CAPÍTULO 15

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Alexia

—¿Cómo conseguiste las entradas? —le pregunté a Mat, al tiempo que llegábamos a la entrada del Warner Bros Studio.

—Contactos. —respondió encogiendo los hombros, mientras yo lo fulminaba con la mirada—. ¿Qué? —preguntó incrédulo.

—Ya, en serio. ¿Cómo lo hiciste?

—¿Importa? Ya estamos aquí. —dijo posando su mano sobre mi espalda baja, la cual no respondía de la misma manera a su tacto como lo hacía con Andrew—. Anda, entremos. Se nos hará tarde.

Nos adentramos en el Studio y comenzamos con el recorrido turístico. Mat, como buen fan londinense de la saga, se sabía el lugar al derecho y al revés, lo que permitió que el tour fuera de lo más práctico.

Comenzamos por una exposición de fotografías sobre los detrás de cámaras de todas las películas, donde se podía ver a los personajes más emblemáticos de la saga crear las escenas más icónicas.

Seguimos caminando hasta llegar al extraordinario Gran Comedor. Era mágico. En general, toda la experiencia era mágica. Era como estar dentro de las películas y formar parte de otro mundo.

Después de que Mat me tomara una foto con el Gran comedor de fondo —había insistido demasiado y no se rindió hasta conseguirlo—, seguimos con el recorrido, hasta llegar a la casa de los Weasley, donde recreaban todos los hechizos domésticos que tanto nos cautivaron en las películas. Definitivamente era una experiencia increíble. Todo estaba con una gestión impresionante, que te hacía pensar que en algún momento los personajes podían aparecer y comenzar a grabar las escenas.

Luego de un rato, llegamos al Bosque Prohibido. Bueno, a la simulación del Bosque Prohibido. Nos detuvimos a ver cada detalle, cada criatura mágica y para cuando llegamos a la recreación de Buckbeak —el hipogrifo—, mi juicio pareció asimilar en dónde me encontraba. La química de mi cerebro se alteró, mi mente voló y comprendió que estaba viviendo una de las mejores aventuras de toda mi vida. Estoy casi segura de que jamás podré superar esta experiencia y que, por el contrario, volvería a ir cada que tuviera la oportunidad de estar en Londres.

—Todo es... asombrosamente mágico. —dije, aún de pie frente al hipogrifo.

—Me alegra que estés viviendo esta experiencia conmigo. —respondió. Las comisuras de mis labios se acentuaron, sin dejar de mirar al hipogrifo que me tenia embelesada ante su mera existencia.

—Gracias por conseguir las entradas. Me está encantando todo esto. —le agradecí, dando unas palmaditas en su hombro.

—No es nada —sonrió—. ¿Qué tal tus reuniones con Fenn?

Crucé mis brazos sobre mi regazo, mientras mecía mi cuerpo adelante y atrás con los pies.

—Bien. —«más que bien» quise decir—. Nos llevamos... bien.

—Por supuesto que iban a llevarse bien —murmuró a regañadientes—. Aun así, siento que fue de muy mal gusto que te hiciera esperar tanto tiempo para que las reuniones ocurrieran.

—No fue su culpa —lo defendí, sin siquiera darme cuenta—, fue solo una... mala gestión de la situación.

—¿Él te dijo eso? —preguntó, incrédulo.

—No. —reí, nerviosa.

La verdad es que no sabía que era lo que había sucedido. Me había planteado la idea de preguntarle, solo por mera curiosidad. Sin embargo, parece que siempre tenemos cosas más importantes que hablar, haciendo que me olvide por completo de preguntárselo.

Bajo la luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora