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Revuelta

Un embarazado chico corría por todo karmaland, plantaba bombas, robaba armas, construirá refugios y olvidaba comer, todos parecían preocupados por el chico del binnie, a penas se alcanzaba a notar un pequeño bulto en su abdomen pero podían ver qué cada vez se le dificultaba más correr, le faltaba el aire, le costaba mantener el ritmo y solía tener ataques de asco en cuanto se detenía un momento, a eso se le sumaba que solia comer poco pues, según sus palabras "la venganza no espera a nadie" y él no sería quien la haría esperar.

—pato, estoy cansado, tenemos que irnos — el híbrido oso mencionó, en realidad no estaba cansado, tal vez si un poco aburrido, pero sabía que el menor no había probado comida en todo el día y eso no era bueno para el pequeño patito que venía en camino— ¡vámonos!— se quejó de nuevo moviendo al chico mexicano de un lado a otro

Ambos chicos se encontraban fuera de la alcaldía, sentados lo suficientemente lejos para no ser vistos por los guardias pero lo suficientemente cerca para ver lo que sea que sucediera, quien salía, quien entraba y deseaban poder escuchar las voces pero aun no lograban instalar los micrófonos, un embarazado Quackity intentaba resolver como esconder todo el cableado mientras escuchaba al hibrido oso.

—¿Puedes esperar media hora más?— preguntó con evidente cansancio en su voz, últimamente esa era su voz siempre, cansada y con rastros del aire que le faltaba

—no, tengo demasiado sueño y, además, ¿Qué es tan importante como para hacernos esperar ¡en el sol! Por tanto tiempo?— aunque la duda era honesta, tenía la ligera esperanza de hacerlo cambiar de parecer si sabía por qué estaban ahí

—escuché que Luzu recibirá un cargamento hoy — mencionó simple, queriendo que el tema se quedara ahí, pero el mayor aún lo veía con ojos inquisitivos, Quackity suspiró antes de continuar — un cargamento de armas especiales, si logramos conseguirlas seríamos dueños de Karmaland, tendríamos el lugar que merecemos, la alcaldía — sus ojos no brillaron al decirlo como esperaban ambos que lo hicieran.

Ese pequeño detalle demostraba que no era toda la historia, algo más quería, algo buscaba y no era tan simple como robar armas una vez más, con algo de duda el mayor decidió preguntar una de nuevo, tentar su suerte y conseguir el resto de una historia mal contada, una historia contada desde un corazón que amenazaba con romperse cada que mencionaba la alcaldía o al alcalde.

—Quackity, me suena a algo más ¿Qué más lograremos si tenemos esas armas?— preguntó casi en silencio, evitando molestar al híbrido pato

—conseguire verlo — respondió igual, en un susurró que contenía todo el dolor acumulado que cargaba su alma — conseguiré ver a Luzu, siento que el patito lo quiere ver, es como un extraño vacío en el estómago que se calma cuando le cuento al patito de como su otro papá lo ama — las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos y fue el momento en el que supo que debían resistirse, la misión fue un fracaso — pero no puedo asegurar que su papá lo ame.

Rubius lo entendió todo, erra momento de salir de ahí, reviso su alrededor para ver que fuera seguro salir del pequeño escondite.

—espera un poco pato— susurró el mayor sintiendo como el menor le estiraba la camisa y después lo empujaba — pato... hay muchos guardias, tienes que esperar

—es que... — el chico jugaba con su cabello, estirándolo un poco, enredándolo en sus dedos y finalmente escondiéndolo en su gorro — tengo hambre

Esas palabras cambiaron el panorama, la prioridad era salir, en cuanto vio una oportunidad, tomó la mano del niño pato y lo sacó de ahí.

—comeremos croquetas, son mi especialidad, a veces las quemo pero normalmente me salen increíbles

Ambos chicos caminaban de regreso a la construcción de la casa blanca, aún no era el edificio gigante e imponente que todos sabían que sería, pero era algo, un pequeño lugar, un refugio alejado de todos los que podían hacerles daño.

— importa una mierda si Luzu no lo ama, nosotros le daremos todo el amor que necesita— mencionó Rubius mientras cocinaba— ahora come tus croquetas que el pequeño bebé las necesita

Aún salía alguna que otra lágrima de los ojos del chico pato, pero esas palabras habían logrado tranquilizar su adolorido corazón.

¿Es mi hijo? [Luckity]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora