Había sido una noche complicada para los cuatro porque se vieron en una situación un poco incómoda pero después de lo ocurrido con el coche del detective y viendo la complicidad que habían conseguido entre ellos, bajaron un poquito la guardia y empezaron desde el principio a conocerse como si no existiese el pasado de cada uno.
Salieron a la terraza de la casa para intentar estar un poco a solas y cogidas de la mano, se acercaron al borde de la piscina que se encontraba delante de ellas.
Luisita prefirió tomar el sol mientras que Amelia quería probar el agua y qué tan profunda era. Sin que Luisita se diera cuenta, la morena se tiró de cabeza y fue en su busca para intentar que la abogada se bañara con ella.- Mi amor ven, prueba qué tan fría está el agua. - Le decía Amelia muy cerquita de ella y agarrándola por la cintura con las manos frías.
- Ay no Amelia, está helada. - Se quejaba Luisita porque le estaba interrumpiendo su tiempo de tomar el sol.
- ¿Y me vas a dejar aquí solita y muerta de frío? - Le decía Amelia con un puchero para intentar convencerla.
- No me pongas esa carita porque sabes que no puedo resistirme. - Le contestaba la rubia dándose la vuelta en su toalla para ponerse de cara a ella y besarla.
- Pues entonces ven conmigo, date un baño pegadita a mí, el agua está riquísima.
- No sé si quiero estar tan pegada a tí porque no aguantaría mucho sin quitarte el bañador. - Le contestaba Luisita guiñándole un ojo.
- ¿Ah si? Pues tú te lo has buscado, ahora ya no tienes escapatoria. - Gritó Amelia agarrándola y tirándola a la piscina.
Se besaban dentro del agua con caricias cómplices y pegadas como si fueran una sola, disfrutando de ese caluroso día y de su tiempo a solas hasta que Luisita rompió el silencio.
- ¿Te lo estás pasando bien Amelia? - Le preguntó Luisita poniendo los brazos en su cuello y acercándose a ella.
- Sí cariño, aunque creía que íbamos a estar solas. - Le contestó agarrándola de la cintura y llegando al borde de la piscina.
- Yo también creía que íbamos a estar solas disfrutando nuestro fin de semana, ¿Estás molesta? - Le preguntó la abogada con cara de preocupación.
- Molesta yo ¿Por qué? ¿Por no pasar solas el fin de semana o porque el detective casi nos pilla haciendo el amor? - Respondió Amelia con una ceja levantada y mordiéndose el labio.
- ¡Ay qué vergüenza! - Se tapó la cara Luisita. ¡Oye! ¿Te das cuenta que nuestra relación siempre ha sido así como un choque eléctrico, como a escondidas?
- Es que nada entre tú y yo hubiera sido normal. Si tuvieran que apostar por nuestra relación nadie se arriesgaría porque lo perderían todo. - Le contestó la morena haciendo reír a la abogada.
- ¿Sabes qué? A mí me gustaría mucho conocer más de ti, de tu mundo. Yo no sé nada de tí, sin embargo, tú sabes muchas cosas de mí.
- Ay mi amor, conoces lo que vale la pena conocer.
- No conozco a tus amigas, por ejemplo.
- Eso está dentro de las cosas que no merece la pena conocer. - Le contestó esquivando la mirada.
- Amelia, tú pasas mucho tiempo con ellas, compartes cosas, gustos, eso para mí también es importante para conocerte mejor. - Le habló la abogada acercándose a su boca para besarla.
- Un día de estos te las presentaré. - Le decía Amelia para acabar la conversación y que no le siguiera preguntando.
- ¿Cuándo? ¿La semana que viene?
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Lo que en ti veo
Hayran KurguAmelia es una chica que por circunstancias de la vida y por haber crecido sin un padre, se crió en la calle rodeada de ladrones, drogas y traficantes y sólo con la ayuda de su madre gravemente enferma ha podido salir adelante. Luisita es una abogada...