•Capítulo 41•

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Debo admitir que todavía me siento algo sorprendido, aun así, estoy feliz por el paso tan importante que han decidido dar Liz y Alex. Luego de tanto por lo que han pasado, es justo para ellos que al fin hoy se entreguen por completo.

Es una boda sencilla y pequeña, donde solo nos encontramos los más cercanos de Alex y los padres y hermanos de Liz, pero no deja de ser bonita.

Alex se ve rebosante de felicidad, no ha dejado de hablar y pasarse las manos por su cabello en un acto que reflejan sus nervios.

—Esa mujer sí que se hace rogar, ¿eh?

—No seas tan dramático e impaciente, hermanito —sus hermanas soltaron una risita divertida y complice—. No estarás pensando que te dejarán aquí plantado, ¿o sí?

—Por supuesto que no. Liz es inteligente y sabe lo que le conviene en la vida —bromeó.

—Oh, esperemos que sí sea inteligente y escape antes de cometer el suicidio de su vida.

Ante las bromas de sus hermanitas no pude evitar reír, pero palmeé su espalda y pareció haberse liberado luego de soltar un profundo suspiro.

—Estoy nervioso, es todo.

—Eso ya lo notamos —dije—. Pero relájate un poco. Liz te ama y ella no piensa dejarte aquí plantado. Al igual que tú, en su mirada hay mucha ilusión y amor.

—Lo sé, sé que esa mujer divina no va a dejarme aquí. Se encargó de hacérmelo saber toda la noche...

—Bueno, eso son cosas que por supuesto no quiero saber.

Reímos, lo que lo ayudó a relajarse y olvidar el tema por unos cuantos minutos antes de que la madre de Liz diera el aviso de que ya había llegado la novia.

Me hice junto a Alex y esperé paciente los pasos que Liz dio del brazo de su padre hasta Alex, contemplando con una sonrisa el amor que se ve reflejado en ambos. Liz no tenía ojos para nadie más que para mi amigo y Alex parecía que se había olvidado del mundo en cuanto la vio entrar por las puertas de la pequeña capilla.

—Cuídala mucho, muchacho. Te estoy dejando a mi niñita —dijo el padre de Liz, una vez quedaron frente a nosotros.

—La cuidaré con mi alma, suegro.

Padre e hija se dieron un fuerte abrazo por unos segundos y Alex tomó la mano de su futura esposa. Ambos tenían una mirada brillante y llena de felicidad.

La pareja tomó lugar frente al altar y yo no pude quitar mi mirada de aquella hermosa chica que traía su largo cabello negro suelto. Sus ojos azules se veían más claros de lo normal y, debía admitir, que ese vestido blanco la hacía ver como un bello ángel recién caído del cielo. Imaginé que estábamos a punto de casarnos y mi corazón no dejaba de latir frenéticamente dentro de mi pecho. Deseaba tomarla entre mis brazos y besarla hasta desgastar sus labios. Necesitaba refundirme en su aliento y amarla como lo he venido haciendo desde hace un año.

Gracias a mi bonita no presté atención a las palabras que dijo el padre. Salí de mi ensoñación cuando los aplausos resonaron a mi alrededor y Alex besaba con entusiasmo a su esposa.

—Estás algo distraído. ¿Todo bien, mi amor?

—A la perfección, amor —la abracé por la cintura y descansó su mejilla en mi pecho—. Pensaba en ti y en lo hermosa que te ves de blanco.

No dijo una sola palabra, solo me abrazó más fuerte antes de separarnos y felicitar a la pareja de recién casados.

***

La recepción fue igual de sencilla. Pensé que Alex haría una fiesta por lo grande, pero veo que no es así. Aseguró que nadie más que su familia debería compartir el día más feliz de su vida.

Me encontraba mirando a Noa bailar con Liz y las hermanas de Alex, cuando mi mejor amigo se sentó a mi lado, dejando caer su palma en mi espalda.

—La vas a desgastar de tanto mirarla —rompió con el silencio.

—Es como decir que dejes de besar a tu esposa porque le vas a arrancar la boca.

Soltó una risita divertida y lo miré de reojo.

—Te veo feliz, como hace mucho no lo eras.

—Es que lo soy —suspiró—. Tenía miedo de que no saliera como lo imaginaba, pero la realidad es mucho mejor. Amo a esa hermosa y grosera chica que pone cada día mi mundo de cabeza.

—Presiento que serán muy felices juntos.

—Yo igual —me miró fijamente—. ¿Qué esperas, Karim?

—¿A qué?

Me lanzó una mirada llena de fastidio y escepticismo.

—Sabes de lo que hablo, no tengo que repetirte lo que tú mismo has tenido en la cabeza y me has mencionado un par de veces. Tú eres una persona decidida y que va por lo que quiere sin importar qué, así que, ¿por qué no vas por esa belleza? ¿Qué estás esperando para pedirle matrimonio?

Suspiré, volviendo la vista a ella.

—Es demasiado joven...

—¿Estás poniendo la edad como un impedimento? Te recuerdo que Liz también es mucho menor que yo.

—No, jamás he visto la edad como un impedimento. Lo que quiero decir es que Noa hasta ahora está empezando a vivir sus experiencias y un matrimonio conlleva muchas responsabilidades. Y sé que las puede afrontar, pero no quiero atarla a mí cuando todavía tiene mucho por vivir y conocer del mundo.

—No puedo creer que esté hablando con el mismo Karim que me dijo una vez que luchara por lo que tanto deseaba.

—No estoy diciendo que voy a dejar de luchar por Noa, Alex. La amo demasiado. No podría soltarla ahora que estoy tan enamorado de ella. Solo te digo que quiero que viva, termine sus estudios y proyectos y tenga claro lo que desea en un futuro no muy lejano.

—¿Temes?

—Puede que sienta temor, pero no por lo que estás pensando. Simplemente no quiero atarla, sabiendo que esto no puede ser eterno. Llevamos una relación de un año y hemos luchado contra mis miedos e inseguridades. Siento que todavía no es el momento para casarnos. No quiero meter presión ni que se vea en la obligación de casarse conmigo. Yo puedo tener claro lo que quiero, pero por encima de mis deseos, están los de ella.

—¿Y qué es lo que deseas? Karim, no seas egoísta contigo mismo. No cometas mi error. ¿Sabes? Tú eres mi espejo de lo que no debo ser en una relación y yo soy el tuyo con lo que no tienes que dejar perder. Así como he aprendido de ti, aprende de mí. No dejes ir tus sueños por el miedo o por anteponer los de otros. Habla con ella. Una cosa son los sueños profesionales a los personales. Ella ya está construyendo sus metas, solo hace falta que descubras sus sueños personales. Tú lo tienes todo en la vida, menos esa familia que siempre has deseado.

—¿Y si no desea una familia conmigo?

—¿Han hablado de su relación a futuro, de lo que desean hacer como pareja?

—No.

—Entonces no supongas. Tú quieres una vida con ella, ¿no es así?

—Sí, lo quiero todo con ella.

—Dícelo. No pierdas más tiempo y dile todo lo que sueñas a su lado. Noa es una chica de buen corazón y te ama con locura. Sabes, muy dentro de ti, cuál es su respuesta, así que no debes temer a nada. Sé feliz, más de lo que ya eres a su lado, Karim.

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