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Un rato después de la serenata que le había dedicado Amelia, mientras charlaban cómplices del día a día y de la vida de cada una, comenzó a sonar de fondo una canción que le transportaba a otro mundo a la morena.

  - ¡Uy! Esta canción me encanta, ven.- Dijo Amelia en un tono sensual y provocativo agarrando a Luisita por la cintura. La rubia sintió como el calor subía por sus mejillas y todo su cuerpo.
La canción iba tomando un nivel de calentura en las chicas que cada vez se encontraban más pegadas y rozando sus pieles. Ambas se miraban los labios deseosos de poder probarlos y ya perdiendo la razón, se dejaron llevar por la música.
Amelia deseaba besarla, conocer hasta el último rincón de la abogada y ésta se dejaba llevar hasta que volvió en sí de su encantamiento.

  - Pídame que la bese de nuevo. - Le soltó Amelia a escasos centímetros de su boca.
Luisita no contestaba porque estaba perdida en los ojos de la persona que tenía enfrente.

  - La quiero besar pero estaría rompiendo la promesa que le hice y no quiero hacerlo así que necesito que me pida que la bese. - Decía Amelia casi rozando sus labios.

  - Amelia por favor. - Le respondía Luisita casi suplicante.

Seguían muy cerca por unos segundos más pero la abogada decidió romper esa cercanía y salió apresuradamente del lado de la morena.

  - ¡Luisita, Luisita!

  - Amelia lo lamento, lo lamento.

  - ¿El qué lamenta? ¿Llegar al punto en el que casi nos besamos o no haberme pedido que la besara?
Porque si es lo segundo todavía estamos a tiempo. - Luisita se reía con tristeza por ese comentario.

  - Yo sé que usted también me quiere besar, yo lo siento. ¿Por qué no?
¿Por qué no imaginarnos que estamos solas, que no existen las diferencias sociales y sólo somos usted y yo? - Luisita no se podía creer lo que estaba escuchando.

  - Yo la quiero, de verdad la quiero y yo sé que usted también me quiere a mí, lo sé porque lo siento, este momento es nuestro no es de nadie más, hemos esperado demasiado ya.

Amelia le estaba confesando sus sentimientos sin miedo a nada.

  - Luisita, si usted pudiera estar por un momento dentro de mí y saber lo que siento y la necesito que la deseo con todas mis fuerzas.

  - Si pudiera ver que me muero por estar con usted.

  - Amelia no sabes lo que significas para mí, lo que me haces sentir.

  - ¿Entonces por qué no me pide que la bese? - Luisita ya lloraba por la incomodidad de la situación.

  - Perdón, no se ponga así, perdón.

  - Mire, yo sólo quiero que tenga un muy buen feliz cumpleaños. - Luisita sonreía con algunas lágrimas cayendo por su cara.

  - ¡El mejor! El mejor cumpleaños de mi vida.

  - La acompaño a su casa ¿Sí? ¿Vamos? - Luisita asintió tímidamente.

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Horas antes, desde por la mañana, Sebastián quería sorprender a Luisita ya que se encontraba enfadada con él por su distanciamiento y estaba planeando una fiesta sorpresa.
Contrató el mejor buffet de la ciudad, música en directo para cantar las canciones preferidas de la cumpleañera y se encargó de llamar personalmente a todos los amigos y familiares que tenían, obviamente para ser el protagonista delante de los ojos de los demás como buen prometido.

Lo que en ti veoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora