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Era viernes por la tarde y empezaba el fin de semana que ellas necesitaban para estar solas, conocerse mejor, disfrutarse en todos los sentidos y amarse hasta saciar los deseos de cada una.
Luisita se encontraba en casa preparando todo lo necesario hasta que llegara Amelia para juntas irse a una casita en la sierra que era propiedad de la familia de la abogada. Preparando la ropa necesaria, estaba escuchando las noticias de que se avecinaba una gran tormenta por la zona y había alerta por el temporal.

- Ay Dios, espero que no llueva mucho y podamos disfrutar del fin de semana porque la verdad lo necesitamos. - Decía Luisita en voz alta mientras que cogía el teléfono que estaba sonando.

- ¿Si? Dime Mateo, ¿Qué horas son éstas de llamar un viernes por la tarde?

- Pero que gruñona eres a veces Luisita, sólo te llamaba para preguntar por ti y desearte un buen fin de semana con tu chica.

- ¿Ves por qué te quiero tanto? Perdona, creí que llamabas por algo de trabajo.
Muchas gracias Mateo, espero disfrutarlo al máximo aunque dicen que vendrá una tormenta y no sé cómo vamos a estar allí en Zahara de la Sierra.

- Lo importante es pasar tiempo juntas Luisita, da igual el lugar y temporal, vosotras disfrutaros y dedicaros tiempo, ya lo demás se verá.

- Tienes razón amigo, vamos a pasarlo lo mejor posible y estos días no voy a preocuparme de nada, sólo de quererla y estar con ella.

- Eso es, esa es la actitud. ¡Oye! Pero déjame decirte que estoy un poquito celoso porque ya no estás conmigo como antes.

- No olvides que tú eres mi primer amor y ese no tiene competencia. - Le contestaba Luisita mientras llamaban a la puerta.

- Mateo cariño tengo que colgar porque Amelia ya está tocando el timbre.

- Está bien Julieta, pásatelo muy bien y no te olvides de llevarte sábanas de recambio. - Le dijo su amigo con una risa escondida mientras que Luisita al otro lado del teléfono negaba con la cabeza.

Cuando colgó a su amigo, Luisita se miraba al espejo retocándose el cabello y echándose un poco de perfume para recibir a la morena y a paso ligero, se acercó a la puerta para recibirla.

- ¡Pero bueno! ¿Y ésta belleza? - Habló Amelia quedándose con la boca abierta cuando vio de frente a Luisita lo guapa que estaba y mirando de arriba abajo.

- No seas exagerada, voy vestida normal, sólo que me estaba arreglando para irnos.

- Pues estás preciosa. - Le dijo besándola y agarrándola por la cintura.

- Ay, te extrañé tanto...

- ¿Si? Yo también. Pero ya estoy aquí, no quiero saber de nada ni nadie más, soy toda tuya durante todo el fin de semana, así que estoy en tus manos. - Le respondió mientras cogidas de la mano se acercaban al sofá para sentarse.

- Sobretodo de anoche. - Contestó Luisita agachando la cabeza avergonzada.

- ¿Por qué si la pasamos tan bien? - Decía Amelia haciendo teatro mientras que la abogada la miraba con los ojos entrecerrados porque sabía que lo decía para picarla.

- Amelia, quiero premiarte este fin de semana porque no estuve anoche de muy buena actitud contigo, lo siento amor.

- Yo tampoco me comporté correctamente, de verdad lo lamento si te incomodé.

- Sólo un poquito, pero me dijiste cómo te sentías y yo no supe entenderlo. - Le explicaba Luisita con tristeza.

- No fue nada. Sólo me desahogué contigo, necesitaba sacar todo lo que llevaba dentro y exploté de la peor manera.

Lo que en ti veoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora