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En un día soleado como hoy cuando me levanté para ir al bufete de abogados, que tenía con mi socio y mejor amigo Mateo, éste me dijo que tenía que ir al juzgado a defender a una chica joven de la cual su vida había estado llena de robos, delincuentes, drogas... Y que no sería muy fácil su defensa.
Llegada las 1 de la tarde entro en la sala para presentarme como dicha abogada de la defensa y observo con timidez, sentada en la mesa con ropa de presa, pelo rizado y ojos color miel,  a mi cliente que iba a defender.

  - Buenas tardes, mi nombre es Luisa Gómez y vengo a defender su caso como abogada de oficio.

  - A ver hermosura, ¿ En qué puedo ayudarte? - Respondió la morena con chulería.

  - No eres precisamente tú la que puedes ayudarme. - La chica de pelo rizado sacó su sonrisa con ironía.

  - Mire Licenciada Gómez dígame, ¿ Cuánto cobra la hora para poder pagarle para sacarme de aquí?

  - ¡ Ja! Dudo que usted pueda pagarme.

  - Pues entonces no quiero abogada, prefiero quedarme en prisión. - La abogada bufó manteniendo la paciencia que ya se le estaba acabando.

  - Mucho gusto y váyase por donde vino.

  - Tenga usted en cuenta que estoy aquí porque son mis horas de abogada de oficio sino estaría muy tranquila en mi casa dándome un baño relajante y una copa de vino.

  - Pues no le quito más tiempo, déjeme decirle que no ha sido un placer conocerla. - Estiró su mano.
La abogada se levantó para darse la vuelta y marcharse.

  - ¡ Espere ! Mi nombre es Amelia Ledesma.

  - ¿Siempre trata así a la gente que que está frente suya?

  - Aquí en prisión es mejor estar prevenidos. - La Licenciada rubia se quedó prendada de los ojos de la ladrona.

  - ¿Y ahora por qué quiere que la defienda?

  - Porque se ve sincera, honesta y eso nunca lo he tenido con nadie.

Las dos chicas se miraron a los ojos sin apartar la mirada y desde ese momento se dieron cuenta de que algo había cambiado entre ellas.
Amelia le contó un poco más de vida, cómo había sido su infancia, por qué había terminado en la cárcel y así terminaron cogiendo confianza propias de dos amigas que querían tenerse siempre.

En días posteriores tuvieron el juicio de Amelia, el cual salió inocente gracias a los argumentos de la abogada defensora, pero sí con la condición de cumplir horas de ayuda comunitaria. Luisita para convencer  al jurado, les prometió que se haría cargo de la joven para que cumpliera su promesa.
Después de tanto deliberar, dieron por hecho la salida de la morena que estaba deseando empezar su nueva vida.

Lo que en ti veoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora