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Después de la persecución de la ladrona más buscada, el siguiente objetivo era dar con su paradero y verificar si en verdad estaba muerta porque hasta ese momento y pasada unas horas, no habían encontrado su cuerpo.

  - Nacho, ya se acabó todo y La Diabla está muerta, no busquemos más. - Decía Juan Capote a su compañero.

  - Juan, no puedo darme por vencido, tiene que aparecer, Amelia es muy hábil para esconderse en cualquier sitio y hasta que no encuentre su cuerpo, voy a seguir buscando. - El detective insistía en encontrarla.

  - Romero y Calatrava le pegaron un tiro, es imposible que haya sobrevivido.

  - Esos detectives no me inspiran confianza Juan, Amelia intentaba decirme algo cuando ellos le dispararon. - Nacho no paraba de darle vueltas a lo sucedido.

  - ¿Qué estás intentando decirme? - Preguntó el detective queriendo saber.

  - Que algo raro se traen entre manos y tengo que averiguarlo, voy a estar pisándoles los talones para saber lo que quería decirme Amelia antes de que cayera al mar. - Le contestó a su compañero dejándolo en un mar de dudas.

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Después de estar esperando a que Amelia llegara y que su hermana y Mateo insistieran en que se fuera a casa, Luisita necesitaba entender por qué la mujer que creía que era el amor de su vida la engañó, por qué no llegó a su cita como planearon si era lo más importante para ella y por qué no tenía delante sus ojos color miel que tanto le hablaba de amor si era la luz que le daba claridad a sus días. Se sentía perdida y sin encontrar ninguna explicación a lo que había sucedido, llegó a su casa acompañada de los pilares más importantes de su vida y que nunca la dejaban sola para así encontrar apoyo en su hombro y que llorara todo lo que hiciera falta para intentar olvidarse de la mujer que le había destrozado el corazón.

  - Luisita sé que es difícil todo lo que pasó pero tienes que levantarte. - Le decía Mateo a su amiga que se encontraba tirada en la cama llorando.

La abogada no paraba de llorar y sin hacer caso a lo que le decía el abogado.

  - Luisi, llora todo lo que tengas que llorar, desahogate todo lo que quieras con nosotros pero por favor levántate. - Hablaba María acariciándole la cara quitándole las lágrimas.

  - No sé cómo hacerlo María, tengo el corazón destrozado. - Le contestó a su hermana desconsolada.

  - ¡Luisita mírame! - María le cogió la cara con sus manos para decirle lo que pensaba.

  - Tú siempre has sido una mujer fuerte, sin miedo a nada, capaz de superar todos los obstáculos que se te pongan por delante..., siempre quise ser como tú, valiente, aventura y con agallas, una mujer digna de todo lo que tiene porque con su esfuerzo se lo ganó, por favor, no te rindas ahora. - Le dijo María emocionada por mirar su cara llena de lágrimas y ver que le faltaba la luz y la alegría que siempre tenía.

  - María yo la amaba, le entregué todo mi corazón sin quedarme ni un solo pedacito para mí, me salvó la vida dándome la alegría que hace tiempo no encontraba, me besó como nunca antes nadie lo hizo, me invitó a comer mi helado favorito y me declaró su amor sin importarle que su vida estuviera en peligro..., ¿Tú crees que todo eso se puede olvidar, María? - Le preguntaba a su hermana con las pocas lágrimas que le quedaban.

  - Amelia te engañó y nunca te contó la verdad de lo que hacía.

  - Tengo la esperanza de que venga a buscarme y me dé una explicación a todo lo que hizo.

  - Amelia no va a venir Luisita, entiéndelo. - Rompía el silencio Mateo que había permanecido callado para no interrumpir la conversación de las hermanas.

Lo que en ti veoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora