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Habían pasado varios días en el que todo parecía tranquilizarse en la vida de Luisita, había llorado, gritado y tirado todo lo que le recordara a Amelia así como la pulsera y los dibujos que le regaló que durante su relación fueron muy importantes para ella. Tenía que seguir su vida fuera del alcance de los recuerdos de la morena de ojos miel que desde el primer momento que sus ojos hicieron contacto quedaron enamoradas la una de la otra pero ahora era distinto, ya no quería saber de ella ni de nada que no la hiciera olvidar de su cabeza y para ello estaba haciendo todo lo posible para seguir adelante y llevar la vida tranquila que tenía antes de conocer a la mensajera. Parecía una locura todo lo que había pasado en los últimos días que ni siquiera lo hubiera podido imaginar, la conversación que tuvo en casa de la pintora Laura Jota, el miedo de saber que alguien estaba persiguiéndola, la última llamada que recibió para quedar en la estación y la llegada de Ignacio a su casa diciéndole que Amelia había muerto fueron todas las imágenes que se le estaban pasando por su cabeza en ese momento en el que para volver a la realidad, el sonido del timbre la llevó a saber donde estaba.

- Sebastián..., ¿Qué haces aquí? - Preguntó Luisita al encontrarse de frente con el que hasta hace poco era su prometido.

- Vine a darte mi apoyo, a estar contigo y a prestarte mi hombro por si quieres llorar. - Le respondió el empresario fingidamente preocupado.

- Pasa. - Le contestó Luisita dándose la vuelta para volver a la sala y provocando en Sebastián un sonrisa de victoria.

- Luisita, yo sé que tuvimos problemas en nuestra relación, que puedo ser un poco adicto al trabajo y no te dediqué el tiempo suficiente pero soy así y no puedo cambiar. - Explicaba el hombre de pelo ceniza cuando estuvieron frente a frente sentados en el sofá.

- Sebastián, siempre fuiste un hombre que me trató muy bien desde el principio, me diste unos años felices a tu lado y te estoy agradecida por eso.

- Luisita, ahora entiendo porqué me dejaste. Yo no podía darte la juventud y la adrenalina que te daba esa muchacha pero quiero decirte que si tú me permites estar a tu lado y olvidarlo todo, podemos seguir con lo que teníamos. - Propuso el empresario a la abogada dejándola perpleja y con los ojos bien abiertos de la sorpresa.

- ¿Tú estarías dispuesto a seguir con nuestro matrimonio Sebastián?

- Por supuesto que lo haría sin pensarlo dos veces, me muero de ganas de ser tu esposo Luisita. - Contestó emocionado Sebastián.

- Vamos entonces, yo también estoy dispuesta a tener la estabilidad que tenía contigo, casemonos cuanto antes Sebastián, este sábado por ejemplo, quiero olvidarme de todo, quiero dejar de recordar a Amelia Ledesma. - Le decía Luisita con los ojos brillantes llenos de dolor por recordar lo que no fue con la morena y creyendo que podía ser feliz con el hombre que tenía delante.

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Al mismo tiempo en el estudio de la pintora Laura Jota se encontraba Amelia desesperada dando vueltas entre las pinturas y caballetes que allí se encontraban pensando en volver a ver a Luisita para explicarle todo lo que había sucedido con ellas, por qué la engañó de esa manera y darle la explicación que desde el principio de su relación se merecía.

- Laura, yo tengo que buscarla y explicarle cómo fueron las cosas, decirle que todo fue una trampa del que era su prometido, tengo que ayudarle para escapar de él y mantenerla a salvo. - Explicaba Amelia alterada y nerviosa al mismo tiempo porque pasaban los días y no podía ver a la abogada.

- Amelia, yo entiendo que te sientas así y que quieras buscar a Luisita pero ella en este momento debe de estar odiándote por todo lo que le hiciste.

- No puedo dejar las cosas así, ella está en peligro por tener a ese hombre cerca, la estará engañando y manipulando para que se quede con él.

Lo que en ti veoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora