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Queriendo quitarse esa idea de la cabeza de la nueva alumna de la pintora, Luisita finalmente llegó a casa de sus padres y lo que se encontró no fue muy buenas noticias.

  - Mamá perdón por la tardanza pero me surgió un imprevisto de última hora. - Explicaba Luisita a su madre acercándose a darle un beso y viéndola preocupada por algo que había pasado.

  - Sí hija no te preocupes. - Le quitó importancia acariciándole la mejilla.
Ok
  - Hola Sebastián. - La abogada se acercó a saludarlo un poco distante provocando en su marido alguna duda de lo que le había surgido anteriormente.

  - ¿Y papá dónde está?

  - Se fue para su habitación, empezó a encontrarse mal y le faltaba la respiración. - Le informó Manolita.

  - ¿Y eso por qué? ¿Pasó algo? - Preguntó Luisita preocupada por él.

  - Tuvo una discusión muy fuerte con María, se empezaron a insultar, tu hermana también iba subiendo la voz y... - Manolita empezó a llorar.

  - Ya mamá, no te preocupes, yo voy a verlo. - Luisita consolaba a su madre para que se relajara.

  - ¡No hija! Tu papá no quiere ver a nadie, déjalo descansar, se puso muy alterado.

  - Manolita déjame a mí, quizás pueda hablar con él. - Habló Sebastián teniendo una idea en mente.

  - No sé hijo, a ver si a tí quiere verte.

  - No te preocupes que por mí no va a sentir dolor, es más lo voy a dejar descansar como él quiere. - Le contestó el empresario con una media sonrisa marchándose a la habitación de su suegro.

Cuando entró a la habitación se encontró a Marcelino descansando tranquilamente en la cama cuando éste se dio cuenta de que su yerno estaba a su lado empezó a abrir los ojos.

  - Sebastián eres tú...

  - Marcelino espabila, tienes que levantarte. - El empresario le dijo en un tono distante.

  - No puedo Sebastián..., cof, cof, - A Marcelino le faltaba el aire y empezaba a dolerle el pecho.

  - Marcelino, te agradezco que hayas confiado en mí para llevar las empresas, es un sueño para mí.

  - Ya arreglé todo con mis abogados, está todo firmado para que te hagas cargo de todo así como de proteger a mi familia. - Marcelino respiraba con dificultad.

   -¡Marcelino despierta! - Sebastián le daba golpes en la cara y lo incorporaba en la cama.

  - Sí hijo, puse todo en orden para cuando yo faltara, tú eres el administrador de las empresas y de todos mis bienes, Manolita y mis hijas no tienen idea de cómo funciona todo eso, cof..., cof, quiero que les ayudes a manejar toda esta situación, ay hijo, cuídalas mucho. - Marcelino seguía diciendo a Sebastián comunicándole todo ante su pronta partida.

  - Marcelino, ahora que estamos de confesiones y estamos los dos solos, quiero decirte algo. - Le iba diciendo cerca de su oído para que nadie lo escuchara.

El padre de Luisita lo miraba directamente a los ojos prestándole la atención que merecía esa confesión.

  - ¿Te acuerdas del robo de la subasta que Manolita y tú eran los encargados del evento? - Sebastián lo miraba con desprecio, apretando los dientes y agarrándolo por el cuello.

  - Yo fui el que planeó todo, yo le pagué a los ladrones para que robaran todo y se llevaran todas las joyas. - Sebastián le decía con orgullo de haber planeado todo y salir victorioso.

Lo que en ti veoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora