•Capítulo 32•

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Todavía no puedo creer que Karim me haya pedido ser su novia. Todo esto que está pasando es una locura. A veces pienso que solo se trata de un sueño, pero él se encarga todos los días de hacerme ver que no es así, que lo nuestro sí es muy real.

Si antes de ser novios me trataba con tanto cariño y dulzura, ahora que somos pareja, me brinda el doble. Sus palabras son tan bonitas y me llenan el corazón de una manera que lo hace latir con gran fuerza. Sus besos son cada vez más adictivos, ya no puedo estar en un espacio cerrado con él y mantener mi boca lejos de la suya. Sus brazos son mi mejor refugio, ese lugar donde me siento la persona más feliz de este mundo.

Siento mucho miedo de caer de esa nube tan alta en la que me subí, porque mis sentimientos por él van creciendo a una velocidad inaudita, pero su amor me mantiene segura. Mucho antes de que mi corazón se fijara en el suyo, supe que él era un hombre con buenos sentimientos y leal. Karim me hace sentir de todo, menos inseguridad. Por más loco que suene, confío en él y en todo lo que me ha mostrado en tan poco tiempo.

Me siento en el mejor momento de mi vida. La salud de mi abuelo es cada día mejor, tengo a mi lado a un buen hombre y que amo con todo mi corazón, estoy realizando mis sueños y cuento con un empleo que me ayuda a llevar una vida normal sin pasar ninguna necesidad. Desde que conocí a Karim, dejando de lado a esa loca destornillada, no han dejado de pasarme cosas muy buenas. Él es como mi amuleto de la suerte.

Tan pronto las clases del día acabaron, salí en par patadas de la universidad. No solo es que debo cumplir con el horario de mi trabajo, sino también muero por ver a ese hombre que tanto amo y fundirme en sus labios. Porque sí, a estas alturas y con todo lo que me ha demostrado, lo amo como nunca creí que amaría.

En cuanto llegué a la empresa, fui al baño y me cambié la ropa normal que suelo usar por un vestido ajustado a mi cuerpo. En la tarde Karim tiene un evento muy importante al que asistirá, por lo que hoy debo verme elegante.

Pasé por el lugar de Liz y suspiré. Desde que se marchó no ha dado señales de vida. Espero se encuentre bien y esta distancia que tomó le esté siendo de ayuda para aclarar sus sentimientos. Pero en mi opinión pienso que debería darle una oportunidad a Alex, después de todo, el único error que cometió él fue no pensar en su felicidad y mantener su amor en secreto. Lo último que supimos de él, es que se fue a Colombia a buscarla. Soy una chica soñadora y en mi corazón deseo que ellos sean muy felices.

Entré a la oficina sin tocar y con una sonrisa que se fue borrando de mis labios cuando vi a una mujer muy hermosa hablando con Karim.

—Lo siento, no pensé que estuviera ocupado, Sr. Leroy —me disculpé, bajando la mirada al suelo. 

—¿Y quién eres tú? ¿No te enseñaron a tocar la puerta cuando está se encuentra cerrada? —escupió la mujer y me sentí peor.

—L-lo siento, de verdad. De haber sabido, hubiera tocado la puerta...

—Tú no tienes que tocar la puerta antes de entrar, así que no te disculpes, bonita. Recuerda que esta también es tu oficina —oí sus pasos acercarse a mí y mi corazón se agitó de emoción—. Ella es mi novia y mi asistente, Srta. Olivia.

—Oliva, mi nombre es Oliva... —murmuró la mujer.

—Lo siento, me equivoqué.

Levanté la cabeza y miré esos ojos tan grises y bonitos que tanto me gustan viéndome con fijeza.

—Srta. Oliva, su propuesta todavía no me convence lo suficiente. La leeré con más calma después y cuando tenga una respuesta, mi hermosa asistente se contactará con la suya —me guiñó un ojo con total descaro y me aguanté la risa—. Ahora si nos disculpa, tenemos mucho trabajo por hacer.

—Claro, estaré esperando su respuesta, Sr. Leroy. Tenga buen día —se levantó de la silla y cruzó por nuestro lado, dándome una mirada poco amigable.

En cuanto la puerta se cerró detrás de mí, Karim me acorraló contra ella. Todo mi ser vibró con esa acción, más con esa mirada tan profunda que me está dedicando.

—Contaba los minutos para verte, bonita —se relamió los labios, dándome una mirada que me puso nerviosa e incrementó el calor en mi cuerpo—. Estás preciosa.

Antes de que pudiera decir palabra alguna, robó mis labios, presionando todo su cuerpo contra el mío. Mis manos fueron a su cuello y lo apreté más contra mí, respondiendo el beso con la misma intensidad con la que él me atacó.

Sus manos apretaron mis caderas y dejé escapar un jadeo, pues pude sentir con claridad la dureza en mi vientre bajo. Es la primera vez que lo siento así, porque siempre me ha besado manteniéndose a una distancia donde nuestros cuerpos no hicieran tanta fricción.

Lejos de sentirme incómoda, avergonzada o asustada, sentía que un fuego desconocido crecía en mi interior. Sus labios moviéndose apasionados sobre los míos, sus manos realizando suaves movimientos en mis caderas más la fricción y presión que ejercía su cuerpo en el mío me tenía la piel chinita y todo el cuerpo tembloroso. Sentía que una presión crecía en mi vientre bajo debido a las corrientes que estaba sintiendo en mi parte más íntima, justo donde esa dureza se frotaba con lentitud.

Una de sus manos bajó a mi trasero y lo apretó con firmeza, haciéndome gemir y vibrar con mayor fuerza. Sus dientes estiraron mi labio inferior y nuestras miradas se encontraron por un instante, antes de volver a besarme con mayor intensidad, adentrando su lengua en mi boca para jugar con la mía.

El deseo que corría por mis venas era nuevo, pero extrañamente se sentía maravilloso y excitante. Nunca me había tocado de esta manera y debo admitir que se siente muy bien. Mi corazón latía muy deprisa en mi pecho, al igual que podía sentir una extraña palpitación y humedad entre mis piernas.

—Te deseo tanto, mi bonita —me apretó contra su cuerpo, lo que nos llevó a soltar un gemido al unísono.

Junté mis piernas y las froté, enredando mis manos en sus suaves cabellos y lo atraje una vez más a mi boca, queriendo sentir más de todas estas nuevas y únicas sensaciones.

Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo cuando sus manos se deslizaron hacia arriba por mi espalda y volvieron a descender hasta mi trasero.

Solté un fuerte gemido al momento en que me levantó en sus brazos y me llevó hacia su escritorio sin despegar su boca de la mía. No podía pensar en nada más que en sus suaves caricias y sus electrizantes besos.

Nos recostamos sobre la mesa, ignorando como varias cosas caían al suelo y nos besamos como si estuviéramos en busca de algo. Mis piernas se encontraban alrededor de su cintura y sus manos no podían dejar de acariciar cada parte de mí cuerpo. Me sentía en llamas, con un deseo inmenso de sentirlo mío y ser solo suya.

—Me encantas, me fascinas. Eres la mujer más hermosa de este mundo —murmuró, descendiendo sus besos por mi cuello—. Te amo tanto, mi bonita.

—Te amo, Karim.

La emoción no cabía dentro de mi pecho, así que tomé su rostro entre mis manos y lo besé con más suavidad. Su cuerpo se estremeció encima del mío y sentí como su hombría crecía más y se presionaba con más fuerza en mi intimidad.

—Muero por hacerte el amor —la presión que ejerció me hizo estremecer.

—Yo... yo jamás he tenido relaciones —mi respuesta lo detuvo, más no se quitó de encima de mi cuerpo.

—Lo sé, mi bonita —descansó su frente en la mía y tomó una gran bocanada de aire, cerrando sus ojos con fuerza—. Perdóname, me dejé llevar por el deseo y no pensé en nada más. Aunque quisiera hacerte el amor ahora mismo, no es así como quiero que tengas tu primera experiencia.

—No me importa como sea, siempre y cuando seas tú quien me ame. Sé que vas a cuidarme. Confío en ti, mi amor.

—Ay, mi bonita. ¿Cómo me vas a decir eso justo ahora? —se mordió los labios—. Te amo y te deseo, pero quiero darte lo mejor porque lo mereces. Quiero que nuestra primera vez sea especial, no aquí, en medio de la oficina y una calentura.

Cautivo[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora