Su llegada a Torres de marfil había sido premeditada, pero incierta, se encaminó hacia sus puertas buscando inspiración, la desaparición de una adolescente sería un buen tema a desarrollar, sin embargo, quedó atada a desempeñar un rol de alguien desconocido, de una tal Eva Medina, por quien se hizo pasar al confundirla con la misma y que, por gracia o desgracia del destino jamás había ido a reclamar su puesto adquirido, ni su identidad robada. Durante unos largos e intensos meses, Ana, bajo la piel de Eva, había sido partícipe y testigo de las situaciones más extremas, cargaba consigo, desde su llegada, sendos misterios, no obstante, ignoró, quizá el más enigmático de todos como conocer quién era en realidad Eva Medina. Sea quien fuere, ahora ese nombre, el cual nunca había sido reclamado, se había trasformado en su escape, en su proceder, en su propia encrucijada, en su máscara, pues Eva Medina era Ana Suárez y Ana Suárez era Eva Medina, cual guion sacado de una obra del teatro del absurdo. A pesar de que nunca se haya cuestionado acerca de aquella misteriosa mujer o muchacha, a veces pensaba en ella, en sus rasgos, su contextura, su carácter, el motivo por el cual pidió empleo en aquel desapacible sitio, olvidado por el mundo. Era más que evidente que Eva no residía en el pueblo, debido a que, todos allí aceptaron, sin queja alguna, que Ana actuara bajo ese nombre, pues Eva Medina era desconocida para ese microcosmos por el que actualmente se movía Ana. En ciertas ocasiones soñaba con Eva, con su inminente aparición o su trágica desaparición, imaginándola, al igual que Verónica, carbonizada, víctima del cazador del bosque ¿Acaso sus personalidades se hubieron fusionado?, ¿era eso posible? ¿Acaso Eva Medina se veía como Ana? ¿Acaso Ana estaba perdiendo no solo su cordura sino, junto con ella, su identidad?
Desde su regreso al colegio, las cosas parecían no haber cambiado mucho, de echo, nadie la había indagado acerca de su prolongada ausencia, la única que parecía haberla extrañado era Isabella, quien, por fortuna, ya se encontraba totalmente recuperada de su brazo, Ana, ahora, respiraba aliviada. Sus visitas eran más frecuentes, en sus ratos libres, solía visitarla en su habitación y allí se quedaban durante horas charlando, supo así, que Isabella era una gran consumidora de animes y que también le gustaba leer, por lo tanto, descubrieron un nuevo punto de encuentro, la biblioteca, no era tan grande como imaginaba, quizá, pero le bastaba para tomar alguna lectura interesante y dejarse llevar por su contenido, abriendo así, un portal hacia un mundo por descubrir.
—Nunca juzgues un libro por su portada.
—¿Cómo decís? —Ana apartó la vista del elegido.
—Nunca juzgues un libro por su portada. Estuve estudiando tus movimientos y noté que miraste la tapa sin siquiera leer el título y lo elegiste al instante, por lo que viste.
—No exactamente, lo elegí porque me parece interesante —respondió con el libro aún en sus manos.
—¿Y qué lo hace interesante?
—El hecho de que en su tapa haya un bosque oscuro y una silueta caminando.
—Como el bosque que te obsesiona —Isabella miró a Ana y esta bajó la mirada para luego dejar el libro donde estaba.
—¿Ves? Eso se llama juzgar un libro por su portada —Una sonrisa se disimuló en sus labios—. En realidad es un libro de ensayos filosóficos.
—Nadie dijo que no me interesaran.
—Los libros son como las personas, ¿no te parece?
Mientras recorrían los estantes repletos de la biblioteca del colegio, Isabella paseaba su dedo por los lomos de los libros apilados sin siquiera rozarlos.
—Cada libro contiene su propia historia, desde la primera página hasta la última se narran situaciones realistas o extraordinarias, el personaje principal conoce otros personajes y antagonistas que dejan huella en su vida. Toda historia tiene un nacimiento, un conflicto y una muerte... como las personas.
—No juzgues un libro por su portada —repitió Ana—, no te dejes llevar por las apariencias de las personas.
Su teléfono anunció un mensaje entrante y fue, en el momento en el que lo tomó, cuando sintió un suave abrazo, las manos de Isabella eran tan suaves, Ana apoyó su cabeza en el hombro de la joven para luego leer con tranquilidad.
Hola Eva, soy Rosa López, estuviste en mi casa días atrás pidiendo información del internado, y quedé en escribirte para concretar un encuentro, este viernes a las siete te espero.
Ana sonrió y continuó abrazando a Isabella.
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LA DESAPARICIÓN DE VERÓNICA WARREN
Mystery / Thriller"Hace frío allá afuera" fueron las palabras que la condenaron. Ana es una escritora amateur que, por falta de inspiración, se concentra en el caso de la misteriosa desaparición de una jovencita de la que nadie parece saber nada, aunque muchos son...