•Capítulo 36•

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Una sonrisa se instaló en mis labios cuando sentí como un par de suaves y grandes manos cubrían mis ojos y a mi alrededor todos empezaban a cantar el feliz cumpleaños.

Mientras algunos de mis compañeros de la oficina y mi bello novio cantaban, pensé en lo poco que había pasado de tiempo y en lo mucho que he conseguido hasta entonces. No estoy segura, pero creo que han pasado unos ocho o nueve meses desde que empecé a trabajar para Karim en su casa, cinco de lo que sucedió con la loca destornillada y un poco más de dos meses siendo su novia.

¿No es eso una locura? ¿Quién diría que la nueva chica del servicio terminaría en una relación con su jefe? Todavía creo estar soñando, porque todo parece tan perfecto e irreal. Parece una historia de telenovela, como esas que a mi abuela le gustaba ver o un libro de romance y drama que Kristy, la única amiga que he hecho en la universidad, le gusta tanto leer.

—Feliz cumpleaños, mi bonita —susurró en mi oído, poco después de que quitara sus manos de mis ojos y las apoyara en mis hombros.

Hay pocos de mis compañeros a mi alrededor, cantando y sonriendo mientras Liz sostiene un enorme pastel de chocolate. Es increíble que haya llegado para celebrar mi cumpleaños, pero todavía más sorprendente que me contara lo que había sucedido y que venía a renunciar, puesto que se iría junto a Alex a Brasil.

¡Una total locura!

El fuerte aplauso que dan todos me sacó de un solo tirón de mis pensamientos. El pastel y todas esas velas quedaron frente a mí y solo podía escuchar los gritos de Liz para que pidiera un deseo.

Cerré los ojos y pensé minuciosamente en mi deseo. Gracias a Dios y el tratamiento, mi abuelo ha empezado a recuperarse de salud. Mi hermano aunque está lejos, está teniendo una buena vida en Europa. Tengo la oportunidad de estudiar en una buena universidad y trabajar en una de las mejores empresas del país. Antes me sentía muy sola, pero ahora tengo personas buenas a mi alrededor. Liz y Ari se han vuelto mis grandes confidentes, así como Kris. Fuera de lo imposible, no deseo otra cosa que seguir siendo feliz junto a todos ellos, en especial, junto al hombre que amo.

No necesito nada más en mi vida que esto, estar aquí y sentir esta calidez que me brindan todas estas personas tan maravillosas.

Cerré mis ojos y soplé las velas, deseando que todo esto tan maravilloso que me ha dado la vida nunca termine.

Otra ronda de aplausos más un suave beso en mis labios me hizo caer de pies en la tierra. Todos me veían emocionados mientras mi cara quería caerse de la vergüenza. Muchos ya saben de mi relación con el jefe, pero no deja de ser vergonzoso y un poco incómodo cada vez que él me besa o me abraza frente a todo mundo sin importar el qué dirán.

—¡Feliz cumpleaños, Noa! Ten aquí, mecha corta —Liz dejó el pastel en manos de Alex y reí—. Te deseo el mejor de tus días y muchos años más de vida. Aunque hace poco te conozco, te considero mi gran amiga —dejó en mis manos un regalo y un beso en mi mejilla.

—Gracias, también te considero mi amiga.

De ese regalo le sumaron muchos más y no sabía qué hacer ni qué decir. No estoy acostumbrada a este tipo de cosas, mucho menos a ser el centro de atención. Incluso los padres de Karim vinieron y compartieron con todos nosotros.

—Gracias a todos por este lindo detalle. No tenían que molestarse con todos estos regalos. Con el pastel y su compañía era más que suficiente.

—Los regalos no se niegan ni se rechazan, así que disfruta de todos ellos, hija. ¿De acuerdo? —dijo la madre de Karim y sonreí.

—De acuerdo.

No recuerdo cuándo fue la última vez que celebré mi cumpleaños con tantas personas, pero debo admitir que, pese a la nostalgia que me embarga, hoy ha sido diferente y bonito.

—Si te preguntas por mi regalo, ese te lo entrego después de una cena en mi apartamento —susurró Karim en mi oído y me mordí el labio inferior—. Claro, eso si aceptas cenar conmigo.

—Jamás le rechazaría una cena a mi novio.

Sonrió, antes de dejar un poco de crema de pastel en mi nariz.

Me siento avergonzada de que todas las miradas estén encima de nosotros y los suspiros no se hagan esperar cuando Karim limpia la crema que él mismo dejó en mi nariz para luego besar mis labios de modo breve y suave, dejándome con ganas de más. Pero me siento feliz de que nadie me juzguen por ser demasiado joven para el jefe o solo ser una simple secretaria.

Aunque a mí la edad ni la diferencia de clases me importa, porque para ser transparente y enamorarse no necesitas nada más que tener un buen corazón.

***

Me sentía muy ansiosa de que llegara la hora de salir e ir a cenar con Karim a su apartamento. Y quizás no precisamente para comer y recibir el regalo que mencionó, sino más bien para sentir de nuevo el roce de sus manos y su boca por mi cuerpo.

Me estoy comportando como una reverenda desvergonzada, pero es que sus caricias por mi piel son maravillosas. No puedo sacar de mi mente lo bien que me hace sentir cuando pierde el control y me hace enloquecer entre sus suaves manos.

Aunque no llegamos a más porque siempre saca excusas, me gusta lo que siento bajo su tacto. ¿Acaso me estoy volviendo una enferma o qué rayos? Por más que quiera entenderlo, no puedo. Jamás había sentido tantos deseos como desde aquella tarde en la que me devoró en la oficina. Liz resume que mi amor por él más las ganas de tenerlo entre mis piernas es algo normal y que pronto se dará lugar, porque la tensión sexual entre Karim y yo es palpable en el aire según ella.

—¿Lista para que te partan el bizcocho, belleza? —la pregunta sugerente de Liz me sacó una carcajada.

—No creo que algo suceda, de igual manera tomé tu sugerencia de ir... ¿preparada?

—Oh, eso es espectacular —sonrió pícara—. Ese hombre no va a resistirse más, menos con esa sexi lencería que traes bajo toda esa ropa.

Todavía me da algo de vergüenza e incomodidad hablar de estos temas con Liz, pero ella me ha ayudado a dejar miedos e inseguridades atrás. Al igual que me ha orientado y me ha hecho ir con su ginecóloga para que pueda planificar, alegando que soy muy joven como para quedar embarazada.

—Dime una cosa, Liz. ¿Estoy siendo desvergonzada?

—Por supuesto que no, mi reina. Todos sentimos deseo carnal. Que seas tú quien tome la iniciativa, no te hace una desvergonzada ni una lanzada. Además, Karim es tu novio. Pero lo más importante es que tú estás segura de hacerlo con él. No le botes mente. Si se da, déjate llevar por lo que sientes.

—Tienes razón...

—Siento haberte hecho esperar, mi amor. Pero ya sabes cómo es Alex —Karim llegó a mi lado y me tomó de la mano—. ¿Ya estás lista?

—Sí, vamos.

Nos despedimos de Liz y Alex y salimos en dirección a su apartamento. Me siento nerviosa porque Liz aseguró que la primera vez era dolorosa, pero segura de entregarme a él.

Cautivo[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora