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Después de todo lo que pasó con Luisita y haberse enterado de todo lo que pensaba de ella, Amelia había tomado una decisión importante que cambiaría su vida y la de su madre, ya no le quedaba nada por lo que luchar y había perdido al amor de su vida enterandose de que iba a casarse con el hombre que les arruinó su felicidad aunque la rubia no lo supiera.

Para ello llamó a Marina para citarse con ella a escondidas por lo que pudiera pasar y que no la descubrieran para contarle todos sus planes y para que le ayudara a  preparar todos los documentos necesarios y poder irse del país.

Entraba con cuidado y mirando hacia atrás para ver que nadie la había seguido y se sentó en los primeros bancos frente al altar mirando hacia el confesionario para que todo estuviera en orden.

Poco a poco se puso frente a la rejilla y se arrodilló para empezar a hablar.

  - Ave María purísima. - Habló primero Amelia.

  - Purísima no soy yo y he pecado varias veces. - Contestó de vuelta Marina.

  - ¡Marina así no era! ¿Qué hiciste ahora? - Preguntaba Amelia bajito con los ojos saltones.

  - Yo qué sé Diabla, estaba tan borracha que me acosté con Perla.

  - ¿Con Perla?

  - Bueno sí, eh... pero estamos aquí para hablar de ti, no de mí, ¿no?

  - Tú nunca cambias...

  - A ver, ¿Qué supiste de Luisita? - Preguntó la castaña cambiando de tema.

  - Se va a casar este fin de semana. - Respondió Amelia con tristeza.

  - ¿Quéeee? - Preguntó Marina en un grito.

  - Cállate que te van a escuchar. - Dijo Amelia con los dientes apretados.

  - Sí Marina, me lo dijo Laura que fue a comer con ella.

  - La rubia no sabe con quién se mete, Diabla. - Contestó la castaña para quitarle hierro al asunto.

  - La perdí Marina, Luisita se va a casar con el hombre que nos separó. - Contestó cayéndole una lágrima.

  - Tienes que hacer algo amiga, no te puedes dar por rendida si quieres a esa mujer. - La castaña le aconsejaba dándole ánimos viendo la cara de tristeza desde que se separó de la abogada.

  - Ya está todo decidido, me voy con mi madre fuera del país, por eso quiero pedirte tu ayuda una vez más para que me hagas un pasaporte falso y salir de aquí.

  - ¿De verdad eso es lo que quieres? - Preguntaba Marina.

  - Yo la quiero a ella y ella ya no quiere saber nada de mí. ¿Cómo puedo quedarme aquí y saber que no puedo abrazarla, que no puedo besarla ni apretarla contra mi cuerpo para que ya no sienta miedo a perderla, Marina? - Preguntaba escapándole una lágrima que Marina vio por la rejilla del confesionario.

  - Diabla, cuando hay amor todo se puede, sólo tienes que guiarle el camino para que se dé cuenta de la verdad y del amor que sientes por ella.

  - Ella me dijo que nunca iba a dudar de nuestro amor y ahora piensa que soy la peor pesadilla que ha tenido en su vida.

  - Está dolida y cree que la engañaste pero si dices que la amas tanto que no puedes vivir sin ella, lucha y no te rindas aunque sea lo último que hagas. - Le dijo Marina a Amelia para que no se rindiera y fuera feliz como ella creía que se merecía.

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En otro lugar, en casa de los padres de Luisita, se encontraban Sebastián y ella para comunicarles la noticia de su matrimonio el cual siempre había sido un deseo de la familia.

Lo que en ti veoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora