CAPÍTULO 21

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Andrew

—¿Estás segura? —abrí la puerta de mi casa y me hice a un lado para que Alexia pudiera entrar.

—Si, si estoy segura. —a pesar de que me estaba dando la espalda, podía jurar que había puesto los ojos en blanco.

—Yo no estoy conforme con los regalos. —cerré la puerta al entrar a casa y comencé a quitarme mi abrigo.

—Tú no estás conforme con nada, cariño. —dijo riendo.

Tenía razón, era una persona bastante indecisa, pero justo en esto tenía motivos para serlo.

Alexia caminó hasta la sala de estar y se dejó caer en el sofá. Wonder en cuanto la vio tan disponible, no dudó en treparse sobre su regazo.

—¿No me dijiste que tu sobrino tiene dieciséis años? —pregunté solo para corroborar. Me recargué en el marco que dividía la sala de estar del vestíbulo y la miré detenidamente.

—Así es, Pato es todo un adolescente. —comentó acariciando distraídamente la cabeza de Wonder.

—Entonces... ¿Por qué le compramos un Lego?

—No fue cualquier Lego. —dijo, sin dejar de mimar a mi mascota—. Es una recreación de la torre Eiffel, le encantará.

—¿Segura? —volví a preguntar con desconfianza.

Me dedicó una mirada llena de hastío, con una ceja arqueada.

—Ven aquí, Andrew.

Caminé hasta llegar a ella y me senté a su lado. Extrajo su móvil de uno de los bolsillos de su sudadera y comenzó a buscar algo en él. Luego de unos segundos, colocó el móvil frente a mi rostro para que pudiera verlo.

Era una conversación con su hermana, donde Alexia le había enviado una foto del Lego que compramos. Su hermana le respondió que Pato se volvería loco en cuanto quitara la envoltura de regalo.

—¿Ves? Ya puedes quedarte tranquilo. —dijo en cuanto termine de leer la conversación.

Asentí, más relajado, pero no del todo.

—¿Y qué hay con el regalo de tu madre?

—De ella no puedo asegurarte nada, porque es muy difícil para los regalos. —comentó despreocupadamente.

Enarqué una ceja.

—¿Eso debería hacerme sentir mejor?

Comenzó a reír.

—Relájate. Si no le gusta se enojará conmigo por no conocer sus gustos y no contigo. Pero por el contrario... —chasqueó la lengua— Si le gusta, puedes llevarte todo el crédito.

—Si, pero... ¿cuáles son las probabilidades? —pregunté impaciente.

—¡Deja de pensar en las probabilidades!

Bufé.

Acertar con los regalos ideales era precisamente lo que quería lograr. Quería dar una buena primera impresión y, sobre todo, como Alexia decía, darles un regalo funcional.

—Bien. —respondí a regañadientes, mirando el reloj que adornaba mi muñeca. —Voy a estar en el estudio. Tengo que hacer un en vivo para ayudar a recaudar donaciones a una fundación. —me puse de pie—. Siéntete en tu casa, cariño. —comencé a caminar por la sala, entrando al pasillo que me llevaría al estudio.

—¿Cuánto tiempo vas a demorar? —preguntó siguiendo mis pasos.

—No demasiado. Veinte minutos, a lo mucho. —entramos al estudio y comencé a ordenar el fondo que tendría en el en vivo—. Debo bañar a Wonder después, así que no debo tardarme.

Bajo la luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora