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This is why we can't have nice things
*menciones de aborto y otros temas delicados

A Sapopeta le encantaba la linda familia que vivía en el centro de la ciudad, ambos buscaban ayuda y él no era quien para negarse, aunque directamente no le habían comentado nada, él erudita sabía cada secreto de aquel pequeño pueblo liderado por el karma, el viejo hombre buscaba la comprensión universal, que nadie tuviera problemas, que todos vivieran en la armonía total, pero no le temía a meter las manos al fuego por aquellos chicos que habían estado tanto tiempo a su lado; aun recordaba hace algunos años cuando Quackity llegó a pedirle ayuda.

Hace cinco años el chico pato se encontraba desesperado, problemas era poco para lo que tenía, estaba aterrado, no tenía idea de lo que haría, apenas comenzaba la guerra y él estaba esperando a una respuesta que parecía no llegaría nunca, estaba embarazado y era de nada mas y nada menos que del alcalde, Luzu, el hombre que mas odiaba, el que alguna vez fue el amor de su vida y en ese momento le estaba haciendo el peor daño que alguien le podía hacer en el mundo.

—así que un bebé— mencionó el de barba mientras veía al chico pato sentado en un sillón frente a él, sus ojos se encontraban llorosos, sus manos temblaban, estaba desalineado y se veía más delgado que antes, cosa que era raro pues el menor estaba embarazado— ¿no estas feliz? Es un pequeño niño, ambos se amaban tanto, sé qué tal vez ya no se aman pero el bebé no tiene la culpa de estos problemas...

—lo odio— mencionó el pelinegro, las lagrimas comenzaban a brotar de nuevo.— odio a ambos, no estoy listo para tener un hijo, soy demasiado joven, el imbecil de Luzu no se va a hacer cargo y no se puede hacer cargo, es un idiota y este bebé— se señaló al estomago — ya intenté de todo, dejé de comer, he tomado alcohol, pastillas, incluso sigo peleando, golpes, patadas, puñetazos, balas, bombas, he hecho de todo y el estupido bebé sigue vivo— comenzó a llorar en gritos mientras se tapaba el rostro.— no sé que más hacer, estuve pensando en que si lo tengo puedo dejarlo en la casa de Luzu, pero tengo miedo, él seria capaz de engañarlo y dañarlo

—es un bebé— susurró sapopeta— es un pequeño ¿cuanto tienes de embarazo?

El pelinegro lo vio confundido, en realidad había contado semana por semana, debía multiplicar mentalmente pero nunca fue muy bueno para las matemáticas.

— siete semanas— murmuró viendo a la nada— como un mes y tres semanas — con sus dedos contó de nuevo, parecía estar en lo correcto — ¿por qué?

— aun estas dentro del tiempo seguro para abortar— dijó Sapopeta no muy convencido, en realidad no quería deshacerse de ese pequeño bebé, sabia que Quackity muy dentro lo amaba, podía escuchar su corazón cuando hablaba del pequeño y este latía de forma distinta, mas calmado, con mas ternura, mas feliz

—¿estás seguro?— el erudita escuchó de nuevo sus latidos, irregulares, tal vez miedo, tal vez asco, tal vez enojo, no podía saberlo con seguridad pero estaba seguro que los sentimientos no eran placenteros, el chico tenia miedo, no odiaba al bebé pero le aterraba la idea de ser padre

—claro, piénsalo un tiempo y regresas, antes de las 12 semanas, tres meses aproximadamente — mencionó dandole la seguridad al menor

—gracias sapopeta — susurró con una sonrisa, parecía feliz pero internamente sus latidos eran de asco

Unos meses después el chico pato regresó, tenia el estomago más abultado, lo acompañaba Rubius quien se veía bastante preocupado, 13 semanas marcaban el calendario, se pasó por una semana pero estaba seguro de poder ayudar al chico aunque también sabía que era un poco más peligroso.

—quiero que me expliques algo sapo— habló Rubius sentando a Quackity quien tenia un suéter con las mangas colgando hasta sus manos, se veía incomodo, tomaba la punta de las mangas y las bajaba con fuerza evitando que se subieran en lo más mínimo, el mayor creía saber qué era pero no quería presionarlos a contarlo

¿Es mi hijo? [Luckity]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora