•Capítulo 39•

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Karim

Mis sentimientos y mis pensamientos colisionaron unos con otros tras salir de la bruma del exquisito y fascinante placer que jamás en mi vida había sentido. Podía sentir mi corazón latiendo muy deprisa en mi pecho, casi en mis oídos, creando una ola exorbitante de sentires que me hacían pensar en todo y a la vez en nada.

No quiero entrar en ese limbo de malos recuerdos, conflictos internos y comparaciones ridículas, pero es imposible no irme por ese camino. Realmente pensaba que todo lo referente a Agatha había quedado atrás, pero ya veo que no es así. Ella, pese que está muy lejos de mí y ya no hace parte de mi vida, todavía tiene la capacidad de amargarme con tan solo recordar mis días a su lado.

En silencio, salí de su cálido y ajustado interior, sintiendo como el roce de nuevo me provocaba escalofríos por todo el cuerpo y me deshice del preservativo.

¿Cómo es posible que desee mucho más de ella? Pero soy consciente de que no debo presionarla o le haría daño, y es lo menos que quiero hacerle. Aunque de ahora en adelante contenerme podría ser muy díficil, sé que podré descubrir sus adentros a paso lento. De todas formas no tengo prisa alguna en amarla, sabiendo que tengo vida por delante para hacerle el amor de mil maneras.

Me dejé caer al lado de Noa y me aferré a su cuerpo, hundiendo el rostro en su cuello para deleitar mis sentidos con su maravilloso aroma. Cerré los ojos y tomé una gran bocanada de aire, repitiéndome una y otra vez que no debo dejar que Agatha me perjudique justo ahora que me siento tan bien y estoy libre de sus ataduras.

Soy feliz junto a Noa, ella me hace sentir todo lo que una vez busqué en la mujer equivocada.

—¿Estás bien? —pregunté, acariciando su vientre descubierto con suavidad.

—Muy bien. Ha sido mejor de lo que pude imaginar. ¿Y tú?

—Fue mucho mejor, mi bonita —secundé, depositando un beso en su cuello—. Estoy de maravilla. Hace mucho no me sentía tan feliz y tranquilo como ahora. Eres mi paz.

Se giró entre mis brazos y acarició mi mejilla con dulzura, acercando su desnudez a la mía. Es tan hermosa, no me canso de admirar su belleza. Sus ojos azules me sumergen en un océano cristalino, pacífico y lleno de luz. Esto se siente más que íntimo.

—¿En qué piensas? —frunció el ceño, parecía algo insegura—. ¿Acaso...?

—No, no pienses que estuvo mal o que me estoy arrepintiendo, mi amor. Francamente no sé cómo explicar cómo me siento ahora mismo. Pero te diré todo, porque no quiero ocultarte nada ni mucho menos que pienses que esto ha sido un error —la acerqué más a mí, acariciando distraídamente su espalda desnuda—. Me siento afortunado de tenerte, mi bonita. No pensé que amar y ser amado por esa persona que se robó tu corazón, fuera a sentirse así de único y maravilloso. No quiero arruinar nuestro momento especial, pero por más que ignore mis pensamientos, no puedo hacer como que nada pasó.

—Estás pensando en ella, ¿no es así?

Nos miramos por largos segundos y suspiró. Pude notar en su mirada un brillo de tristeza y decepción, lo que me hizo sentir muy mal.

No se supone que esté pensando en esa mujer, pero incluso muy lejos de mí es todo un fastidio.

—Sí y no —aparté el cabello desordenado que caía en su rostro y la vi morderse los labios—. Es complicado, mi amor.

—¿Por qué es complicado? Una parte de mí te entiende, después de todo, han pasado unos meses desde que te separaste de ella. Aunque no voy a negar que me molesta mucho que pienses en esa mujer justo ahora.

Cautivo[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora