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Rubius no dejaría a sus pequeños por nada en el mundo

—gracias por traerlo, estoy seguro que estar con su padre le hará bien

Rubius había llegado recientemente a la casa de Luzu, tenia a Charlie entre sus brazos algo dormido, era tarde para un niño tan pequeño, en su mochila se encontraba empacada ropa para apenas pasar dos días en aquella casa, algunos juguetes pero no sus favoritos para asegurarse de que el pequeño pediría llamar a su tío y que este le llevara el resto de sus juguetes, el entrar en ese espacio le hacia sentir nauseabundo al semi oso, la casa tenia ese toque familiar que no lograba tener la Casa Blanca por sus constantes cambios, Luzu vivía en un vecindario lindo, algo alejado del resto de las casas pero aun así un lugar cómodo en donde cualquier persona mataría por vivir, lo sentía hipócrita, había estado ahí un montón de veces cuando visitaba al pato, recodaba ver a su lindo pato correr por la casa para enseñarle las fotos lindas que tenía con Luzu, incluso podía decir que el chico vivía mas ahí que en su propia casa.

—¿dónde esta Quackity?— preguntó con desagrado cuando vio a Luzu tomar al pequeño entre sus brazos y llevarlo a un sillón cercano a la entrada, aun podía vigilar al pequeño.

El semi oso quiso llorar, dejar al niño con el que había vivido los últimos cuatro años de su vida en una casa que el pequeño no conocía, con su padre privado de la libertad y su otro "padre" siendo un imbecil que no merecía para nada su cariño, "y si saco a Charlie de aquí y me lo llevo a casa" se planteo seriamente, eso no era un delito, a final de cuentas Luzu no sabía prácticamente nada de ese niño, no podía convivir con él de un día para otro, no podía dejar a un pobre niño con dos adultos irresponsables.

—dormido, no creo que puedas verlo en este momento — negó levemente con la cabeza

—despiértalo, siempre tiene tiempo para nosotros — respondió molesto ¿este quién se creía? Decirle a él que no podía ver a Quackity

—no creo que él quiera eso— respondió simple elevando los hombros y dandole una mueca de incomprensión

—¿y desde cuando te importa lo que él quiera? Hasta donde sé nunca respetaste lo que el niño quería ¿ahora te vienes a hacer al santo? No te queda, Luzu— Rubius comenzaba a irritarse, él estaba enojado. Sus cejas fruncidas y sus labios apretados eran indicadores de su malestar. Su mirada ardía con intensidad, y su mandíbula se tensaba con cada palabra que pronunciaba. La ira se apoderaba de él, y su cuerpo parecía estar en constante alerta, como si estuviera listo para estallar en cualquier momento.— deja de fingir que te preocupas por él y dime cual es su habitación

—te dije que en este momento no te puede ver — redoblo la apuesta ante el malestar del contrario, no iba a permitir que le hablaran así ¿quién mierda se creía que era el estupido oso? — si te estoy diciendo que no, es no ¿lo comprendes? O eres tan estúpido como para no entenderlo

—¡suficiente!— gritó en un arrebato de ira entrando hasta el sillón en donde se encontraba Charlie y elevándolo entre sus brazos, el niño se despertó asustado al escuchar el grito de su tío, Charlie estaba asustado, y decir asustado tal vez era poco, sus ojos se agrandaron y sus manos temblaban. Su pequeño cuerpo se encogía, buscando protección. Los latidos acelerados de su corazón eran audibles mientras su respiración se volvía rápida y superficial. Buscaba refugio en el abrazo de su tio, buscando consuelo en medio del miedo que lo rodeaba.— ¡Charlie se va conmigo hasta que dejes de ser un idiota!

—no puedes llevártelo— le contestó condescendiente, se sentía totalmente en control de la situación

—claro que puedo, es mi sobrino y mientras su padre este en prision domiciliaria la custodia es mía, te recuerdo que en lo que hiciste firmar a Quackity mencionaba que la custodia se queda a cargo de sus familiares mas cercanos y esos somos Cochi, Beni, Alexby y yo, no tienes ni una sola palabra aquí— su respiración se agitaba mas a cada palabra que decía, no le iba permitir jugar así con su familia, lo logro con Quackity por miedo pero no lo lograría con él

—en eso estas equivocado, la custodia me la quedo ¡yo!, soy su padre

La tensión podía cortarse con un cuchillo, el ambiente se sentía pesado y terriblemente incomodo, el aire estaba tenso y cargado, como si la ansiedad flotara en el ambiente. Los silencios se prolongaban, y las miradas evitaban encontrarse. Nadie se atrevía a hablar, y cuando lo hacían, sus palabras eran cortantes y tensas. Las posturas rígidas y las sonrisas forzadas revelaban una clara incomodidad. El tiempo parecía detenerse, y cada segundo se sentía más pesado. Ambos anhelaban un escape de aquel ambiente opresivo y deseaban que la calma y la armonía retornaran. Aunque siendo sinceros "calma y armonía" no era la mejor forma de describir la situación, tal vez inquietud y discordia eran mas adecuados, pero todo era mejor que ese momento.

—¿qué derecho crees que tienes sobre Charlie?— pregunto en burla, su mirada estaba perdida con el toque de odio ¿a caso esa familia odiaba tanto a Luzu? Últimamente juraba que solo le veían con el mayor y mas puro odio que existe en el mundo

—es mi hijo, ya te lo dije, tengo tanto derecho de estar con él como tu, no me creas un imbecil, conozco mis de...

—¿pueden callarse de una vez?— escucharon ambos la voz de el chico del binnie acercarse a ellos con un gesto de molestia en su rostro, el cabello desordenado por haber estado durmiendo — gracias por venir y traer al niño, Rubius, hola mi amor ¿cómo está el niño de papi?— pregunto cariñosamente haciendo al niño sonreír y estirar sus manos en señal de pedirle a su padre que lo cargue —¿tienes sueño? Tienes cara de sueño, Charlie — el niño asintió lentamente antes de soltar un bostezo haciendo reír a su padre y tío

—estaba dormido cuando llego aquí, lo lamento pequeño, mi intención no era despertarte— le susurro, el niño volvió a asentir, no parecía tener muchas ganas de hablar

—ayúdame a dejar al pequeño en mi habitación, Rubius, después hablaremos de todo esto— fulmino con la mirada a Luzu

—Luzu es un imbecil, me queria quitar al niño ¿le contaste que es su hijo? — preguntó Rubius cuando se encontraban alejados de él mencionado

—escuchó nuestra conversación— respondió simplemente encogiéndose de hombros

—es un imbecil— repitió con molestia

—tienes que aprender a aguantarlo, porque estarás todos los días aquí ¿verdad?— pregunto el chico peli negro

—lo intentare pato, te lo prometo

Mientras, en la sala, un Luzu molesto moría de celos esperando a que Rubius se fuera.

¿Es mi hijo? [Luckity]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora