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Libros, cajones, saqué cada cosa que tuve a mi alcance, moví estantes, sillas y cuadros, todo mientras cuidaba el walkie-talkie, era mi única vía de comunicación con el chico pato mexicano, perderla en ese momento arruinaría la misión por completo y no es por presumir, pero nunca he arruinado una misión y... justo ahí estaba, no puedo creerlo, es tan estúpida que lo dejo en el lugar mas obvio posible, pegado con tape abajo del escritorio, tal vez no parece muy obvio pero conozco las mañas de ese periódico, no seria la primera vez, ni la ultima seguramente, que tengo problemas con él, creo que la primera vez fue cuando Quackity perdió las elecciones.

—¿sigues ahí?— pregunte al walkie-talkie esperando a que el niño mexicano me respondiera

—aquí estoy —susurró, su voz cargaba nerviosismo, hace demasiado tiempo que no sentía a Quackity así de asustado

—creo que tengo lo que necesitamos — le respondí apagando inmediatamente la comunicación y bajando el volumen casi al cero, no podía arriesgarme a que algún movimiento en falso o sonido saliera de este, revelaría toda la misión o al menos perdería la confianza que parecían tenerme los encargados del lugar

Aunque mas que confianza debo admitir que parece miedo, en cuanto me vieron llegar todos se pusieron en alerta y subieron a los niños a los salones, el chico pato no me dijo que contenía la información que fue dada a esta escuela pero algo con mi nombre debe tener o tal vez solo tienen miedo por las fotos que solía subir el diario de Karmaland en la época de las bombas, el periódico local, el lugar mas ruin para trabajar, son personas que no tienen la mas mínima compasión por el resto de individuos, les encanta el dinero y la fama, la noticia de mi niño Charlie les da ambas, como lo hizo la noticia de las elecciones de ese fatídico día, nunca me había llenado de sangre las manos hasta ese momento, no podía permitir que nadie se burlase del chico al que acababan de aplastar como si no fuera nada, aun lo recuerdo como si hubiera sido apenas ayer.

Quackity lloraba aun en su habitación, apenas comía, estaba encerrado desde hace mas de 30 horas, le pasaba agua y jugos por la puerta, de todas formas el menor no consumía ninguno de estos, se había dedicado a sacar cada lagrima que podía contener su cuerpo, cada pequeña gota de esperanza había salido por sus ojos, salió por sus labios en gritos ahogados y desgarradores, salió en golpes a objetos, todo su enojo se vio representado en lo que ahora eran las ruinas de una habitación bien acomodada, una pequeña habitación en el segundo piso de la casa de Rubius y entonces llegó, el diario de karma la de llegaba todas las mañanas a su casa sin falta, le era dejado en la puerta y él lo recogía a medio día para leer lo que le parecía importante, ese día no fue la excepción, caminó hacia la puerta en donde recogió el diario envuelto, grande fue su sorpresa y enojo al encontrar en primera plana una foto del chico pato llorando, sintió odio real, de aquel que sientes cuando lastiman a un amigo, a tu ser mas querido, a alguien con quien tienes confianza, a alguien que quieres y que has visto destruido, en ese momento vio rojo, todo era dolor y enojo, salió de su casa, dispuesto a pasar por encima de cualquier cadaver con tal de que aquella foto fuera borrada y lo consiguió, mucha sangre después consiguió que aquella foto y noticia fueran borradas de los periódicos, ni siquiera el chico pato conocía de la existencia de esa información y jamás conocería aquella historia, ese día supo que estaba del lado del lado de Quackity incondicionalmente, nadie volvería a dañar a su niño.

—apúrate en regresar, creo que voy a vomitar del estrés — mencionó Quackity, me quise burlar de él pero no lo vi prudente

Lamentablemente mi boca es mas rápida que mi cerebro y de todas formas termine burlándome.

—¿estas seguro que fueron los nervios? La vez pasada creímos que te había hecho mal la comida de Leli y nueve meses después nació Charlie— podía sentir como Quacks rodaba los ojos y escuchaba un fuerte bufido con odio— ya me voy, no hagas ruido, voy a volver a salir por la misma puerta y pasar en frente de todo el mundo— le susurre en un aviso para que estuviera consiente, abrí la puerta casi de un golpe después de asegurarme de que la oficina se veía intacta, en realidad hice muy buen trabajo, parecía que nadie había pasado por aquel lugar pero el pequeño sobre que se encontraba pegado bajo el escritorio ahora se encuentra escondido entre mi ropa— hola, disculpa, creo que es mejor irme si no tienen tiempo de atenderme, pero me gustaría sacar cita para venir otro día

La chica detrás del escritorio no parecía feliz de verme, sinceramente parecía asustada y no lo entiendo, aun no hago nada.

—claro— la chica sonrió, le regrese la sonrisa con un pequeño asentimiento de cabeza — puedo darte la cita para el jueves, hoy es martes, dos días mas — afirmó escribiéndolo en una nota y pegándolo cerca de su escritorio, tomó otra nota y escribió la fecha de la cita, me dio la notita y volví a asentir — lamento que no te pudieran atender hoy, la directora esta algo ocupada

—¿en qué?— y de nuevo mi boca actuando más rápido que mi cabeza, la chica enrojeció un poco, tal vez dijo algo que no le permitían decir

—oh, bueno, hay algunos periodistas esperando a hablar con ella, es complicado — murmuró buscando salir de ese enredo

—comprendo — le dije transmitiéndole confianza con la mirada, tal vez podía conseguir un poco mas de información

—oh si, es que hubo un problema con algo de Papeleria — continuó hablando, tal vez darle la confianza es lo mejor que pude haber hecho

—¿en serio? ¿Qué clase de problema?— la chica tenia los ojos brillantes, como si quisiera soltar todo en ese momento

—el alcalde vino hace unos días a inscribir a su hijo, al parecer la Papeleria tenia algo importante porque la directora vendió la Papeleria e información al diario— admitió finalmente la chica con una enorme sonrisa

—eso es muy malo, no creo que el alcalde esté muy feliz — le dije buscando su aprobación, cosa que conseguí inmediatamente al ver a la chica asentir

—pienso lo mismo— admitió — pero no se le puede hacer demasiado — se encogió de hombros —  disculpa, me hace falta un nombre para agendar su cita

—Rubius, soy el Tio de Charlie, necesito hablar de un tema que tiene que ver con su Papeleria

La chica palideció inmediatamente y yo me aguante las ganas de reír, le estaba eternamente agradecido pues me dijo todo lo que necesitaba, pobre chica, tal vez comunicar cosas no era lo suyo.
Por otro lado la sangre de Quackity hervía en enojo, tenia a la culpable y un muy evidente plan de homicidio

¿Es mi hijo? [Luckity]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora