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Como casi siempre ahí estaba en sus ratos libres con su mejor amiga y la que nunca la soltaba a pesar de los problemas que tuvieran porque para ellas eran como las hermanas que nunca tuvieron y que aunque estuvieran separadas o tuvieran algún enfrentamiento, siempre estarían juntas.

  - No puedo más Marina, no puedo hacerle esto a Luisita, merece saber la verdad. - Contaba Amelia a su amiga.

  - Sólo tienes que encontrar el valor suficiente Diabla, si quieres tener un futuro con ella es mejor hacerlo sin engaños, sin mentiras y dándole el lugar que se merece en tu vida.

  - Nunca pensé que me pasaría esto con una mujer Marina, yo siempre fui muy loca, no quería nada serio pero desde que apareció Luisita tengo planes de futuro, de formar una familia con ella... - Amelia le explicaba llorando con nerviosismo por la situación que tenía entre manos.

  - Amelia, si quieres que te sea sincera y te hable con el corazón en la mano pienso que lo mejor es contarle toda la verdad a Luisita, se lo merece. Esa mujer es lo mejor que te ha pasado en la vida amiga y aunque sea complicado, por todo lo que hiciste y ocultaste mientras estabas con ella, tienes que hacerlo, es la única manera de terminar con todo y empezar de cero.

  - No soportaría perderla Marina, no ahora que estamos planeando un futuro juntas con una cosa muy bella que jamás creía que pudiera pasarme. - Le decía la morena agachando la mirada.

  - ¿Y qué es eso? - Preguntó Marina con curiosidad.

  - Fuimos juntas a una clínica para saber cómo podíamos ser madres. - Contestó con una sonrisa en la cara.

  - ¿De verdad van tan enserio? - Marina no podía creerlo.

  - Todavía no lo sabe nadie pero está dentro de nuestros planes.

  - Con más razón Diabla, tienes que decirle la verdad y explicarle todo para que no exista ninguna duda de lo que sientes por ella y de por qué hiciste las cosas de esa manera.

  - Tengo miedo.

  - Pues si tienes miedo, hazlo con miedo. - Contestó la castaña sin pensarlo para hacerle ver que era la única solución que tenía.

  - ¿Aunque duela la caída?

  - Si duele la caída, aquí estaré yo para levantarte. - Le dijo agarrándole las manos en señal de apoyo.

  - Te quiero.

  - Y yo a ti.

En ese momento sonó el teléfono de Amelia y cuando apareció en la pantalla el nombre, le entró escalofríos como cada vez que le llamaba.

  - Diabla, te espero en la oficina, tengo algo muy importante que ofrecerte. - Habló El Hierro dejando totalmente callada a la morena y rezando para que lo que le dijera no se le fuera de las manos.

  - ¿Y esa cara? - Preguntó Marina al verle que no decía palabra alguna.

  - El Hierro quiere verme en su oficina. - Le contestó preocupada y marchándose al lugar.

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Sin pensarlo dos veces Devoción empezó a llevar a cabo su plan de chantajear a Sebastián sacándole todo el dinero que le hacía falta para liquidar la deuda que tenía su hija con El Hierro y para ello fue a buscarlo a su propia casa la cual no visitaba hacía muchísimos años.

  - Tiene que ser por aquí Susi, estoy segura. - Le decía Devoción a su amiga que no quiso dejarla ir sola.

  - Devi, ¿Seguro que no te equivocaste? - Le preguntó mirando las mansiones que se encontraban por allí cerca.

Lo que en ti veoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora