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Sin juicio pero sentenciado

Luzu regresaba a la alcaldía con el documento en mano, sonrió para si mismo, mentalmente había practicado mil veces como le daría la noticia a Quackity, conocía al menor o al menos hace unos años habría estado totalmente seguro de como actuaria ante esa noticia, los nervios le carcomían, no estaba 100% preparado y no porque la noticia de su sentencia no fuera algo que el menor se esperaba, todo lo contrario, esperaba ser condenado por todos sus crímenes, por algo se entregó voluntariamente, lo que no esperaba era la sentencia, prisión domiciliaria suena bien si lo piensas bien, estas en la tranquilidad y comodidad de tu casa, con las personas que ya conoces rodeándote, un oficial de policía va cada tanto a ver cómo estás y cumples la condena, el pueblo se entera de lo qué haces, de que te entregaste, de que estas haciendo las cosas bien finalmente y todos están felices ¿cierto? Pues no era así, cuando llego a la alcaldía de nuevo pasaba el medio día y en su oficina lloraban dos adultos y un niño despidiéndose, un pequeño de apenas cuatro años que no comprendía lo que pasaba, un adulto de cabello azabache que abrazaba a su hijo sin intención de soltarlo y Rubius... ¿por qué Rubius estaba llorando? ¿A caso Luzu no le tenia la suficiente empatía al semi oso para comprender el dolor de perder a Quackity?

—lamento interrumpir— mencionó entrando a su oficina en donde un azabache rápidamente se limpio las lágrimas con las largas mangas del hoodie de Luzu, el alcalde quería explotar de ternura, ver al menor con su hoodie entre brazos le hacía difícil la tarea de concentrarse, tenia que ser el malo en ese momento, tenia que ser mas fuerte y hacer su trabajo de alcalde, tomó aire y se atrevió a hablar de nuevo una vez que vio el rostro de odio de Quackity, ya habían pasado 5 años ¿aun no lo perdonaba? Incluso tuvo un hijo con otro hombre, tenia que perdonarlo de una vez, le parecía ilógico e inmaduro que no...

Escuchó al chico pato carraspear exasperado, Luzu parpadeo rápidamente, se perdió en sus pensamientos, no podía hacer eso de nuevo, no era profesional.

—y ¿bien?— comenzó el peli negro— ¿ya tienen la fecha de mi juicio?

—si, de eso quería hablarles — se obligó a apartar la mirada de Quackity para dirigirse a Rubius, le molestaba aun mas la sonrisa de superioridad del chico oso—hablé con Vegetta — el rostro de Rubius cambio, ahora quien sonreía con superioridad era Luzu, bingo, dio donde duele — con el juez Vegetta — fingió corregir— no habrá juicio, fue una discusión interna y decidimos entre ambos tu sentencia, ya habías firmado la hoja— le recordó ganándose la mirada de odio del semi oso

—no puedes hacerlo firmar algo que aun no lee— alegó molesto

—esta bien, Rubius, lo hice por nosotros — susurró Quackity tomando a su hijo entre sus brazos y jugando con el cabello de este

—como decía, Vegetta y yo firmamos tu hoja de sentencia, no necesitas un juicio publico y enfrentarte a las criticas— logró obtener la atención de ambos chicos, y por primera vez ninguno de los dos lo veían con odio, hasta podía decir que en los ojos de Quackity había algo de agradecimiento — decidimos que era mas importante saber que tu y tu hijo estarían bien, me imagino que ser padre y estar tanto tiempo alejado de tu hijo les haría daño a ambos y el gobierno karmaliense cree en el sano desarrollo de la infancia, así que estuvimos de acuerdo en prisión domiciliaria

—bien, empecemos con la Papeleria para llevarnos a Quackity — Rubius parecía la persona mas feliz del mundo, sonreía plenamente feliz, tomó algunos juguetes de Charlie que se encontraban regados por el suelo para meterlos en la mochila del mas pequeño, quien se encontraba dormido entre los brazos de su padre

Por otro lado Quackity soltaba lagrimas ahogadas en pequeños besos que daba en la cabeza de Charlie, se notaba sinceramente feliz, Luzu creía comprenderlo, estar siempre con su pequeño, no cambiar tanto su vida pues al final de cuentas en realidad ninguno salía mucho de casa, por algo tardaron tanto tiempo en encontrar la Casa Blanca, de nuevo estaba perdido en sus pensamientos hasta que lo recordó, no les había contado todas las implicaciones de la prisión domiciliaria.

—claro, Papeleria, Quackity necesita o, yo, Quackity estará en prisión domiciliaria pero tiene que ser en una casa aprobada por el juez y la única aprobada es— las sonrisas se desvanecían mientras Luzu hablaba, la pequeña felicidad que podía ver brillar en los ojos de Quackity se apagaba para darle entrada a una mirada de rencor, odio e incluso tristeza, la mochila de Charlie volvió a caer al suelo tirando todo su contenido, algunos juguetes, dulces y jugos que ahora se encontraban esparcidos por todo el suelo de su oficina, el tiempo se detuvo justo ahí, todo iba demasiado lento, Charlie se despertó por los gritos desesperados de Rubius aclamando que aquello salido de sus labios era una injusticia, Quackity intentaba calmar a lo que parecían dos niños, le susurraba a Rubius que estaba bien, que era mejor de lo que habían pensado al inicio, que aunque tampoco amaba la idea aceptaría cualquier cosa si eso hacia que su pequeña familia estuviera bien, que no se molestara en luchar

—¿qué mierda Luzio? — lloraba Rubius — ¿prisión domiciliaria en tu casa? — preguntaba enojado, su voz contenía un cierto odio, dolor y tal vez algo de cansancio

—Rubius, por favor cálmate, todo estará bien— la voz de Quackity seguía calmada— por favor, solo quiero que ustedes estén bien, acepto Luzu, acepto todas tus condiciones, solo no le hagas daño a mi familia

es lo mejor que podemos hacer— Admitió Luzu con una sonrisa, mucho había pasado en esas dos horas que se habían sentido como apenas unos segundos —te prometo que estará bien todo, les están preparando una habitación para Charlie y para ti, saldré un momento para que sellen en recepción tu sentencia, en un momento vendrá alguien a proporcionarles una copia para que puedan leer todo el documento

En cuanto salió de la oficina escuchó un fuerte grito desgarrador seguido de un sollozo "mierda, soy un estupido" escuchó decir al chico pato, sintió su corazón detenerse por un segundo, creía que todo estaba bien, pero el chico se encontraba llorando detrás de esas cuatro paredes "Rubius, tenias razón" "siempre la tengo, patito" la sangre le hervía, no tenia derecho de llamarlo así "lo odio, lo odio ¿lo sabes? Odio a Luzu" el enojo no duró lo suficiente, tal vez era momento de alejarse de la puerta, no podía seguir escuchando eso "y sabes qué es lo que mas odio de él" pero no era lo suficientemente fuerte para separarse de aquel lugar en donde escuchaba en la seguridad de la distancia todo lo que ocurría dentro de aquella mente tan difícil de descifrar "¿qué es lo que mas odias?" Estaba desesperado quería escucharlo ya, si Quackity lo odiaba tanto quería saberlo " Odio que Charlie lo ame tanto, velo, esta tan tranquilo, acostumbrado a vivir entre el caos, tan acostumbrado que volvió a quedarse dormido, odio que Charlie se parezca tanto a él ¿has visto esa sonrisa? Nadie podría negar que es igualito a su padre, es tan parecido a Luzu..." entonces decidió dejar de escuchar la conversación, tenia un fuerte dolor de cabeza y una opresión en el pecho que no le dejaba respirar ¿él es el padre de Charlie? Tenía que haber escuchado mal

¿Es mi hijo? [Luckity]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora