•Capítulo 28•

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¿Qué es realmente el amor? ¿Los gustos se pueden considerar como el amor más fuerte e inquebrantable o solo se trata de una impresión que suele cambiar con el paso del tiempo? ¿Qué clase de juego es la atracción? ¿Por qué el amor abarca tantos significados y ninguno puede llegar a ser tan claro y concreto? Por mis padres sé que el amor lo puedo contra todo. Es comunicación, respeto, sinceridad, lealtad y mucho más que, a lo largo de los años, me han hecho desear un amor como el suyo, pero a mis treinta años todavía no sé lo que significa amar y ser amado con el corazón, de esa misma forma en la que día a día mis padres se aman.

Un mes ha pasado desde que le confesé a Noa que me gusta y, aunque me siento contrariado por todo lo que ella me hace sentir, no hay nada mejor que conocer todo su ser. Puede que vaya a paso muy lento, luego de que, desde esa noche fuera la primera y última vez que probara sus dulces labios —y que realmente muero por devorar una vez más hasta no tener suficiente de ellos—, pero no quiero arruinarlo; no con ella.

Miento si digo que no estoy ansioso de estrecharla entre mis brazos y robar hasta el último de sus suspiros en un solo beso, pero me contengo porque estoy amando este tiempo en el que nos hemos vuelto mucho más cercanos.

Aparte de que es dulce, noble e inocente, es una mujer demasiado inteligente. Día a día no deja de sorprenderme. Hace un trabajo excepcional como mi secretaria, atreviéndose a realizar informes detallados y perfectos de las reuniones o negociaciones como si llevase años trabajando para mí. Aunque nuestro tiempo es ilimitado, en los ratos libres le he enseñado algo de portugués. Su retentiva es excelente, capta todo con facilidad y se enfoca en hacer las cosas bien hechas, lo que me hace sentir muy orgulloso de ella porque tiene un potencial gigantesco por delante. Las pocas palabras que ha aprendido, las dice a la perfección, claro está que todavía tiene mucho que aprender. Su acento me cautiva, es tan sutil y sensual.

En nuestras largas conversaciones hemos hablado de todo lo que nos gusta de la vida, nuestros pasatiempos e Incluso de nuestras comidas favoritas. Nunca llegué a imaginar que una chica tan frágil y angelical como ella gustara del fútbol americano. Me contó sobre sus padres y lo mucho que los extrañaba, también de su abuela que ahora estaba en el cielo siendo uno de sus bellos angeles. Emocionada, también me habló de su hermano y lo que ha logrado hasta ahora viviendo en Europa y que no ve la hora de volver a abrazarlo y tenerlo en casa. La familia es lo más importante para ella, puedo darme cuenta de ello cada vez que la veo con su abuelo, pues es adoración con él.

Todo eso y más me ha empezado a atraer con mayor fuerza. Es una jovencita llena de sueños, como bien me lo ha repetido mi padre, pero para mí es una mujer que tiene claro sus ideales y, lo más importante, que está llena de amor y muy buenos sentimientos para brindar. Siempre es tan linda, pacifica y llena de alegría. Su sonrisa y positivismo son el sol que resplandece cada uno de mis días.

Me gusta con una fuerza abismal, que lejos de asustarme, me hace sentir un hombre diferente y renovado.

—Aquí tiene su café, Sr. Leroy. Tal como le gusta —la voz de Liz me sacó de mis pensamientos—. Tome lo suyo.

Una sonrisa bailó en mis labios al ver en Alexandre esa mueca de desagrado en su rostro.

—Ten un poco más de respeto, mujer. No olvides que soy uno de los socios más importantes de tu jefe.

—Como diga, mecha corta.

Por poco y escupo el café ante ese sobrenombre que le puso. No sé cuánto tiempo llevaban sin verse las caras, que hasta había olvidado que siempre eran iguales cuando estaban de frente.

—¿Dónde está tu linda secretaria, esa que sí es educada, preciosa e inteligente? No entiendo por qué esta mujer tan grosera sigue trabajando contigo, Karim.

—Porque eso a usted no le importa. Bien lo dijo, intento de payaso de circo, él es mi jefe, no usted —sonrió ladeado—. Así que si no le gusta, bien puede no volver a venir y así me evita mirarle esa cara tan horrible que se carga. Es que hasta una plasta de estiércol es más agradable de ver que usted.

No pude evitarlo y estallé en una fuerte carcajada.

—Estás desesperada por recibir un poco de mi atención, ¿no es así, cariño?

—Siga soñando, iluso. No olvide que las camisas como las suyas son para una sola postura —se burló, antes de salir de la oficina y la sonrisa de Alex no me pasó desapercibida.

—¿Y eso qué fue?

—No soporto a esa mujer. Deberías pensar en solo quedarte con Noa. Por cierto, ¿dónde está ella en lugar de esa mujer frustrada que grita por todos los poros que necesita sexo?

—Noa está haciendo los exámenes de admisión en la universidad. Pero no me cambies de tema, Alexandre. ¿Qué te traes con Liz? Siempre que se ven, se tiran a matar. La tensión entre ustedes sigue en el aire luego de tanto tiempo.

—El amor te tiene más estúpido de lo normal —bufó—. Mejor hablemos de ti. ¿Cómo van las cosas con esa preciosidad?

—No creas que vas a evadir siempre el tema. Con Noa todo va bien.

—¿Todo va bien? ¿Eso es lo único que vas a decirme? No vine desde tan lejos solo para escuchar eso. No sé, no ha habido un poco más de acercamiento, quizás uno que implique tu cama y sus cuerpos desnudos.

—La idea es conocernos, Alex. El sexo no es importante ahora.

—A fondo es una manera muy buena de conocerse. El sexo es lo mejor que existe en este mundo. ¿Qué estás esperando para saltarle encima?

—Que se dé el momento. No lo entendieras, porque siempre piensas con el de abajo, Alex. Noa no es un juego para mí ni mucho menos un gusto pasajero. Ella realmente está entrando en mi vida y me está haciendo entender que todo este proceso es diferente, que no debo apresurar nada que sucederá cuando sea el momento indicado. Noa me ha hecho entender que, aunque me hace feliz cada día con su linda sonrisa, un gusto no es una obsesión. No quiero perder la cabeza, no quiero cometer errores por los cuales ya pasé y no quiero volver a repetir.

—Te enamoraste de ella.

—Puede que sí —me encogí de hombros—. Solo sé que quiero hacer las cosas bien, darle su espacio de vivir y experimentar, de conocernos con pequeños gestos. Ella no es una posesión que desee tener a tu costa y en contra de su voluntad, sino esa mujer por la que mi corazón late cada día con más fuerza y rapidez. ¿Entiendes mi punto, Alex?

—Ahora sí te perdí —bromeó—. Tuviste que vivir con la bruja para conocer a tu verdadera princesa, ¿eh? Estoy feliz por ti y tu garota. Ella sí que me gusta, para ti, por supuesto —sonrió, haciendo una seña obscena que me hizo reír.

Fuera de bromas, Alex siempre ha querido lo mejor para mí, por eso se alejó mucho cuando me casé con Agatha. La odiaba tanto, pero más me odió a mí porque sabía que me arruinaría la vida junto a una mujer llena de avaricia y que no me amaba.

No puedo asegurar que Noa me ama, porque hace mucho no hablamos de sentimientos, y estos puede que hayan cambiado, pero en su mirada no veo a nadie más que no sea yo. Sus preciosos ojos azules siempre están fijos en mí y en cada uno de mis movimientos.

Cautivo[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora