•Capítulo 12•

3.8K 371 27
                                    

Contrario a como se sentía Noa, yo sí estaba muy preocupado por lo que Agatha era capaz de hacerle. Puede que no tema porque sabe que su abuelo está a salvo con mis padres, pero no debería confiarse mucho porque esa mujer tiene agarras y en cualquier momento las puede sacar a relucir. Creo que esta vez, asustarla con un secuestro y su abuelo, no será suficiente.

Intenté trabajar y no pensar en nada malo, pero sentía muy adentro de mí un mal presentimiento, como si algo andara mal y era ajeno a mis ojos. Agatha ha venido actuando extraño los últimos días y anoche terminó de confundirme al buscarme, pero por más que trate de llegar a lo que quiere, ella me lleva por otro camino y termino igual de enredado en su juego. No sé qué pensar ni qué esperar de ella.

Solo me queda esperar que ese detective que contrató mi padre sí sea eficiente y me diga lo que esa mujer busca verdaderamente de mí.

La incertidumbre por saber de Noa me estaba matando, por eso decidí irme a casa temprano, pero antes de ir a ella, fui hasta el centro comercial y compré un teléfono celular para Noa. De ahora en adelante podremos estar en constante comunicación y no tengo que quedarme con la zozobra en el pecho de lo que va a pasar.

La casa estaba en completo silencio cuando llegué, no había nadie más que los guardias de la entrada de la villa y alguno que otro rodando la casa. No había señal de Morgan ni de ningún otro empleado.

—Buenas tardes, Sr. Karim. Bienvenido a casa.

Me asusté al oír la voz de Noa a mi espalda y me di vuelta rápidamente, más no esperaba verla vestida con una falda tan corta que mostraba de más sus muslos y un escote tan pronunciado que dejaba a la vista sus atributos. Aunque no quería hacerla sentir incómoda al quedarme como idiota viéndola, no podía apartar la mirada de ella y su cuerpo. Su cabello se veía diferente y, sin duda alguna, ese leve rastro de maquillaje le quedaba muy bien, apesar de que no lo necesita porque es una chica muy bonita.

—Sé que no me veo nada bien, pero este fue el uniforme que su esposa me pidió que usara de ahora en adelante para "conquistarlo", pues me dijo que con esos pantalones viejos y gastados no estaba sacándole provecho a mis curvas.

—No es que no te veas bien, Noa. Lo que pasa es que... —guardé silencio por unos instantes, pensando en la palabra correcta—. Sí te ves muy diferente y bien, solo que es...

—Revelador, lo sé —bajó la mirada con las mejillas encendidas de rojo—. Pero es lo que debo usar para que capte su atención.

Agatha no tiene cerebro. Jamás he sido de fijarme en los atributos de una mujer, porque de ser así, no habría puesto mis ojos en ella sabiendo que carece de grandeza en su parte delantera y su trasero no es tan carnoso como realmente me gustaría. Aunque tampoco sé en qué me fijé de ella, porque buen corazón tampoco posee. Agatha solo es una cara bonita.

—Le haremos creer que ha sido así —me acerqué a ella sin que lo viera venir y me miró con los ojos bien abiertos—. Te compré un teléfono, es para estar en contacto cuando debas salir. Nunca se sabe lo que pueda pasar.

—N-no debió molestarse.

—No es ninguna molestia. Si llegas a estar en alguna situación peligrosa, vas a poder comunicarte conmigo.

—Gracias por preocuparse tanto por mí.

—Te metí en este asunto y estoy en la obligación de velar por tu seguridad —bajé el tono de mi voz—. Te pido disculpas de antemano por tocarte.

—¿Qué?

Saqué de mi bolsillo mi teléfono y me acerqué aun más a su cuerpo, quedando tan cerca que solo estábamos a centímetros de que nuestros labios se rozaran. Sin que las cámaras del pasillo captaran mi mano, dejé el teléfono entre su falda y su abdomen y me aparté sonriendo ladeado.

Cautivo[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora