•Capítulo 31•

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El resto de tarde trabajé ansiosa y queriendo que cayera la noche pronto, pero en cuanto terminamos todo el trabajo que teníamos acumulado, los nervios me jugaron en contra.

Sin que Karim se diera cuenta, fui al baño y me cambié el uniforme por la ropa que uso a diario, pero me sentí incomoda y mal de haber ido en mis jeans rotos y tenis. ¿Por qué no me dijo con tiempo y así me hubiera esmerado un poco más en arreglarme? Lo más probable es que me lleve a un restaurante fino. En esta vida no puedo tener tan mala suerte. ¿Por qué jodidos tengo que estar en mis ropas más feas el día que me invita a salir? Por Dios, todavía no puedo creer que vayamos a tener una cita. La emoción burbujea en la boca de mi estómago.

Con la moral por el piso y a punto de soltarme a llorar, salí del baño, encontrándome de frente con Karim y su bella mirada. Me regaló una sonrisa brillante luego de soltar un profundo suspiro.

—Pensé que te habías olvidado de nuestra cita —me tomó de la mano y dejó un suave beso en ella.

—Jamás lo haría.

—¿Ya estás lista?

Asentí y, en lugar de soltarme la mano para ir al estacionamiento, entrelazó nuestros dedos y me hizo caminar con él. Sentía las mejillas calientes con cada paso que dábamos por los pasillos de la empresa, pues podía sentir las miradas de los pocos empleados que todavía se encontraban allí. Pero a Karim eso parecía no importarle, es como si se hubiera olvidado del lugar que nos encontrábamos.

—Nos están mirando raro —murmuré, tratando de soltar su mano, más él se aferró de mí con firmeza—. Seguimos en la empresa, Karim.

—¿Y qué tiene, bonita? Ignora lo que digan y sus miradas, aquí los únicos que importamos somos nosotros —me acercó a su cuerpo en medio del ascensor y las dos chicas que allí se encontraban abrieron los ojos tanto como yo—. No tenemos que estar escondiéndoos de nadie. Tarde que temprano se van a enterar de que soy todo tuyo —dejó un casto en mis labios, y de no ser porque me tenía abrazada, me hubiese ido al piso.

¿Cómo se supone que responda a eso? Cada palabra y cada gesto que hace este hombre por mí me enamora más y más. ¿Qué hago con esa ilusión que arde con gran intensidad en el interior de mi pecho? El amor es un sentimiento tan bonito.

Por más avergonzada que me sintiera, estaba feliz de estar abrazada así con él. No quería que nadie se enterara porque podían llegar a inventar chismes de mí que no son ciertos, pero me hace sentir importante y única que, en lugar de esconderme, se atreva a besarme y abrazarme frente a sus empleados, siendo yo una empleada más.

Pude respirar tranquila en cuanto subimos a su auto y esas miradas curiosas, soñadoras y juzgadoras ya no estaban sobre mí. Durante el trayecto al restaurante nos mantuvimos en silencio, por lo que pude llamar a Margarita para que le hiciera compañía a mi abuelo mientras volvía a casa.

—¿Dónde estamos? —miré el complejo de edificios al que nos estábamos adentrando y Karim sonrió.

—En mi apartamento —dijo de lo más tranquilo y normal.

—¿Cómo así que en tu apartamento? ¿Y el restaurante?

—La cena es en mi apartamento —se rascó la nuca—. Si te molesta puedo dar vuelta y vamos a un restaurante.

—No me molesta, es que pensé que iríamos a un restaurante —reí tontamente, agradecida de no estar en público por ahora.

Una cosa es que nos vean juntos pocos empleados de la empresa, otra muy diferente que sean personas del común. Karim es un hombre muy importante y yo soy su secretaria, lo que sería muy raro de comprender.

***

No podía dejar de admirar cada esquina del apartamento de Karim. Era pequeño, pero hermoso y sencillo. La sala era espaciosa y se comunicaba con la cocina. Había unas pequeñas escaleras que, según Karim, daban a su habitación la cual solo tenía una cama. Me daba curiosidad de subir, porque había una división hasta la mitad y el resto se encontraba al descubierto.

—Ven —me tomó de la mano y me hizo salir al balcón, donde una mesa para dos y decorada de una manera muy hermosa nos recibió—. ¿Te gusta?

—Es hermoso —lo besé bajo la misma emoción que me recorría—. Gracias.

Me ayudó a sentar con una sonrisa enorme y me quedé perdida en la vista que nos ofrecía aquel balcón de la ciudad. La luna ya se encontraba iluminando el cielo y todas las luces de los edificios aledaños lo hacía una vista hermosa. La noche estaba fresca.

No sé en qué momento hizo todo esto, pero es hermoso y no puedo dejar de sonreír. No imaginé que mi primera cita sería junto a un hombre maravilloso y detallista.

—Son para ti —me dio el mismo ramo de flores azules que me llevó el día que fue a mi casa a pedirme una disculpa—. Debo confesar que esas flores me recuerdan a tus hermosos ojos.

—Se convirtieron en mis flores favoritas —confesé.

—¿Sabes? —tomó mi mano por sobre la mesa y entrelazó nuestros dedos—. Con esto de Alex entendí que vale la pena arriesgarse sin pensar en nada más que no sea en lo que siente tu corazón, porque hay personas que merecen lo mejor de ti. Es muy prematuro y sé qué quedamos en que nos conoceríamos primero e iríamos lento, pero yo no necesito conocer nada más de ti estando así por separado, ¿No crees que es hipócrita decirle a Alex que le dé el lugar que merece a Liz cuando yo no te lo he dado a ti? —mi corazón se saltó un latido—. Ya no es solo gusto y atracción lo que siento por ti, bonita. En un comienzo pensé que no volvería a enamorarme y la verdad no quería volver a pasar por una decepción igual o peor, pero te adentraste en mí sin que me diera cuenta de cómo ni cuándo pasó —me miró fijamente a los ojos y sonrió de una manera muy tierna—. Te quiero, mi amor.

Mi corazón estalló en mi pecho e incluso sentía que no podía respirar adecuadamente.

—No tienes que darme una respuesta ahora, puedes dármela después, pero lo que más deseo es que formalicemos nuestra relación. Quiero llevarte de la mano por donde sea y presentarte a todos como el amor de mi vida. Esta es la última vez que voy a mencionar el pasado, pero antes creí amar, y no fue hasta que te enredaste entre mi piel y mi alma que conocí lo que es el verdadero amor.

Si ante todas esas palabras no encontraba qué decir, cuando hizo silencio y levantó la tapa donde creí estaba la comida reposando, dejó a la vista una cajita donde tenía escrito "¿Quieres ser mi novia, mi bonita?", se me olvidó hasta mi nombre y que el mundo existía.

—Karim... —mis ojos se llenaron de lágrimas y rápidamente me haló hacia sí, haciéndome sentar en su regazo para darme un beso en la mejilla.

—No es necesario que me des una respuesta ahora.

—También te quiero —silencié sus palabras con un beso, repitiéndole una y otra vez que sí quería ser su novia.

Sus dedos se enredaron en mi pelo y me besó más apasionado y profundo, presionando con su otra mano mi nuca. Me abracé a su cuerpo y lo apreté más contra mí, ahora sí sintiendo que su corazón me pertenece.

—¿Tienes frío? —se separó de mí y apoyó la cabeza en mi hombro.

—¿Frío? —reí—. Si está haciendo calor.

—Comamos o la cena se enfriará —besó mi cuello y todo mi ser vibró—. Iré al baño un momento, ¿sí?

—No demores para comer caliente —me hice en mi lugar y lo vi sacudir la cabeza de una manera muy extraña mientras ingresaba al interior del apartamento.

Tomé la cajita y la abrí, encontrándome con un hermoso collar en forma de corazón y mordí mis labios para no gritar. ¿De verdad somos novios ahora? Todo esto parece un sueño de no creer.

Todavía siento un poco de temor, pero es más por el hecho de que Karim es mi primer amor y no tengo ni la menor idea de cómo ser su novia. No quiero fallar ni hacer nada mal. Esta felicidad que siento ahora mismo rebosar de mi corazón nadie la podrá empañar nunca.

Cautivo[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora