante uno que mi cuerpo dejó la cama.

Encendí mi ordenador y en lo que este cargaba, me dispuse a buscar los libros pendientes que me quedaban por traducir. Comencé a hojear el libro que había dejado a medias luego de que me dieran luz verde para traducir por mi cuenta el libro de Andrew.

Solté un largo suspiro luego de que mi mente recordara la trama del libro.

Era un libro corto, lo cual hacía que fuera fácil de leer y lo que podría ser un acierto para otro traductor, para mí era todo lo contario.

La trama era relativamente buena, sólo que era de ese tipo de historias trágicas donde todo el tiempo hay problemas y por más que la lectura avance, los protagonistas siempre se ven inmersos en un problema nuevo cada que logran solucionar el anterior.

Y me generaba bastante ansiedad darme cuenta de que el libro estaba a punto de terminarse y la trama seguía siendo como al principio: trágicamente dramática.

Comencé a armar la traducción en mi cabeza del párrafo que proseguía y regresé la vista al ordenador para abrir el servidor y buscar el sinónimo de una palabra que me ayudara a que la oración se interpretara mejor.

Bajo la luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora