CAPÍTULO 4

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Alexia

Todos hemos tenido en nuestra corta vida un amor platónico. Aquél que sabes que jamás sucederá. O peor, que sabes que, posiblemente, jamás tendrás la oportunidad de conocer a esa persona.

A mí me pasó.

Durante mi adolescencia, solía estar profundamente enamorada de Andrew Fenn. Era —en esos tiempos— un famosísimo actor británico que había saltado a la fama por haber protagonizado un par de películas que con el tiempo se convirtieron en icónicas. Y gracias a uno de sus protagónicos, se había posicionado como uno de los mejores actores del medio, siendo galardonado con una estatuilla de oro hace un par de años atrás.

Yo en verdad estaba loca por él. Solía, ingenuamente, imaginarme todas las noches una vida entera a su lado. Imaginando el momento perfecto donde lo conocería, levantándome todos los días ilusionada solamente por pensar que restaba un día menos para conocerlo en algún momento.

No saben la cantidad de veces que platicamos Kiara y yo acerca de estos temas, ya que ella, al igual que yo, se encontraba enamorada platónicamente de un famoso cantante.

Solamente las cuatro paredes de aquel bar que solíamos visitar en nuestra vida como estudiantes sabían cuántas veces nos emborrachamos para únicamente llegar a la misma interrogante una y otra vez; ¿Cómo serían las cosas si los conociéramos?

Constantemente nos animábamos una a la otra, alentando el hecho de que en algún momento el destino tendría preparada la escena perfecta para que nuestra historia platónicamente amorosa comenzara.

El tiempo fue pasando, yo fui creciendo, madurando y cambiando de opinión constantemente, hasta que un buen día, acepté la realidad.

Jamás iba a conocer a Andrew Fenn y mucho menos iba a tener un cuento de hadas con él.

Acepté mi realidad, pero no dejé de ser su fan, ni de seguir sus huellas.

Conforme fui creciendo y mis responsabilidades fueron aumentando, ya no tuve la misma disponibilidad de horario para dedicarme tanto a él, pero de alguna u otra manera seguía estando al pendiente de lo que él hacía, de sus nuevos proyectos, de colaboraciones o campañas; y sintiéndome sumamente orgullosa por cada logro que concretaba.

Kiara y yo solíamos tener muchas cosas personalizadas de nuestros respectivos platónicos. Yo tenía unas cuantas sudaderas, una taza para el café, un termo, algunos collares que hacían alusión a sus películas más emblemáticas y hasta una funda para mi celular.

Actualmente, no existía rastro alguno de todas las cosas personalizadas que en algún momento llegamos a tener sobre ellos. Sin embargo, ahora la situación es mucho más divertida, porque hoy en día, nosotros los fabricamos.

Andrew, a pesar de que ahora tiene treinta y ocho años, sigue siendo del interés público y la tienda en línea —que creé junto a Kiara— suele tener bastante demanda con productos relacionados con él y con sus películas.

Andrew Fenn sigue estando activo hasta la fecha, participando en algunas cuantas películas y no tiene mucho que empezó a experimentar con su faceta de escritor.

Había publicado con anterioridad dos libros, los cuáles —igual que Detrás de mí— habían alcanzado a entrar en el New York Times Bestselling Author.

Y ahora me encontraba en Londres, con el estupendo trabajo de traducir su último libro publicado.

No había tenido la oportunidad de leer este último, ya que tenía que pedirlo por línea porque en México no había llegado el ejemplar en el idioma original y por una cosa o por otra, nunca pude concretar la compra. Sin embargo, sé más o menos de qué trata, ya que he leído algunos spoilers en algunas cuentas dedicadas a él en redes sociales.

Bajo la luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora