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Desde que Luisita le propuso ir a su casa los nervios de Amelia eran cada vez mayores porque hacía tiempo que no volvía allí y la última vez que lo hizo su vida estaba rodeada de mentiras y engaños y ahora la mujer de su vida le había perdonado, le estaba dando una segunda oportunidad para empezar de nuevo y estaban esperando un bebé que ni siquiera podria haber imaginado después de la vida que le había tocado vivir.

Ese pensamiento de ser madre junto a Luisita era lo que pasaba día a día por su mente, el cómo darle lo mejor a su hijo si no sabía si quiera si podría hacerlo bien ya que su vida siempre había sido la calle, si sería buena pareja junto a la abogada para criar a un bebé o si sería buena madre y estuviera orgulloso de ella.

Todo eso le rondaba la cabeza mientras miraba un escaparate de ropa infantil en que había muñecos de peluche, cunas y algun que otro sonajero.

Con nerviosismo entró a la tienda llevándose un susto al escuchar el famoso timbre de que llega un nuevo cliente y haciendo reír a la dependienta.

  - Ese sonido... - Decía Amelia en voz baja mirando a la puerta con vergüenza.

Daba vueltas alrededor de la ropita de bebé y tocando cada cosa que para ella era nuevo, sintiendo esa sensación primera al pensar cómo sería su cara o a quién se parecería, si le gustaría el color amarillo o azul o cuál sería su peluche favorito.

  - ¿Puedo ayudarle en algo señorita? - Interrumpió la dependienta provocando un sobresalto en la morena.

  - Eehh... yo...estaba buscando un regalo para mi bebé. - Respondió Amelia a la dependienta con una media sonrisa.

  - Ha llegado usted al lugar perfecto, aquí tiene todo lo mejor de nuestra tienda y seguro que sale de aquí contenta.

  - No me cabe ninguna duda. - Contestó tocando suavemente un peluche con forma de Luna. - Me gusta éste conjunto de rayas, es perfecto, y... ésta Luna estaría preciosa en su cunita al ladito de su cara. - Respondió Amelia a la dependienta emocionada imaginando el día en que llegara ese momento.

  - Pues si a usted le gusta, se lo preparo ahora mismo. - Respondió la chica.

  - Definitivamente me llevo éste y la Luna, tiene un significado especial para nosotras.

  - ¿Sois dos madres? - Preguntó la chica emocionada.

  - Sí y es lo más bonito que tengo, a mi novia Luisita y éste bebé que viene en camino.

  - Se ve usted muy enamorada.

  - Ella me cambió la vida, soy mejor persona desde que la conocí y todos los días me enamoro más de ella. - Respondió Amelia con los ojos brillantes llevando el peluche hacia su pecho.

  - Pues que bonito un amor así como el de ustedes.

  - Y pienso cuidarlo cada día más.

  - Si me permite voy preparando todo para que se lo lleve a casa.

  - Gracias.

Cuando la dependienta le preparó el regalo y lo metió en un bolsa de muñequitos, Amelia puso camino al departamento de Luisita no sin antes parar en la floristería para comprarle una rosa y así llegar con algo para ella ya que lo que llevaba era para el bebé.

Llegó al edificio y cogió el ascensor para llegar a la planta de la abogada y cuando paró para salir los nervios de la morena eran cada vez mayores llegando así a sudar frío.

Llamó a la puerta y mirando alrededor del edificio esperó a que Luisita le abriera.

  - Te estaba esperando. - Respondió Luisita con una media sonrisa esperando que Amelia pasara.

Lo que en ti veoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora