Natalia llegó relativamente temprano. Después del tan esperado encuentro, ambas tuvieron tiempo de recuperar los años perdidos, pues una vez finalizados sus estudios, el destino las llevó por distintos caminos, Ana se trasladó a la gran ciudad, mientras que Natalia se había quedado en su lugar de origen, allí trabajaba como maestra de grado, pues ambas amigas habían estudiado magisterio, recibiéndose a la vez y con buenos promedios. Natalia, entonces, después de graduarse, consiguió un empleo, rápidamente, en la escuela donde habían sido alumnas desde niñas. Las dos amigas se presentaron ante las autoridades, con el fin de solicitar empleo, sin embargo, decidieron contratar solo a Natalia cuyo currículum había deslumbrado más que el de Ana, quien, derrotada, decidió marcharse a la ciudad para probar suerte; si bien le habían ofrecido un puesto en una editorial de un periódico de poca fama, no era el trabajo con el que había soñado, pues, apilar diarios en cajas no estaba en sus planes durante sus años de estudio; sin embargo, el miedo a la desaprobación por parte de sus padres y a quedar en ridículo ante su núcleo personal, la obligaron a mentir, suplantando su verdadera tarea por la de escribir una columna literaria semanal, en el suplemento de interés general del periódico donde actualmente se desempeñaba, que, afortunadamente para ella, solo se editaba en la ciudad. Así, sus padres, orgullosos, podrían asegurar "Mi hija es columnista en un periódico", en lugar de "Mi hija es acomodadora de cajas en un periódico irrelevante". Lo que más anhelaba Ana era enorgullecer a sus papás, y demostrarles que había triunfado y que, todo el sacrificio que ellos hicieron por ella, había dado sus frutos.
Natalia no había cambiado nada, seguía tan delgada y moderna como siempre, pues vestía su metro setenta y cinco centímetros con la ropa de más calidad que se vendía en la capital. Sus carteras engalanaban aún más su presencia, y su cabello negro largo hasta la cintura contrastaba con sus labios siempre pintados de rojo. Natalia era una auténtica femme fatal, demasiado exagerada para ser maestra, aseguraba Ana, que lo había pensado siempre, ¿por envidia?... quizá.
Le había garantizado dos días juntas, puesto que la gripe no le permitía ir a trabajar, sin embargo, estaba pensando pedirle al médico que prolongase su estadía alegando una posible faringitis, debido a que Natalia creía que estaba trabajando en la editorial y nadie, bajo ningún punto de vista, debería enterarse de que estaba yendo al colegio a trabajar como auxiliar, con el fin de descubrir la identidad de una tal Verónica Warren, joven desaparecida en circunstancias misteriosas, y que, pese a estar ajena a ello, a no interesarle un caso ya sepultado, se había transformado en su mayor obsesión.
Ana aprovechó que su amiga estaba en el baño y escribió en su libreta
Lista de pendientes:
1. Visitar a Rosa López.
2. Desenmascarar a Isabella.
3. Hablar con la vidente.
Esos dos días los pasarían juntas, en casa, pues necesitaban recuperar el tiempo perdido, no obstante, al tercer día visitaría al médico y luego a la vidente, como Natalia debería acompañarla, tendría que ser capaz de inventar alguna excusa pasajera.
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LA DESAPARICIÓN DE VERÓNICA WARREN
Mystery / Thriller"Hace frío allá afuera" fueron las palabras que la condenaron. Ana es una escritora amateur que, por falta de inspiración, se concentra en el caso de la misteriosa desaparición de una jovencita de la que nadie parece saber nada, aunque muchos son...