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Luego de dejar Luisita en la estación a Amelia, regresó a la casa para continuar el resto de día que le quedaba antes de volver a la suya.

- ¿Ya la dejaste en la estación? - Preguntó María cuando entraba por la casa.

- Sí, ya la dejé. - Respondió Luisita un poco triste.

- Es que sin ella no es lo mismo Mary, la echo mucho de menos.

- La quieres mucho ¿verdad?

- Es más que eso María, cada vez que estoy con ella mi día es mejor, estoy más alegre, las horas se me pasan volando, cuento los minutos para estar a su lado porque sin su olor, me falta el aire que respiro.

- Hermanita da mucho gusto oírte hablar así porque cada vez que me hablas de ella, tienes los ojos brillantes y una sonrisa en la cara.

- Estoy enamorada de ella como nunca imaginé que podría estarlo de alguien María. Cuando la conocí, todo su mundo me impactó, todo lo que había sufrido y todo lo que ahora está consiguiendo para salir adelante. Jamás pensé que podría enamorarme de una mujer pero cuando alguien te roba el corazón y sin pedir permiso para quererte, sólo tienes que amarla de igual manera que ella a tí porque desde que llegó a mi vida solo ha sabido alegrarme los días con su sonrisa, enamorarme cada día con las palabras bonitas que me dice y cuidarme como si fuera el cristal más frágil que pudieras romper. Eso tiene que ser amor ¿No? - Habló Luisita con los ojos brillantes y llenos de orgullo por la persona más hermosa que había conquistado su corazón.

- ¿Sabes que es lo más bonito que he escuchado en mucho tiempo Luisita? - Respondió María cayéndole una lágrima por ver tan feliz a su hermana mientras que no dejaba de mirarla a los ojos.

- Me alegro mucho por tí peque porque al fin te veo feliz.

- Nunca lo estuve tanto como ahora Mary. - Contestó la rubia abrazándola.

- ¿Y ésta escena de hermanas tan bonita? - Preguntó Nacho cuando las vio abrazadas.

- Nos pusimos un poco sentimentales. - Respondió su novia.

- Ya dejen de estar tristes, vamos a aprovechar el ratito que nos queda de estar aquí. - Le respondió de vuelta el detective agarrándola por la cintura y mirándola con los ojos de enamorado.

Luego de estar un poco más con una charla entretenida mientras comían y se daban el último baño en la piscina, llegó el momento de volver a casa después del tan movido fin de semana.

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Al mismo tiempo a la salida, sin que fuera visto, se encontraba vigilando por orden de Zafiro, el Rata que tenía que seguir todos los pasos de la abogada.

- Sí señor, ahora estoy viendo a la señorita Luisa salir de la casa con una pareja pero ella va sola.

- ¿Y qué esperas para seguirla tarado? - Gritó Sebastián furioso.

- Sólo le estoy informando señor.

- Y llama a tu primo, dile que esté pendiente. - Respondió antes de colgar el teléfono.

- ¿Luisita estaba sola? - Preguntó Sebastián a su hermano Federico que se encontraba en su apartamento tomando una copa.

- Eso me dijo Nieves que escuchó a Mateo decir que Luisita se iba de fin de semana acompañada.

- Pues se enteró mal o el tipo es invisible.

- Federico, se me está acabando el tiempo, tengo que descubrirlo antes de que el viejo se muera. - Gritó enfadado Sebastián.

- ¿Qué crees que me dijo el baboso, imbécil y tacaño de Marcelino cuando fui a decirle que su hija me había dejado? - Sebastián preguntó a su hermano todo fuera de sí.

Lo que en ti veoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora