CAPÍTULO 7

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    Aquella mañana de domingo no fue diferente al resto, sin embargo, esperaría a Lucía a almorzar, ella era una de las pocas empleadas que contaba con la llave de la editorial, y con la excusa de haber dejado la billetera con los documentos en el escritorio, accedió a prestársela, además, era la única que escuchaba todos sus problemas sin chistar.

  Una vez que llegó a la editorial, colocó la llave y le dio dos vueltas, ya adentro, dirigió sus pasos hacia el galpón de los periódicos olvidados, aquellos que jamás fueron editados por diversas razones. Se encontró con muchas cajas, no iba a poder hallar lo que buscaba aquella tarde, sin embargo, no habría mejor oportunidad. La idea, entonces, era llevarse consigo la caja que marcara la fecha exacta de la desaparición de la joven, sin embargo, solo contaba con el año, 2014, "cuatro cajas" pensó, "no puedo llevarme cuatro cajas a casa". Sacó una por una y las apiló, pesaban muchísimo, y no contaba con vehículo para llevarlas a su departamento, pues, había dejado el auto en la cochera, ya que, generalmente, se dirigía a la editorial caminando. Se sentó en el suelo a pensar y, cuando estaba a punto de llamar un taxi, sus ojos se le iluminaron con un pensamiento fugaz "¡El siete de abril!" Esa era la fecha, así que, feliz por su descubrimiento, volvió a guardar las tres cajas restantes y se llevó la que guardaba los periódicos hasta el diez de abril.

  El trayecto hasta su casa le pareció eterno, si bien la caja no pesaba demasiado, sus ansias por encontrar material sobre este caso misterioso podían con ella, además estaba anocheciendo. Cruzó la avenida principal con su típica deserción de domingo, sus nervios aumentaron cuando notó que el celular no paraba de sonar, anunciando que tenía un mensaje entrante. Con el teléfono en el bolsillo, las llaves en el otro bolsillo y la caja entre sus manos, llegó a su hogar. Se sirvió un vaso de jugo de naranja y llevó todo hasta su habitación, pues antes de revisar el contenido, prefería bañarse y comer algo. Unos mates agilizarían la búsqueda, así que, ya en pijama, decidió empezar a buscar... "El mensaje", se acordó de pronto, tomó el celular y leyó "mensaje entrante de... ¡¿Verónica Warren?!" Lo tiró por los aires y se quedó hecha un bollo entre las sábanas. El teléfono seguía sonando y desde su escondite podía leer, llamada entrante de Verónica Warren.

LA DESAPARICIÓN DE VERÓNICA WARRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora