•Capítulo 15•

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—Sé que un perdón no hará diferencia alguna a estas alturas del camino, pero realmente te estoy pidiendo perdón desde lo más profundo de mi corazón, Agatha. Hace diez años pensé solo en mí y en mi felicidad. Y tú lo eras todo para mí en ese momento, más nunca me detuve a pensar en la tuya. Perdóname por haber sido tan egoísta y obligarte a casar conmigo sabiendo que no me amabas. Quizás si me hubieras hablado con la verdad desde un principio, me hubieras pedido ayuda con tu... hijo, nada de esto estuviera pasando, porque en lugar de darte la espalda, te hubiera dado la mano. Jamás quise hacerte daño, aun así, te lo hice al mantenerte a mi lado, pensando que algún día me amarías. 

—Que sea la primera y última vez que mencionas a mi hijo —la mirada que me dedicó me dejó en claro su odio—. Amárrenlo. 

Dos de sus hombres me amarraron y me dejaron junto a Noa. No le quité la mirada de encima a la mujer que una vez amé con locura y me culpé de haber arruinado un poco más su vida. Trato de ponerme en su lugar y entender esto que está haciendo, pero la venganza no hará que nada cambie. Por más que nos haga sufrir, nadie podrá devolverle a su hijo ni todos esos años que perdió a mi lado.

—Si crees que esto te hará feliz, hazlo. Pero déjala ir a ella. Noa no tiene que ver con nada de esto.

—¿Y arriesgarme? Esa niña sabe muchas cosas que no debería —se sentó en una silla y me miró con esa arrogancia de siempre—. No soy tan estúpida como tú, Karim. ¿Crees que no me di cuenta de que sabías el contrato? Ella debió aceptar, pero no, quiso hacerme pasar más trabajo. De no haberte entregado ese contrato, te aseguro que todo hubiera marchado sobre ruedas.

—No fuiste muy inteligente dándole ese contrato a ella.

Esbozó una sonrisa maliciosa.

—Sé que nunca te fijarías en esa mocosa tonta e inocente, pero debía hacerles despertar algún interés, después de todo, ella sería tu incubadora.

—Ella es un ser humano, Agatha, no un objeto que puedas usar a tus anchas.

—Me da lo mismo lo que sea. La necesitaba para que nada fallara, pero debo confesar que me sorprendió que no aceptara todo lo que le ofrecí.

—Es una buena chica.

—Es una estúpida —zanjó—. Tuvo la oportunidad de salir de esa mísera de vida que llevaba y darle lo mejor a su abuelo y dejó escapar la paloma de la mano.

—No todos bailan por el dinero.

—Discutir esto contigo no tiene ningún sentido —desvió la mirada al hombre y lo señaló—. Despiertenlo. No tenemos tiempo que perder. Debemos irnos antes de que ese detective de pacotilla haga acto de presencia y lo arruine todo.

Guardé silencio mientras veía como le tiraban un balde de agua al hombre, pensando en la forma de salir cuanto antes. No puedo sacar mi teléfono de mi bolsillo y activar mi ubicación, eso sería arriesgarme demasiado y poner en sobre aviso a Agatha. No tengo más opción que esperar un descuido para escapar con Noa.

—A-Agatha, mi amor —se veía confundido y sorprendido de estar atado, pero más al verme allí—. ¿Qué está pasando? ¿Qué hace el aquí? ¿Por qué me tienes amarrado?

—Nada malo, mi vida. Simplemente estamos en una reunión familiar.

—Este juego no es nada divertido, Agatha. Sueltame.

—Yo creí que sí te gustaría, ya sabes, con eso que te la vivías insistiendo para que dejara al inservible de mi marido.

—Me dijiste que lo dejarías y nos iríamos juntos muy lejos de todo esto.

—Claro, yo soy una mujer de palabra y siempre la cumplo —sonrió y sacó el arma con la que me había apuntado para traerme a este lugar—. Solo que en mis planes nunca hubo cabida para ti, mi cielo. ¿Qué creíste, que olvidaría de la noche a la mañana tu abandono?

—Dejaste ese hecho atrás. Me perdonaste, ¿lo olvidas? Yo te amo y lo sabes, mi amor.

—Por supuesto que me amas —asintió—. Amas la vida de rico que soy capaz de ofrecerte. Amas los lujos, los carros costosos y vivir como un maldito rey. Amas el dinero que sale de mis bolsillos, más no a mí, ¿o me equivoco?

—Las cosas no son así. Ya te lo expliqué antes. Tu madre me amenazó e hizo que me expulsaran del país.. Ya hablamos de esto y muchas veces, yo pensé que creías en mí, pero veo que no es así. Me conoces, sabes que sería incapaz de mentirte.

—Las palabras son solo eso; palabras. No vamos a suponer con un presente diferente, porque lo que pasó nadie lo puede deshacer —se levantó de la silla y se acercó a él—. Eres un maldito cobarde, que lo único que busca de las mujeres es su dinero y posición. Me endulzaste el oído hasta enamorarme, pero cuando más te necesitaba, preferiste dejarme a mi suerte. Jamás te voy a perdonar, Vladimir. Jamás pude arrancar de mi corazón todo el daño que me hiciste —quitó el seguro del arma y la cargó, por lo que el hombre se tensó y negó repetidas veces con la cabeza—. Antes era una estúpida que te lo permitía todo con tal de verte feliz, pero ahora es diferente. Tey mi madre hicieron a esta mujer que hoy tienes de frente.

—¿Qué haces con eso? Baja esa arma, mi amor. Hablemos, ¿sí? —le suplicó con el miedo brillando en sus ojos—. Quedamos en olvidar el pasado y empezar una nueva vida juntos. Tú sigues siendo mi dulce niña, la única mujer que he amado y amaré con locura. No cometas una locura, mi amor.

—No haces parte de mi nueva vida, cariño.

Puso el cañón en su cabeza y las lágrimas se desbordaron de los ojos del hombre, pero ella no se inmutó ante eso.

Hasta último momento pensé que Agatha era más inteligente y no cometería una estupidez, pero mi corazón se congeló en el instante en que varios disparos resonaron en mis oídos y la sangre de ese hombre cubrió parte de la ropa de su asesina y del suelo.

—No es como lo que tenía en mente, pero se siente bien soltarse de esas cadenas —Agatha se giró hacia mí y no vi en ella ni una pizca de remordimiento—. Es maravilloso librarte de ese ser que solo te dio dolor, ¿no crees?

Las palabras no salían de mi boca y no era para menos. Todo mi cuerpo no dejaba de temblar y mi corazón latía muy deprisa en mi pecho. Lo mató a sangre fría y sin darle tiempo de nada.

—Bueno, pasemos a la siguiente de la lista —recargó su arma y se acercó a su madre, moviendo su cuerpo con su pie—. Sé que estás despierta, mamá.

—Esperaba este día desde hace un tiempo atrás, solo que pensé que serías más inteligente. En cuanto me mates, tu padre irá detrás de ti.

—De mi padre me encargaré después, así que no te preocupes tanto por él, mamá —soltó una risita—. Qué irónica es la vida, ¿no? Un día tú me trajiste a este mundo, pero también me la quitaste al arrebatarme a mi hijo de mis entrañas. Llegó el momento de pagar tus errores, querida madre.

Agatha no sería capaz de asesinar a su propia madre, a la mujer que le dio la vida y la crio, ¿o sí?

«Demonios, tengo que sacar a Noa de aquí antes de que la siguiente en la lista sea ella».

—¿K-Karim? —escuché la voz temblorosa de Noa y Agatha la miró de reojo.

—No seas impaciente, muñequita. Dame un par de minutos y estoy contigo.

—Te sacaré de aquí, te lo prometo —susurré y sus ojos se llenaron de lágrimas—. ¿Confías en mí, Noa? —se mordió el labio inferior, evitando soltar en llanto—. ¿Confías en mí?

—Sí...

—Te lo prometí —le sonreí aunque mi corazón latía de temor—. No voy a dejar que te hagan daño.

Cautivo[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora