•Capítulo 16•

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Noa

De haber sabido que una loca me iba a secuestrar por segunda vez mientras dormía, hubiera deseado nunca despertar. No puedo creer que en este mundo existan personas tan mal de la cabeza. ¿Por qué esa señora hace todo esto de nuevo? Pero ahora se atrevió a más, no soy solo yo sino está el Sr. Karim, esa señora de edad muy parecida a ella y ese hombre sin vida.

Ver a ese hombre muerto a pocos pies de mí me deja en claro lo que es capaz de hacer y subestimé. Mi corazón late muy deprisa en mi pecho, lleno de angustia y de miedo, porque esta vez parece que no hay quien detenga a esa mujer.

Por más de que Karim me diga que confíe en él y que pronto vamos a salir de esta, es imposible que crea en sus palabras. Los dos estamos amarrados y a la merced de esa vieja loca. Es cuestión de minutos, como bien lo dijo, que seamos nosotros los siguientes.

Quisiera entender un poco más por qué una persona es capaz de llegar a tanto. ¿Por qué hace esto? ¿Acaso se trata de dinero o algo más personal? ¿Por qué matar a alguien? Dios es el único capaz de darnos y quitarnos la vida cuando llegue nuestro momento, pero dudo mucho que ella sienta remordimiento por lo que está haciendo. Esa mujer no tiene alma ni corazón.

Mi abuela siempre nos decía que este mundo estaba plagado de gente mala que se escondían detrás de una sonrisa dulce y amable. Por más que nos advirtió a mí y mi hermano de la maldad cuando éramos unos niños, jamás imaginé estar en una situación donde mi vida corriera peligro.

La voz de esa mujer la escucho a lo lejos. Mi cabeza se siente pesada y todo da vueltas a mi alrededor. De momento también sentía muchas náuseas con ese olor a sangre en el aire. Incluso respirar me está costando.

—Noa, mírame —desvié la mirada a esa voz tan suave y calma—. No dejes de mirarme a mí, ¿de acuerdo?

Por más que trate de darle calma a mi angustiado corazón, no puedo conseguir pensar en positivo.

—Vamos a salir de esta, pero no me quites la mirada de encima.

Lo miré fijamente y me sonrió, luciendo en calma, como si nada de esto estuviera pasando en realidad. ¿Cómo puede estar tan tranquilo, cuando a pocos pasos de nosotros hay un hombre muerto y una desquiciada con un arma en mano? ¿Acaso no teme por su vida?

—Agatha, no cometas una locura. Ella es la mujer que te dio la vida.

¿Cómo así? Esta mujer definitivamente está mal de la cabeza. ¿Cómo es posible que desee matar a su propia madre?

—No te metas donde nadie te ha llamado, Karim.

—Piensa, por favor. Si lo haces, vas a cargar con esa cruz para toda tu vida. Entiendo tu dolor y que todo tu mundo se acabara con lo que ella te hizo, pero no por ello debes pagar por igual. Deja que sea Dios el que juzgue a tu madre.

—¡Cierra la maldita boca! —su potente grito me asustó—. En lugar de sentirte preocupado por otros, piensa en ti y tu situación. Tú también tendrás el mismo final que ellos.

Yo daría esta y mi otra vida por traer de vuelta a mi madre, y esta destornillada quiere arrebatar la vida de la suya. Necesita ayuda con urgencia, está muy enferma de esa cabeza.

Escuché que quitó el seguro del arma y cerré los ojos con fuerza, de nuevo sintiendo que mi corazón se saldría de mi pecho. No quiero ser testigo de un asesinato ni estar un segundo más aquí. Desearía estar en casa, ayudando a mi abuelo y pasando tiempo de calidad con él.

—Eres tan orgullosa, que todavía quedándote un segundo de vida, no eres capaz de suplicar ni pedir así sea un falso perdón.

—Sabes que jamás suplicaría ni mucho menos pediría perdón —respondió la señora con total arrogancia—. No voy pedir que me perdones, cuando te hice un favor en la vida.

—Era mi hijo.

—¡Era un error, Agatha! —soltó y las miré de reojo—. Llegaste a vieja y no supiste hacer las cosas bien.

Dios mío, estas dos mujeres están locas de atar. Ahora entiendo cuando mi abuelo le decía a mi hermano que de tal palo tal astilla al compararlo con mi papá.

—De haberlas hecho bien, mi hijo estaría hoy con vida.

El primer disparó que resonó en mis oídos me hizo cerrar los ojos con fuerza y pensar en que este sería mi fin.

Mi cuerpo impactó el suelo y miré con asombro y susto al Sr. Karim encima de mí, cubriendo mi cuerpo de ese cruce de balas que se hacía presente. Mis lágrimas no tardaron de abandonar mis ojos y mi corazón sufrió de un colapso. Estaba muy nerviosa y ansiosa con cada detonación que rompía mis oídos.

Todo sucedió tan rápido, que no comprendí nada de lo que estaba pasando hasta que los disparos cesaron y alguien más movió al Sr. Karim de encima de mi cuerpo.

—Maldición, estás sangrando —su padre se oía muy preocupado y no era para menos—. Esa maldita loca te alcanzó a dar.

—Yo estoy bien. Quítame esto, papá.

El Sr. Karim me quitó las sogas de las manos y me ayudó a sentarme. Miré a mi alrededor y habían muchos cuerpos inertes tendidos en el suelo, incluyendo los de esa loca y su madre. El miedo que sentí seguía latente en mi sistema, lo que me hacía llorar incontrolablemente. Mis manos temblaban sin control alguno.

—Tranquila, todo está bien —me abrazó, haciéndome apoyar la cabeza en su pecho y sentí sus manos por mi cabello—. Ya acabó.

—T-todos están muertos...

—Las cucarachas son inmortales. Tienes que aplastarlas una y otra vez y asegurarte que de verdad ya estén muertas.

Miré al hombre que había dicho eso con susto y me regaló una sonrisa ladeada.

—Pero eso no va a pasar, lógicamente.

—No quiero estar más en este lugar.

—Vamos, te sacaré de aquí.

—Hijo, tú tienes que ir a que te revisen. Déjame llevarla a mi auto.

El Sr. Karim se debatió, pero al final asintió y me soltó. No quería que dejara de abrazarme, de alguna forma u otra, en sus brazos me sentía protegida. Al ver la mancha de sangre en un costado de su camisa, me asusté y no tuve tiempo ni de preguntarle cómo se sentía cuando un oficial de policía se lo llevó a que un médico lo atendiera.

Él se abalanzó sobre mí y me protegió con su cuerpo, de no ser así, seguramente la bala me hubiera alcanzado a mí.

—Ven conmigo, Noa —el Sr. Leroy me tomó del brazo con suavidad—. Dejemos que los oficiales se hagan cargo de todo esto.

Asentí, pero antes de ir con el Sr. Leroy, le di una mirada de reojo a esa loca mujer tirada en el suelo. ¿De verdad está muerta?

Cautivo[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora