•Capítulo 25•

3.6K 346 31
                                    

Karim

Conforme fueron pasando los días y fui conociendo a Noa, todo de ella comenzó a atraerme con una fuerza sobrenatural. He querido ignorar ese latir desenfrenado que presiento en el pecho cada vez que la tengo así de cerca a mí, pero no puedo simplemente hacer de cuenta de que no existe.

Desde su sonrisa hasta su dulce y hermosa mirada, me altera de sobremanera. El olor de su perfume en cada espacio de mi oficina, la calidez de su presencia, su bonita figura en mis pensamientos ha jugado en mi contra desde ese primer día en que mis ojos cambiaron la forma de verla.

Antes la quería proteger a toda costa porque no era más que una niña indefensa y que había caído en el lugar equivocado ante mis ojos, pero ahora desearía poder descubrir esa mirada de mujer sensual y tierna que posee. Esa mujer que, con una sola mirada y una sola sonrisa, es capaz de hacer latir con gran fuerza a mi corazón. 

Alexandre me dijo que esto era normal, que no debía botarle mente sabiendo que había estado por diez años con la misma mujer y que los gustos y las atracciones momentáneas podían aparecer luego de la separación, pero es que la única que ha despertado ese interés después de tanto tiempo, ha sido Noa. Por mi mente no hay ninguna otra mujer que encienda mi piel y ponga a mi corazón como un loco. No hay otra a la cual me guste admirar con disimulo y cuando nadie está pendiente de mi existencia. Nadie me atrae como ella.

Sé que no debo perder la cabeza, pero es ella la culpable de que ya la esté perdiendo. A veces incluso pienso que no debí hacerle caso a mi madre cuando me dijo que le diera un lugar como mi secretaria, pero debo darle razón, Noa está llena de capacidades y me sorprende lo bien que se adapta a las circunstancias y su gran determinación. Admiro que quiera aprender todo lo que ahora es nuevo para ella. Es una chica bastante inteligente y capaz. 

Nublé mi razón para tener el valor suficiente para decirle cómo me hace sentir antes de cometer una locura. No soporto cada vez que Alexandre se le acerca y le coquetea con total descaro sabiendo lo mucho que me gusta y tampoco tolero que otros la miren y deseen hacerle daño.   

—Mierda, necesito otro trago —quería darme vuelta y enterrar la cabeza en la tierra, pero Noa no me soltó la mano—. Yo... olvida lo que dije, ¿sí? No estoy ebrio, solo suelo cometer estupideces. Pero que me gustes no es una estupidez, es la realidad. Tienes razón, es mejor irnos al hotel. Perdóname, arruiné la noche. 

—¿Por qué te gusto yo? —preguntó, ignorando mi tartamudeo y mis palabras sin sentido.

—No lo sé —me encogí de hombros—. Quizás me gustes por tus bonitos ojos azules, o ese camino de pecas que se extiende por toda tu piel a la vista, o tal vez tus labios tentadores, o puede que se trate de lo inteligente, capaz y buena chica que eres. Tal vez se trate de tu transparencia y tu buen corazón, o porque con tu sola presencia un mal día se convierte en uno más llevadero —suspiré—. No sé por qué me gustas tanto, Noa.

Guardó silencio por largos segundos, torturando mi de por sí presente ansiedad. Me sentía como un reverendo idiota. La noche empezó tan bien y nos divertimos mucho en la cena, hasta que se me ocurrió la brillante idea de invitarle un trago.

¿Qué rayos estaba pensando en ese momento? Por supuesto que ella es una chica decente y de casa. Una chica que hasta ahora está empezando con su vida adulta y no conoce lo que es la vida nocturna.

¿Por qué diablos no la llevé a caminar por la playa en lugar de traerla a un bar, si no soy de frecuentar estos lugares? Como es de costumbre, solo pensé en mí y no en ella. Creí que beber un trago sería suficiente para tener un poco de valentía, pero con muchas cosas de whisky encima, no tengo el valor para enfrentarla. 

Cautivo[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora