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Luzu llegó a la Casa Blanca con tranquilidad, golpeo la puerta que fue abierta inmediatamente por el semi oso con una sonrisa cargada de tranquilidad y arrogancia.

—bienvenido a la cueva de los crímenes, alcalde, me alegro verlo — la sonrisa de Rubius se agrandaba con cada palabra— jamás pensaría que tendría a la representación del bien en esta casa, ya sabe, tan perseguidos estábamos que creí imposible que usted estaría aquí

—deja de molestarlo— una voz conocida lo salvo de los chistes del semi oso— arriba esta la habitación de Charlie, llévalo lo mas rápido que puedas, te recomiendo taparte los ojos cuando pases por la sala

—hola Quacks, yo también estoy bien, gracias por preguntar — vio al chico pato sonreír con ternura y disculparse con aquellos ojitos negros que brillaban bajo su mirada, se veía tan lindo, una pequeña mancha roja decoraba su adorable rostro, el mayor creía saber de que era pero prefería no preguntar, esos no eran sus asuntos y el menor podía tener un lado muy sadico que prefería no conocer en su totalidad, aunque siendo sincero tenia una muy buena idea de lo que se podía tratar, vamos, aquel intento de revolución lo dejo muy claro, aunque nunca lo admitiría en voz alta pues era como dejar que su alcaldía se viera débil pero también era insultar al chico que mas miedo le daba en el mundo — ¿cómo sabré qué habitación es la de Charlie? — pregunto aun viendo aquellos ojitos negros que amaba

—tiene su nombre en grande en una puerta— se encogió de hombros viendo a su hijo dormido — wow, apenas son las— volteo a ver al reloj colgado en la salida de aquella linda casa— las 3 pm, no va a dormir nada en la noche— suspiró algo cansado— pero sinceramente hoy prefiero que se mantenga dormido, hace mucho que no usábamos la casa para esto, desde que Charlie nació de hecho, así qué tal vez que este dormido es lo mejor que podemos hacer

—usarla para qué— preguntó sinceramente asustado

—te lo explico en un momento — sonrió el menor, ese tipo de sonrisa que si no lo conocieras parecería sincera felicidad, como si el chico te estuviera contando su sabor de helado favorito o como si estuviera hablando del último capítulo de alguna serie que ama — por cierto— el alcalde se detuvo a escuchar al mas pequeño — me alegro que estes bien — el chico pato se acerco a darle un corto beso en los labios, el alcalde simplemente olvido todos sus problemas en los labios de Quackity, no necesitaba mas para confiar en lo que sea que a ese chico se le había ocurrido

—bajo en un momento — le susurro para darle otro pequeño eso en los labios y  salir de ahí con dirección al cuarto de su hijo dentro de la Casa Blanca

El cuarto era grande, ciertamente había sido diseñado solo para aquel pequeño extremadamente hiperactivo pues cada pared tenia algo distinto para que el pequeño jugara, tenia una pared de escalada que parecía no ser usada por el niño, pues las huellas eran mil veces mas grandes que los pequeños pies, una pared estaba completamente pintada en pintura para pizarra, la pared se veía bastante usada, al parecer era la pared favorita del niño, otra pared tenia imanes con letras con los que podía hacer palabras, aunque tenia un par de groserías arriba, Luzu se imaginaba que los tíos del niño también solían usar aquellas paredes para dibujar, formar palabras y escalar, tal vez las usaban incluso mas que el niño, sonrió al ver el nombre de Charlie en tiza, mal escrito lo que le hacia saber que esa letra algo complicada de leer y con no muy buena ortografía si era de su pequeño "sharly" podía leer.

—buenas noches, mi amor — le susurro al niño dejándolo en su cama y viendo como el niño inmediatamente reconoció el lugar pues se acomodó, abrazó a un peluche que el alcalde pudo reconocer, ese pequeño oso se lo regaló a Quackity en una de sus tantas salidas, al parecer ahora era de su hijo, salió de ahí antes de no poder hacerlo mas, su lindo hijo le impedía pasar tanto tiempo sin él, ver a Charlie era como una necesidad que tenia que cumplir todo el tiempo, dejarlo era tan difícil como dejar de respirar, no tenerlo entre sus brazos era tan complicado como hacer que su corazón dejara de latir, amaba al niño mas que cualquier otra cosa en el mundo, así que cuando escucho al chico pato gritar su nombre se le hizo complicado dejar a su hijo pero finalmente se fue de ahí — así que... — murmuro cuando tuvo al chico pato entre sus brazos — que tenias que decirme

La tranquilidad y paz se rompió en dos segundos y en su lugar unas inmensas ganas de vomitar lo abrazaron, sentía el terrible olor de algo casi en descomposición, sus oídos querían olvidar aquel horrible sonido de una mujer llorando y pidiendo perdón a gritos y sus ojos querían olvidar aquel rostro de dolor que la mujer tenía, estaba horrorizado, tal vez las cosas estaban peor de lo que imaginaba.

—ella es la directora de la escuela ¿sabias que se llama Gia?— el chico pato parecía tan normal alrededor de ella, casi como si no le afectara en lo mas mínimo todo lo que sucedía y tal vez así era — si huele feo es porque no se esperó — Quackity giró los ojos exasperado — se orino y defecó en sus pantalones, pudimos haberla dejado ir al baño pero prefirió llorar hasta que no aguantó mas y arruino la sala

—¿qué planean hacer con ella?— era la primera vez que Luzu sentía realmente miedo hacia Quackity, antes sabia que no le haría daño, que todo lo que hacia era por enojo, por hacerlo sentir dolor, por mantenerlo en expectativa por un siguiente movimiento, jamás había visto la verdadera forma en la que el menor se enojaba, la directora tocó algo sagrado y ahora pagaría por eso

—ella decidió burlarse de nuestra familia, cariño — el corazón de Luzu latió con rapidez, Quackity le dijo cariño — yo no permito que nadie se ría de mi familia

Los gritos de la directora aumentaron, podía verse el pánico en su mirada.

—¿pueden sacarla de la sala? Charlie esta dormido — habló Luzu sorprendiendo a los demás

—no pensé que fuera así, alcalde — nuevamente Rubius se burlaba del alcalde — tan frío, sin sentimientos, es una ciudadana mas de Karmaland, juró protegerlos ¿dónde esta su lealtad al pueblo?— la risa de Rubius no tardó en llegar haciendo al alcalde sonreír también

—no hay lealtad a los que intentan destruir a mi familia

Cochi y Beni tomaron la alfombra que estaba debajo de la directora estirándola para llevarla al sótano intentando no manchar nada mas.

—amaba esa alfombra — susurró Quackity con cierto tono triste

—no te preocupes, amor, te compro una nueva cuando termine todo esto — Luzu abrazo al chico pato por la cintura dejándolo frente a el, beso sus labios con cuidado y acariciando su espalda— te amo— le susurró viendo los ojitos del chico brillar con emoción — te amo Alexis Quackity, te adoro con toda mi alma, te amo con cada pequeña parte de mi ser, te amo como no tienes idea, no sé que me hiciste pero estoy profundamente enamorado de ti, si esto es parte de ti, no le temo a nada, si es parte de ti lo acepto, lo único que sé es que quiero pasar el resto de mi vida a tu lado y no lo volveré  a arruinar por tener miedo— un lindo beso sello aquellas palabras en una promesa — en cuanto esto termine nuestras vidas van a cambiar para mejor

El chico pato asintió y se dejó llevar por aquellas caricias.
Rubius y Alexby no parecían estar de acuerdo pero se veían sinceramente felices por la felicidad del niño pato al que habían cuidado tanto tiempo, tal vez era momento de dejar de odiar a Luzu.
En aquella casa, con gritos y llanto de una directora estupida, Luzu y Quackity se amaron una vez mas.

¿Es mi hijo? [Luckity]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora