Me casé enamorado y con la esperanza de que, con el paso del tiempo, Agatha se fijara en cada uno de mis sentimientos. Pero con los años, lo único que he sido para ella es un títere, un simple muñeco que usa a su divino antojo para conseguir lo que más desea.
He querido divorciarme, alejarme y nunca más volver a saber nada de ella, pero tiene un poder que no entiendo que me somete a permanecer a su lado.
Sería muy estúpido de mi parte seguir amándola, sabiendo que en estos diez años juntos, no ha hecho otra cosa que humillarme y burlarse de mí en mis propias narices. Aun así, con su poco interés en mí y su falta de amor, guardo una pequeña esperanza dentro de mi corazón que se fije en mí, que me note y me tenga en cuenta como su esposo. Que su corazón al fin vea al mío por igual y me ame sin prejuicio alguno, porque malditamente sigo amando a esa mujer de mirada fría y distante.
Algo debe estar muy mal conmigo al permanecer junto a una mujer que no siente más que repudio por mí, pero entre cada intento de alejarme, el amor que siento por ella, me ha impedido irme de su lado.
Durante este matrimonio, he hecho todo lo que me ha pedido. He estado para ella en cada momento, siendo incondicional y leal, pero por más que me esfuerce en hacerme notar, no he logrado nada. El fastidio en su mirada no me pasa desapercibido, lo que rompe mi corazón y me hace pensar que jamás seré yo el amor de su vida.
Muchas veces me pregunto por qué sigue a mi lado, si parece odiarme y no tolerar mi presencia. Sus besos son fríos y sin vida alguna. Sus manos jamás me han brindado una dulce y ardiente caricia, y su cuerpo, aunque responde al roce de mis manos, jamás se ha hecho uno solo con el mío; no hay ninguna conexión que nos una. Siempre que la tengo debajo de mí y mi corazón siente que va a explotar de dicha por sus palpitaciones agitadas, su mirada me baja de un solo tirón de las ilusiones que me hago.
Duele, pero ya me resigné. Sé que mi esposa jamás me va a amar como yo la amo a ella, más me conformo con estar a su lado día a día, aunque su corazón jamás vaya a unirse con el mío.
Me hace tanto bien estar a su lado, pero a la vez es tan dañino que prefiero mantenerme en el limbo para dejar de pensar en lo felices que podemos ser y no lo somos.
¿Qué más puedo hacer para que me acepte? ¿Cómo es la manera correcta de llegar a ella? ¿Acaso lo estoy haciendo mal? Todos los días mi mente se satura de cientos de preguntas, mientras que mi corazón se hunde en lo más hondo de un pozo.
La observo mientras comemos en silencio nuestro desayuno. Sigue tan hermosa como la primera vez que la vi. Sus ojos azules son como una red, que te envuelven y no te permite siquiera respirar una vez te atan. Sus labios rojos son tan suaves y carnosos, pero sobre los míos, carecen de vida, forma y color. Muy pocas veces me besa, y cuando lo hace, se siente tan forzado.
«Te destruyes porque quieres y tú solito», las palabras de mi padre son un látigo de realidad.
Pero ¿cómo le digo a mi corazón que deje de amarla y de añorarla? Es mi esposa, la mujer que he amado toda mi vida y con la única que deseo formarlo todo. No puedo verme con nadie más que con ella.
—¿Qué? ¿Por qué me miras tanto?
—Eres muy hermosa.
Cruzamos mirada y baja la taza de café que sostiene en sus manos.
—¿No tienes nada mejor que decirme? Eso ya lo sé, no tienes que repetirlo siempre.
Desvío la mirada sin saber qué responderle. En mis intentos de ser dulce con ella, siempre me cohibe su actitud arrogante.
—Te recuerdo que tenemos una cena con nuestras padres esta noche. Llega puntual y usa el traje que te dejé sobre la cómoda.
—No se me olvida la cena —hizo una mueca de disgusto.
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Cautivo[✓]
RomanceLa venda que Karim lleva por muchos años en sus ojos, caerá tras la presencia de una dulce jovencita que le hará replantearse su vida, en especial, ese matrimonio en el que lleva preso por tanto tiempo y del cual no ha podido escapar.