Necesitaba con urgencia regresar a casa, pasar tiempo de calidad con mis padres y mi familia y olvidarme de todo eso que me estaba matando la cabeza poco a poco. Han sido semanas maravillosas en mi tierra. No sabía que extrañaba estar en casa, ahora que volví. Las costumbres no son las mismas, la comida incluso me hacía falta y, sin duda alguna, extrañaba como loca el amor de mi familia. En esta vida no hay nada más bello que los abrazos de mamá y papá, saber que están ahí para mí cada mañana para darme una palabra de aliento.
No soy mujer de guardar secretos, mucho menos esconderles la realidad a mis padres. Sin necesidad de decirles nada, ya sabían que si había ido antes de lo previsto y sin avisar, era porque estaba sucediendo algo.
Les conté de Alexandre y apoyaron mi decisión, incluso me dijeron que pensara en no regresar más a Estados Unidos, que aquí tenía una vida y una familia que jamás me daría la espalda. Me encantaría quedarme con ellos, pero ya hice mi vida fuera de este país y regresar a lo mismo sería dar pasos hacia atrás. Me marché de Colombia a buscar un mejor futuro y calidad de vida. Gracias a mi trabajo con el Sr. Leroy he podido comprarles un apartamento en la ciudad a mi padres y adquirir una pequeña finca donde se radicaron definitivamente. Tendría que pensarlo muy bien y solo lo haría por ellos, pero realmente ya no imagino una vida aquí.
Mis padres han hecho progresar favorablemente la finca. Cultivan su propia comida y mantienen sus animalitos, por lo que no tienen que preocuparse por nada. Es la vida tranquila que tanto soñaron cuando vivíamos en la ciudad y tenían que hacer grandes sacrificios para sacarme a mí y a mis dos hermanos mayores adelante. Me hace tan feliz ser parte de ese sueño.
Decidí mantener mi teléfono apagado, pues no quiero tener que recibir mensajes y llamadas de Alex. Sé que puede ser muy infantil, pero para mí es paz mental. Por el momento no quiero saber nada de él. Aquí estoy mejor y mis padres se encargan de mantener mi mente copada. Además de que hay mucho por hacer en la finca, desde cuidar y alimentar a los animales hasta tenerle los cuidados necesarios a los cultivos.
Javier, uno de mis hermanos mayores, me invitó a su casa en la ciudad a pasar un fin de semana con su familia. Tengo dos preciosas sobrinas que adoro con el corazón y hace mucho que no las veías. Ya están demasiado grandes, falta poco para que me ganen de estatura.
Los dos días con mi hermano, mi cuñada y mis sobrinas se fueron volando. Quería quedarme por más tiempo con ellos, pero cada uno tiene sus responsabilidades y yo solo estoy de paso. El cumpleaños de mamá se acerca y aseguraron ir a la finca para celebrarlo como es costumbre.
Viajando de vuelta a la finca pensé en Alex y en lo mucho que todavía lo sigo queriendo. Sus palabras siguen haciendo mella en mi corazón, pero no tengo claro si de una manera buena o mala. No puedo sacarme de la mente su expresión derrotada y lo serio que se veía mientras me decía todo eso. Todavía me es difícil confiar en sus palabras.
«¿Por qué simplemente no fuiste honesto desde hace mucho y nos habríamos evitado tantos dolores de cabeza?», pensé, observando la majestuosa vista de las montañas desde el autobús.
***
Luego de casi ocho horas de camino, estaba feliz de haber llegado a la finca. No quise tomar un vuelo porque soy amante de viajar por carretera, una costumbre que conservo desde que era una niña.
Antes de bajarme del taxi, vi como tres personas conversaban en la parte delantera de la casa, donde papá solía sentarse con sus amigos y tomarse sus cervezas.
Mamá y papá se encontraban de frente a un hombre que a su vez estaba de espaldas a mí, pero que viendo su porte, su manera de vestir, de peinarse y el color de su piel, supe de inmediato de quién se trataba. Mi corazón se saltó un latido, con esa misma rapidez con que yo pagué el taxi y me bajé del auto para enfrentarlo.
¿Qué diablos hace este idiota aquí? ¿Quién le dijo dónde podía encontrarme?
Mis manos empezaron a sudar y creí que mis piernas fallarían, pero reuní todo el temple que no tenía y lo enfrenté.
—¿Qué mierda haces aquí y quién te dijo que eras bien recibido?
Se giró con una sonrisa en los labios que alteró aún más a mi corazón. Esos ojos claros y felinos me recorrieron en un segundo, mientras que a paso lento, se acercaba a mí.
—Un pajarito me contó de este lugar y tus padres me recibieron muy bien el viernes que llegué.
—¿Cómo? —miré a mis padres y se hicieron los locos, señalando en el palo de mango sabrá Dios qué cosa.
—No tenía donde más hospedarme, así que me ofrecieron amablemente quedarme aquí —quedó tan cerca de mí que me fue imposible no mirar sus labios—. ¿Te molesta, mi gatita?
—Ya habíamos hablado de esto, Alexandre. ¿No entiendes que necesito tiempo para procesarlo todo?
—Nosotros les daremos su espacio —mi madre me miró, entrelazando su brazo con el de mi padre—. Este muchacho trae buenas intenciones, así que es hora de escuchar lo que diga el corazón, no la razón.
—Pero, mamá, me dijiste que no debía ceder tan fácilmente...
Todos soltaron una risita.
—Sé lo que dije, pero también me tomé el tiempo de escuchar lo que él tenía que decir. Es bueno, quiere lo mejor para ti y de verdad te ama. Pero a la hora del té, eres tú quien debe tomar una decisión. Por mi parte, te doy mi visto bueno —me guiñó un ojo, recibiendo una mala mirada de mi padre y se alejaron en medio de una discusión y una risita divertida de mi madre.
—Usaste tus malditos encantos para embaucar a mi mamá. Eso no es justo, mecha corta.
—Ya extrañaba que me dijeras así, aunque sabes que eso no es cierto —rompió el espacio que nos separaba y temblé al sentir sus labios rozando los míos.
—Sí lo eres —murmuré sin apartar la mirada de sus labios.
—¿Acaso lo mediste en cada acto? Eso suena muy retorcido y enfermo —bromeó.
—Quizás lo medí antes, ya sabes, hay que tantear el producto antes de comerlo.
Soltó una risita, apoyando una mano en mi espalda baja y la otra en mi mejilla.
—Vine a buscarte para arreglar lo nuestro, pero tú lo único que sabes hacer es provocarme —acarició mis labios con suavidad.
Lo miré tendido y fijamente por unos segundos, dándome cuenta de sus ojeras y de aquella barba de días sin afeitar. No luce como el Alexandre que conozco, aún así, sigue luciendo atractivo y terriblemente comestible.
—No te vuelvas a alejar de mí, mi amor —me acercó a su boca y me besó con una ternura única e inexplicable.
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Cautivo[✓]
RomanceLa venda que Karim lleva por muchos años en sus ojos, caerá tras la presencia de una dulce jovencita que le hará replantearse su vida, en especial, ese matrimonio en el que lleva preso por tanto tiempo y del cual no ha podido escapar.