CAPÍTULO 34

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Vincent

Fenn: Su cafetería se llama "El Aquelarre".

Fenn: No sé con exactitud la ubicación, pero dice Alexia que está en la colonia Roma. Te toca investigar lo demás.

Fenn: Ah, por cierto, Alexia ya sabe todo. Lamento no cumplir con mi palabra, pero la mentira se me salió de las manos. Descuida, ya prometió que no dirá nada.

Bloqueé mi móvil luego de leer los mensajes de Andrew y me apresuré a subir las escaleras del avión privado. El destino ya estaba claro. Volaríamos a México y ahora ya sabía qué era lo que me iba a mantener ocupado durante todo el vuelo. Debía buscar con exactitud la cafetería de Kiara.

También sabía por anticipado que la mentira se le iba a escapar de las manos a Andrew. Las fotos que filtró la prensa donde aparece él entrando y dejando el lugar ya estaban esparcidas en cada rincón de internet. Podía imaginarme que había un millón de posibilidades en donde Alexia malinterpretara la situación. Y por supuesto, también imaginaba que Andrew iba a preferir aclararle las cosas antes de guardar mi secreto. Sólo esperaba que Alexia estuviera diciendo la verdad acerca de lo poco que me dijo sobre la dirección de la cafetería y también esperaba que mantuviera el secreto. Al menos hasta que pudiera dar con ella.

Me senté en uno de los asientos individuales que daban hacia la ventana, mientras mi equipo, junto a mi mánager se ponían cómodos a lo largo del avión. Agradecí internamente que Juwon decidiera sentarse lejos de mí, porque lo que menos necesitaba era teniéndolo cerca y abrumándome constantemente al recordarme todas las reglas que yo ya me sabía de memoria.

El avión pronto despegó y luego de que la sobrecargo me ofreciera algo de beber, extraje mi laptop de mi mochila.

No estaba seguro de estar haciendo lo correcto. No sabía si era un acierto buscarla.

Sin embargo, me rehusaba a creer que lo que había pasado aquella noche en Castle Combe había sido un polvo más para su lista y para la mía.

Aún sentía esa amarga sensación al recordar aquella mañana cuando desperté en la habitación del hotel con una resaca inmensa, un taladrante dolor de cabeza y completamente solo.

Al principio, no entré en pánico e ingenuamente pensé que ella podría estar andando por cualquier lugar cerca, dentro o fuera del hotel, pero que a final de cuentas ella regresaría o la encontraría y ya está. Luego de haberle llamado un par de veces, comencé a entrar en pánico. Era obvio que ella ya no estaba en el pueblo, porque las llamadas entraban fácilmente, algo que era imposible si ella hubiera seguido dentro de aquella aldea por la mala recepción que había.

Finalmente confirmé que ella había huido cuando la recepcionista me informó que la chica con la que compartía la habitación había liquidado la cuenta restante por pagar y también me informó que le indicó como regresar a Londres.

Fue en ese momento cuando comprendí lo que había sucedido.

Ella me había dejado en aquel pueblo. Ella había huido y, torpemente, lo único que tenía de ella era un juego de llaves que jamás le regresé y su número de teléfono. Y aún así, era algo inservible, porque era buena para evitar a toda costa mis llamadas y mensajes.

La mayor de las cosas que me intrigaban, lejos de que hubiera huido luego de habernos acostado, era que me ignorara como si fuera un completo desconocido. Como si fuera uno de esos vendedores aleatorios que únicamente te marcan para venderte algún producto y que tú das por hecho que jamás les volverás a contestar una llamada por lo molesto que son.

Aunque... tal vez, Juwon sea un gran motivo para que ella me ignore profesionalmente.

Una vez que mi mánager logró sacarme del percance que me encerró en un pueblo aleatorio por dos días, de inmediato quiso saber qué es lo que había pasado con Kiara y por qué ya no se encontraba conmigo cuando él llegó. A pesar de que yo no le di detalles, pudo imaginarse el contexto de la situación cuando le dije «Luego de que bebiéramos, algunas cosas pasaron y... por la mañana ella huyó».

Bajo la luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora