FINAL

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La celebración no se extendió de más, puesto que los recién casados estaban ansiosos de partir a su luna de miel. Cuando los despedimos en la pequeña pista en la villa de Alex, cada quien se fue a su habitación a descansar, menos Noa y yo, que caminamos tomados de las manos por la orilla de la playa.

Las palabras de Alex seguían dando vueltas en mi cabeza. ¿Desde cuándo se volvió tan sabio y buen consejero? Desde que inició su relación con Liz ha cambiado mucho su forma de pensar, hecho que me hace muy feliz.

—¿Estás cansada, mi amor?

—No tanto —se hizo frente a mí y caminó hacia atrás sin dejar de sonreír—. Tengo energía suficiente para sumergirme un poco en el mar. ¿Me vas a enseñar a nadar esta vez?

Su picardía me enloquece. Es un bello ángel que está lleno de perversidades.

—Faltaba más. Me han dicho que soy muy bueno enseñando.

—El mejor —sonrió ladeado, antes de empezar a deshacerse de su vestido.

«¿Dónde rayos dejó la ropa interior?», me pregunté, deslizando la vista por todo su cuerpo. Sabía que no traía sostén, pero no tenía ni la menor idea de que estuviera usando una prenda tan pequeña para cubrir su sexo.

«Es una diablita perversa y deliciosa».

Noa se encargó de desnudarme en medio de un beso que me robó más que el aliento. Me gusta descubrir cada una de sus facetas y enamorarme con mayor intensidad de ellas. Su inocencia me atrapa de una manera inexplicable, pero su atrevimiento y sensualidad me llevan contra mi límite. No puedo resistirme, no cuando deseo amarla y hacerle el amor a cada instante del día.

Nos adentramos al mar, desnudos y tomados de las manos, riendo ante nuestra locura y la adrenalina del momento. Con Noa he vivido cada experiencia al máximo, como si la vida se nos fuese a acabar en cualquier instante y por eso no pensamos en nada más que en ser felices.

Su beso me debilitó, más al jugar con su lengua y acariciar mi pecho con sus suaves y pequeñas manos. No he dejado de hacerla mía, aun así, la sigo deseando incluso con mayor intensidad en cada encuentro.

—Todavía se me hace extraño que Liz y Alex estén casados. Estos tres días han sido de locos, ¿no crees? —susurró, deslizando sus manos por mi cuello.

—Ha sido una locura, pero estoy feliz por ellos. Al fin están juntos.

Volvió a besarme y la tomé por los muslos, levantando su cuerpo y haciendo que enrollara sus piernas alrededor de mi cadera. Así como estábamos, besándonos y rozando nuestros cuerpos desnudos y húmedos, nos llevé un poco más adentro del mar.

—No me sueltes —se aferró de mí, liberando una gran bocanada de aire.

—Jamás te soltaré, mi bonita.

Los besos fueron en aumento, haciendo del roce de nuestras pieles más intenso. Me tiene a fuego, pero la excitación no me hace olvidar que debo hablar con ella. Alex tiene razón y, ciertamente, no quiero que el tiempo pase y mis miedos me lleven a perder a mi único y verdadero amor.

—Te deseo tanto y muero por hacerte el amor ahora mismo, pero necesito decirte algo muy importante, mi amor —descansé mi frente de la suya y suspiré profundamente.

—No puede esperar eso que tienes que decirme, ¿verdad?

—No. Realmente es muy importante.

—Bueno, ya me picó la curiosidad. Dime, ¿qué es eso tan importante que tienes que decirme y no puede esperar?

—¿Qué deseas conmigo? ¿Cómo piensas que será nuestro futuro juntos? ¿Has pensado en nosotros a largo y corto plazo? —pregunté, acercando aún más su cuerpo al mío por su trasero.

—¿Qué deseo contigo? Todo, mi amor. Todo lo deseo contigo, desde estos momentos tan íntimos y placenteros, hasta aquellos momentos no tan buenos. ¿Cómo veo nuestro futuro? Uf, creo que me voy en sueños cada vez que imagino nuestro futuro juntos. Sueño con que este amor nunca termine, que vivamos juntos, que tengamos una linda familia, que seamos muy felices —se mordió los labios mientras mi corazón no paraba de latir frenéticamente dentro de mi pecho—. Pero sé que todo llega a su tiempo. No tengo por qué presionar lo que está destinado a suceder. Todos mis sueños los pongo en manos de Dios, y respetaré la decisión que él tome para nosotros. Si en el futuro nuestro camino es el mismo, créeme que sería la mujer más dichosa sobre este mundo. Pero no podemos saber lo que va a suceder después... —sacudió la cabeza, soltando una risita nerviosa—. ¿Y tú cómo nos ves en el futuro?

—Me robaste las palabras, mi amor. Pero te aseguro que en el futuro que deseo estás tú y todo lo que acabas de mencionar —acaricié su nariz con la mía—. En mis sueños solo estás tú, nuestra linda y gran familia. Te amo como no tienes idea, Noa. Eres la mujer más maravillosa y perfecta que pude haber conocido. ¿Sabes? Agradezco que hayas aparecido en mi vida. Me has hecho ver un mundo que solo imaginé en mi cabeza. Al igual que tú, lo quiero todo a tu lado.

—¿Por qué de repente me estás preguntando y diciendo todo esto? —sus ojos azules brillaban en la oscuridad.

—Porque quiero que sepas lo importante que eres para mí y lo que quiero construir de tu mano. Tú no eres un juego, Noa. Eres mi amor, pero sé que debo ser paciente.

—¿Paciente para qué?

—Para hacerte mi esposa y...

—¡¿Cómo?! Pero para que seamos esposos no debes esperar a nada, Karim.

—Lo sé, pero...

—¿Quieres casarte conmigo? —preguntó, esbozando una sonrisa enorme—. Porque yo sí. Es lo que más deseo, mi amor.

—Por supuesto que quiero casarme contigo. Cuando te dije "todo", casarnos, hijos y mucho más lo deseo solo contigo, pero a la vez no quiero que nos apresuremos. Debes terminar tus estudios y cumplir todos tus sueños, eso es lo más importante ahora.

—Entiendo tu temor, pero yo no soy ella; nunca lo seré. Este amor que sentimos el uno por el otro es muy real —me besó con suavidad y descansó su frente de la mía—. La vida que llevamos hasta ahora no va a cambiar si nos casamos, Karim. Yo voy a seguir estudiando y luchando para alcanzar mis metas, así como tú vas a seguir trabajando en tu empresa y haciéndola crecer.

—¿De verdad te quieres casar conmigo? —pregunté temeroso, sintiendo mi corazón muy apresurado.

—Sí, sí quiero unir mi vida con la tuya para siempre. ¿No crees en mi amor?

—Por supuesto. Es difícil no darme cuenta lo mucho que me ames con solo mirarte a los ojos.

—Entonces no tengas miedo de mí, de lo nuestro, de lo que viene de ahora en adelante. Yo te amo, Karim, y te voy a seguir demostrando mis sentimientos por el resto de nuestras vidas —tomó mi rostro entre sus manos y sonrió tierna—. Casemonos. Mañana, en tres días, un mes, dos años. No importa el día ni la hora, yo solo sé que quiero estar a tu lado hasta que la vida misma nos diga basta.

Me besó con ternura y pasión, dejando claro en un solo roce de nuestros labios lo mucho que me ama. Jamás había sido tan efusiva y amorosa a la hora de besarme.

La apreté más contra mi cuerpo y me fundí en el suyo, saboreando un momento único, emotivo y apasionado. Hicimos el amor al son de las olas, exclamando entre miradas y suspiros agitados todos nuestros sueños y deseos.

Como bien lo dijo mi bonita; no importa el día ni la hora, sé que pronto ella será mi esposa para siempre y nuestro amor se fortalecerá aún más. Entonces mis miedos e inseguridades se irán de mi mente y de mi corazón, así como ese pasado infeliz quedará en lo más profundo del olvido.


***

Pronto estaré subiendo el epílogo...

Cautivo[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora