CAPÍTULO 41

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Alexia

Por fin apagué el ordenador de mi escritorio. Guardé todas las plumas, marcadores y lápices que tenía regados por todos lados en sus respectivos lugares y luego dejé caer mi cuerpo sobre la silla.

«Dios, que día tan más largo» pensé. El nivel de cansancio que tenía superaba todos los límites.

—Me retiro, Alexia —me dijo Amira, tomando sus pertenencias—. Recuerda que comienzan mis vacaciones, así que regresaré dentro de una semana.

Dios, ¿qué haría sin ella durante ese tiempo?

—Muchísimas gracias por haberte quedado hasta tarde hoy, Amira. Sabes que no tienes que hacerlo, esto no te corresponde, pero te lo agradezco igual. Disfruta mucho tus vacaciones, puedes regresar el martes, en lugar del lunes. Es tu recompensa por haber estado ayudándome tanto.

—Gracias, Alexia, pero... ¿No habrá problema con Ryan?

—No, déjamelo a mí, no te preocupes.

—De acuerdo. —Me sonrió—. Nos vemos, ¡gracias de nuevo! —Tomó la manija de la puerta y al abrirla salió de la oficina con pasos torpes y apresurados.

—Yo también ya debería irme —dije para mí misma. Miré el reloj que rodeaba mi muñeca y pasaba más de la media noche. Debí ofrecerme a llevar a Amira a su casa si tan solo hubiera sido consciente de la hora—. Es tardísimo.

Los pendientes que tenía se multiplicaron una vez llegué a la editorial. La junta que tuvimos duró horas, tanto, que no nos permitió sacar el trabajo que teníamos a tiempo. Aunque le dimos prioridad a las cosas que tenían que quedar si o si para el fin de esta semana, el tiempo por poco casi no nos alcanza.

Lo único bueno de todo eso era que por fin era viernes. No volvería a tocar un manuscrito por lo menos en 48 horas.

Me sentía bastante fatigada para manejar, además de que mi visión se encontraba cansada por completo. Había pasado ese día mucho tiempo bajo la luz de la computadora y me ardían los ojos como nunca. Decidí que la mejor opción sería quedarme esa noche en mi departamento y, por la mañana, irme a casa con Andrew.

Tomé mi celular y al encenderlo vi que tenía un mensaje de Kiara, sin embargo, no lo abrí. Al llegar a mi departamento, con mucha más calma lo vería.

Pulsé el icono de las llamadas y comencé una con Andrew.

Esperé y esperé paciente unos segundos. El pitido de la llamada parecía infinito hasta que la contestadora me respondió con el característico "lo sentimos, el número está fuera de servicio".

Lo intenté de nuevo. Tal vez estaba ocupado y por eso no había alcanzado a responderme.

Un pitido, dos, tres, cuatro y... lo mismo. La contestadora otra vez.

Busque el chat de su conversación para dejarle un mensaje y así cuando tuviera tiempo pudiera leerlo.

Yo: Tuve un día larguísimo en la editorial y me siento muy agotada para manejar. Me quedaré en mi departamento por esta ocasión. Nos vemos por la mañana. Te quiero.

Tomé mis pertenencias y por fin dejé mi oficina.

💡💡💡

Tenía mucho tiempo que había pasado una noche en mi departamento. Ahora saber que estaría ahí por una noche y sola se sentía extraño, muy extraño.

Moría de hambre, pero mi cansancio era demasiado como para hacerme algo de cenar, además de que no había nada de comida en mi cocina, ni siquiera leche. Ya era demasiado tarde para ir a hacer las compras, así que decidí aguantarme el hambre.

Bajo la luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora