•Capítulo 7•

3.9K 352 8
                                    

—¿Piensas que fue ella? Esto que me estás contando es una acusación bastante sería, hijo.

—¿Y crees que no lo sé, papá? Es de mi esposa de la que estamos hablando —suspiré cansado—. Sé que Agatha es una mujer complicada, con una actitud de mierda y un temperamento fuerte, pero me cuesta creer que ella sea capaz de hacer algo como esto. Si verdaderamente tiene a Noa, no estoy seguro de lo que sucedería. Es como si estos años hubiera estado casado con el enemigo.

—No saquemos conjeturas precipitadas, ¿sí? Vamos a investigar primero, ver cámaras y estar seguros de que Noa no se fue con algún novio.

—Fueron días los que crucé palabras con ella, pero no creo que sea de ese tipo de chicas. Ella aceptó trabajar de empleada doméstica, aún sin contar con experiencia, por la deficiencia de salud de su abuelo —le di una mirada al señor que hablaba risueño con mi madre y negué—. Es una jovencita que Agatha supo embaucar. Se aprovechó de sus problemas y quiso usarlos a su conveniencia, pero no contaba con que ella no iba a aceptar el dichoso trabajo.

Mi papá tomó el contrato en sus manos e hizo una mueca. Sabía que se estaba conteniendo para no decirme las cosas que realmente cruzaban por su mente, después de todo, ellos me lo advirtieron hace tiempo y nunca les hice caso. Mi amor por esa mujer siempre me ha mantenido tan ciego.

—No creo que sea dinero lo que quiera, pues su familia tiene suficiente para morir y volver a nacer—se quedó pensativo—. ¿Qué es lo que quiere esa mujer de mi hijo? ¿Mmm?

Ni yo mismo he sabido responderme esa pregunta por más que me la he hecho.

He tratado de ignorar el dolor que siente mi corazón, pero ha sido imposible. La decepción está a un paso de atacarme donde más duele y, por más que me diga que todo es mentira y una mala broma, la realidad es otra. Nunca me pasó por la cabeza que Agatha podría hacer algo como esto.

Puedo soportar su falta de amor por mí, pero que llegue a tanto, eso no lo podría tolerar nunca.

Ese nudo en la garganta y ese dolor en mi pecho me advierte que en cualquier momento explotaré, más no quiero que mis padres me vean mal.

¿Debí escucharlos en su momento? Aunque una parte de mí me diga que no, la otra me dice que sí. Esa obsesión y devoción enfermiza que sentía por Agatha no resultó como quería. Yo añoraba una vida feliz a su lado, pero por más que me quiera engañar a mí mismo, llevo diez años siendo el hombre más infeliz sobre esta tierra.

—Debo irme a la empresa.

—Ve, yo me haré cargo de todo —mi padre le dio una mirada fugaz al abuelo de Noa—. Y no te preocupes por él, nosotros lo cuidaremos.

—Gracias, papá.

—Siempre estaremos para ti, no lo olvides nunca, hijo.

Le di un fuerte abrazo a mi padre y besé la frente de mamá antes de salir de su casa. No sé qué sería de mí sin mis padres. Ellos han estado ahí conmigo, apoyándome en cada una de las decisiones que he tomado en mi vida, ya sean para bien o para mal. Nunca me han juzgado, a pesar de los errores que he cometido. Y, aunque al principio se opusieron a mi matrimonio, terminaron aceptándolo por mí.

***

Por más que tratara de ignorar todo lo que estaba pasando, llenándome de trabajo, no podía hacer oídos sordos a la situación. Fuera del dolor y la decepción que siento, me preocupa mucho la seguridad de Noa. No puedo quedarme aquí tan tranquilo hasta no saber que esa chica está sana y a salvo en su casa.

Cancelé las reuniones de la tarde y me fui a casa a buscar alguna señal que me diga dónde puede estar Noa. Más me llevé la sorpresa de ver a Agatha hablando con Morgan.

¿Qué hace ella a esta hora de la tarde en casa? No hay día que no llegue hasta la noche.

—Mi amor —se acercó a mí con una sonrisa que, el que sea que la viese, caería rendido a sus pies y dejó un beso en mis labios—. ¿Saliste temprano?

Sentí una revolución inmensa en mi interior. Mi corazón se aceleró ante el suave roce de su boca con la mía, pero así mismo se rompió en cientos de pedazos al saber que solo se trata de su increíble teatro.

—Sí. ¿Y tú? ¿No abriste la tienda hoy?

—Sí, pero no me he sentido bien y quise venir a descansar —apoyando su cabeza en mi pecho, le dio una mirada a Morgan—. Cuando esté la cena, nos avisas, ¿de acuerdo?

—Sí, señora. Permiso.

Morgan se retiró y Agatha se alejó de mí, limpiando sus labios con su mano.

—¿Qué haces en casa a esta hora? Se te olvida que eres el presidente de la compañía. No puedes darte el lujo de salir temprano, Karim.

—No te preocupes por eso. Ángel se hace cargo de todo en mi ausencia —sostuve su barbilla entre mi mano y sonreí—. ¿No estás feliz de verme en casa, mi amor?

—No hagas preguntas tan estúpidas —se liberó de mi agarre—. Estaré en mi oficina, así que no me molestes.

—¿Y Noa? —mi pregunta detuvo sus pasos—. Quiero un buen café.

—Esa niña renunció, así que dile a Morgan que te prepare uno o hazlo tú mismo.

—¿Renunció?

—Sí —se encogió de hombros—. Buscaré pronto otra empleada para que le ayude a Morgan. Ella ya no está en edad para hacer todo el quehacer sola.

—Que comprensiva —susurré y la oí resoplar.

—Hoy no estoy de humor para tolerar tus comentarios —se marchó a su oficina.

Fui directamente a mi despacho para ver los vídeos de las cámaras de seguridad del día de ayer, pero no había ningún archivo guardado, lo que llamó mi atención y despertó en mí un sinfín de dudas.

Llamé al encargado de la seguridad y el hombre se veía muy tranquilo en cuanto entró a mi despacho.

—¿Me mandó a llamar, señor?

—Así es. ¿Las cámaras de la casa están averiadas?

—Desde hace unos días han venido presentando algunas fallas, por lo que llamé al técnico, pero él ya se hizo cargo y todas están en correcto funcionamiento.

—¿Por qué no me dijiste que las cámaras estaban presentando fallas?

—Le avisé a la Sra. Leroy, así que no lo vi necesario.

—Entiendo. Eso era todo, puedes regresar a tu lugar.

—Permiso —salió sin agregar nada más.

Sin las grabaciones de ayer es imposible determinar con exactitud lo que sucedió con Noa. No creo en tanta divina coincidencia. Agatha supo mover sus fichas para no dejar ni una sola pista, pero lo que ella desconoce es que tengo en mi poder el contrato que le entregó a Noa.

Su descaro no tiene límites. Esa venda que ha estado por tantos años en mis ojos empieza a caerse por sí sola, y ese ángel que creí que era por fin empieza a mostrar su verdadera careta de demonia.

Seguiré caminando a su mismo son, pareciendo ser el mismo idiota y manipulable que se muere por ella hasta descubrir lo que quiere de mí y el paradero de esa chica inocente.

Cautivo[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora