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A la mañana siguiente ya era domingo, el último día que estarían en la casa y después de todo lo vivido durante ese fin de semana, ninguno de ellos quería irse salvo Amelia que tenía que abandonarla antes del mediodía porque según ella explicó a Luisita iba a una revisión médica rutinaria de su madre pero lo que no imaginaban ninguno de ellos es que ya tenían programada una próxima vuelta en la que la famosa banda a la que Nacho buscaba tenía el principal protagonismo de ese día.

Después de la ajetreada noche que tuvieron, los chicos se iban levantando de sus camas para ir a desayunar a la alberca y así ir preparando las maletas y terminar de disfrutar el resto de día.

  - Buenos días chicos, ¿Hace mucho tiempo que se levantaron? - Preguntó Luisita que bajaba por las escaleras de la mano de Amelia.

  - Buenos días. - Respondió la pareja.
No hace mucho, sólo media hora y nos pusimos a preparar el desayuno. - Respondió María.

  - Uumm que rico huele eso, me muero de hambre. - Contestó Amelia acercándose a la mesa para ver lo que habían preparado.

En ese momento sonó el teléfono de Luisita y cuando vio en la pantalla quién era, abrió los ojos como platos.

  - ¿Si? Hola papá, ¿Qué tal estás? ¿Ha pasado algo?

  - Luisita, ¿Dónde estás? No paro de llamarte y salta el contestador. - Respondió Marcelino al otro lado del teléfono.

  - Perdona papá pero estoy en la casa de la Sierra y aquí ya sabes que a veces no hay cobertura. - Le contestó la abogada haciendo una mueca bajo la atenta mirada de sus acompañantes.

  - Hija, ¿Y fuiste sola? Porque déjame decirte que ya me enteré de tu pelea con Sebastián y me dijo que terminaron, ¿Cómo puedes hacer eso Luisita, un hombre tan talentoso, recto y de buenos sentimientos que sólo quiere lo mejor para ti? - Le preguntó Marcelino un poco alterado por la situación en la que se encontraba su hija.

  - Papá, Sebastián y yo llevamos mucho tiempo peleando, casi nunca estaba en la casa y yo dejé de quererlo como antes, no es tan difícil de entender. - Le contestó la rubia.

  - Tú y yo tendremos una conversación Luisita, no puedes desperdiciar así tu vida y darlo todo por terminado después de tantos años que conocemos a Sebastián y a su familia.

  - Ya lo hablamos papá, eso es asunto nuestro y no tengo que dar explicaciones de las cosas que hago con la edad que tengo.

  - Ya hablaremos cuando estés más tranquila y vengas a casa porque ahora me imagino que estarás con alguien más. - Quiso saber Marcelino preguntando en un tono un poco inquieto.

  - Pues, ¿Qué crees papá? Está aquí María y estamos pasando el fin de semana juntas en plan de hermanas, charlar, pasar tiempo contándonos nuestras cosas... ¿Tiene algo de malo?

  - No mi amor, sólo me preocupo cuando no os tengo cerca. A ver pásame a María y así la escucho también. - Ambas se miraron para intentar seguir la pequeña mentira piadosa mientras Luisita le pasaba el teléfono y Marcelino parecía un poco más relajado después de enterarse de la ruptura de su hija.

  - Hola papá, que gusto escucharte. - Respondió la castaña.

  - Hola tesoro, qué bueno que estés con tu hermana, ya sabes que no me gusta que anden solas.

  - No tienes que preocuparte, sólo necesitábamos desconectar un poco del trabajo y por eso llegamos aquí.

  - Muy bien, me alegro pero no olvides que mañana tienes que estar a primera hora en la empresa cariño, tenemos que discutir algunos cambios de último momento.

Lo que en ti veoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora