Trabajar con Karim no ha sido tan malo como lo llegué a pensar en un momento dado. Él es un hombre muy inteligente y que para los negocios es todo un as, lo que me ha hecho abrir los ojos ante un mundo nuevo y que ignoraba por completo. Ha sido un mes largo y agotador, pero debo confesar que me gusta este trabajo como su secretaría. He aprendido un mundo con él. Incluso me ha empezado a llamar la atención saber otros idiomas aparte del español, ya que quisiera comprender lo que mi jefe habla con esos socios que son de otros países.
Por petición suya, ubicó mi escritorio en su misma oficina, con el fin de enseñarme todo lo relacionado con mis labores. Aunque en algunas ocasiones me siento extraña al estar todo el día a su lado, debo admitir que Karim es muy divertido y una buena compañía. Esa "amistad" que no para de nombrar cada vez que intento ser formal en horas de trabajo, se ha fortalecido con el paso de los días, mientras que yo lo veo como un buen equipo entre jefe y empleada.
Ahora bien, desde el primer día que empecé a trabajar, surtió mi armario de varios vestidos demasiado elegantes para mi gusto, alegando que debía usarlos en alguna reunión importante. Al principio fue todo un reto caminar con tacones, pero con los días me he acostumbrado a ellos. Aunque no me gusten del todo y me hagan mella y me dejen tan cansada. debo usarlos quiera o no todo el santo día.
—¿Cómo te has sentido trabajando aquí, sobre todo, junto al Sr. Leroy? —me preguntó Liz del otro lado de la mesa.
—Ha sido una experiencia maravillosa. El trabajo puede llegar a ser un poco exigente y pesado, pero me gusta. He aprendido mucho del Sr. Karim y de ti.
—¿Y has pensado en qué estudiar?
—No me decido todavía —reí.
—Te entiendo. Después de la escuela, no tienes claro lo que quieres en tu vida.
—Bueno, yo tenía claro lo que quería estudiar, pero tuve que trabajar y mis planes han ido cambiando. Descubrí en estos últimos días que me gusta la administración, pero más los idiomas. Aún no sé en qué carrera inscribirme.
—Supongo que, lo que te ha enseñado el Sr. Leroy, tiene mucho que ver, ¿no?
—Sí, supongo que sí —sonreí, dejando la última carpeta en su lugar—. No digo que sueño con dirigir una empresa de esta magnitud, pero sí me agrada todo esto. Quizás estudie administración de empresas y pueda hacerme a la par un curso de inglés o italiano.
—Te admiro mucho, Noa. Eres una chica con visión. Ahora entiendo por qué el jefe te confió un lugar a su lado con los ojos cerrados.
Iba a responderle, cuando la sala de juntas empezó a llenarse. En cuanto Karim hizo acto de presencia, tanto Liz como yo, nos hicimos a su lado para que pudiera dar inicio a la reunión.
En toda la reunión no le quité el ojo de encima a Karim, pues es un líder con autoridad, competente y que sabe escuchar a los demás para dar una respuesta favorable o desfavorable, nada comparado al hombre temerario, silencioso y de mirada vacía que vi por primera vez.
Aunque no me gusta traer al pensamiento a esa loca destornillada, siempre lo hago cuando empiezo a notar las diferencias de actitud que tenía cuando estaba con ella. Su mirada ya no luce vacía y sin brillo.
Muchos aquí hablan de su cambio por los pasillos de la empresa. Antes, el Sr. Leroy, solo era un títere de esa bruja. Ahora aseguran que incluso se ve más atractivo que hace diez años y más lleno de vida. Yo no puedo notar dicha diferencia, si siempre he visto a un hombre atractivo.
Me tomé el atrevimiento de mirarlo de pies a cabeza, solo para ver al mismo Karim de todos los días. Sus trajes siempre son impecables y ajustados a su cuerpo, lo que resalta el ancho de sus músculos. Su cabello castaño siempre está perfectamente peinado hacia un lado y siempre lleva una sonrisa en los labios, lo que hace resaltar el brillo de sus ojos grises. Se ve juvenil, guapo y hasta debo aceptar lo que dicen las otras secretarias de los diferentes departamentos; que incluso es muy sexi.
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Cautivo[✓]
RomanceLa venda que Karim lleva por muchos años en sus ojos, caerá tras la presencia de una dulce jovencita que le hará replantearse su vida, en especial, ese matrimonio en el que lleva preso por tanto tiempo y del cual no ha podido escapar.