•Capítulo 19•

3.5K 327 13
                                    

Noa

No han sido días maravillosos luego de ese momento que he tratado de borrar de mi mente, pero hoy el sol parece haber opacado ese miedo que sentí y todo lo que pasé en pocas semanas. Ahora estoy más tranquila, aun así, los recuerdos me atacan cuando menos me lo espero.

Debo admitir que pensé que luego de ese día no volvería a saber nada del Sr. Karim. Pensé que no quería que trabajara más para él, lo que me tenía muy preocupada ya que necesito el dinero para seguir pagando las medicinas de mi abuelo. Aunque su madre me dijo que ella se haría cargo de todo, no me sentí cómoda con ese hecho.

Luego de lo que sucedió con esa loca destornillada, ahora que la Sra. Leroy me dijo eso, por más buena persona que se vea, me genera cierta desconfianza su amabilidad. No cualquiera te dice que va a hacerse cargo de gastos médicos y todo lo que necesitemos de la noche a la mañana y sin pedir nada a cambio.

No quiero mal pensar, pero es inevitable no sentir que hay algo más en el trasfondo de sus palabras. O puede que me esté equivocando, después de todo, ella es una señora muy amable, que se preocupó cada día por mí y mi abuelo mientras nos quedamos en su casa.

«Es como su hijo, de buen corazón y sin ninguna maldad», pensé y sacudí la cabeza con fuerza.

Karim puede ser la viva imagen de su padre, pero es tan bueno como su madre. Parece mentira que una persona sea tan de buenos sentimientos, más no imposible, ¿verdad?

Pensé que anoche en la cena me diría que no había más trabajo para mí, más me sorprendió que me dijera que fuera a su empresa. ¿Qué trabajo puede ofrecerme en aquel lugar? No soy una chica con estudios ni experiencia, por lo que no puedo ilusionarme con un gran puesto. Además, trabajaré lo que más pueda para pagar las medicinas de mi abuelo y estudiaré para tener un mejor cargo en el futuro.

Le pedí a Margarita que estuviera con mi abuelo y ella encantada aceptó. Es una señora un par de años más joven que mi abuelo, pero es un amor de persona y desde hace años son muy buenos amigos.

No sabía qué usar para ir a la empresa, por lo que me puse un traje negro de dos piezas que me prestó la hija menor de Margarita para ir. No diría nada bueno de mi persona si me presentaba con mis pantalones desgastados y en tenis a una empresa tan fina coma la del Sr. Karim.

•••

La primera vez que puse un pie en esta empresa estaba tan emocionada por ver a mi abuelo que no le presté atención a nada del lugar. Es una empresa muy grande y lujosa, además de que hay una gran cantidad de personal moviéndose de un lado a otro con prisas.

—Buenos días, Srta. Michel —su secretaria me recibió con una enorme sonrisa—. El Sr. Leroy se encuentra ahora mismo en una junta con los jefes de los departamentos de la empresa, y me pidió que si se presentaba, le dijera que lo podía esperar en su oficina.

—Oh, no hace falta. Yo puedo esperar aquí hasta que él salga.

—Si mi jefe sale y la encuentra aquí, me va a ir muy mal. Aunque el Sr. Leroy se ve buena gente, la verdad es todo lo contrario cuando desobedecen sus órdenes.

—Está bien, lo esperaré en su oficina —sonreí tras la mentira de la mujer.

La oficina del Sr. Karim queda en el último piso de este inmenso edificio, por lo que cuenta con una panorámica preciosa de toda la ciudad. Si la mañana que está un poco nublada se ve hermosa, imagino como debe verse un atardecer y un amanecer desde aquí y una sonrisa se implanta en mis labios.

Me perdí en recuerdos de mi niñez, de cuando mis padres aún tenían vida y éramos una familia grande y feliz. Ver el cielo teñirse de gris es como revivir ese momento en el que mi familia se desvaneció y todos los planes que teníamos en la vida se destruyeron.

La desgracia siempre ha hecho parte de mí, es como si estuviera ligada a ser infeliz para toda la vida.

¿Podré tener todo lo que un día soñé? Quisiera poder darle lo mejor a mi abuelo y que mi hermano estuviera aquí a mi lado, pero eso parece ser un gran pedido para el cielo.

Mis abuelos no me enseñaron a rendirme ante los baches que se me presenten en el camino ni mucho menos a perder la fe. Hay que seguir caminando por ese sendero que nos lleve a la felicidad y lo que tanto deseamos. Quizas pronto llegue la recompensa que tanto nos merecemos, porque malas personas no hemos sido.

Limpié mis lágrimas y le agradecí a Dios por darme una oportunidad más de vida, a mis padres por ser mi mayor motivación desde allá arriba y a mi abuela por darme esa fuerza para no caer. Aunque estemos separados, de corazón seguimos unidos; y las familias unidas no las separan ni la distancia ni las desgracias.

—Buenos días, Noa —escuché su voz y me giré con una sonrisa en los labios, la cual fue de vuelta por una radiante suya—. No esperé que fueras a venir temprano y ayer estaba tan sumido en mis pensamientos que olvidé decirte a qué horas podías asistir. Espero que no hayas tenido que esperar mucho.

—Buenos días, Sr. Karim. No te preocupes. Entiendo que eres un hombre ocupado. Y no esperé tanto, bueno, por lo menos viendo esta hermosa vista se me hizo corto el tiempo.

—Toma lugar, por favor. Seré breve porque tengo un compromiso en una hora —hice lo que me pidió en completo silencio—. Tengo una vacante disponible como mi secretaria.

—Pero ¿y la Srta. Liz?

—Ella seguirá siendo mi secretaria, pero ahora con la cantidad de trabajo que se me vino encima, necesito una persona más. Hacer una entrevista ahora mismo es una perdida de tiempo, además de que cuento con muy poco. Confío en ti, Noa, así que no veo por qué no puedas ser mi secretaria. 

—Pero yo no sé cómo hacer un trabajo tan importante y grande como esos.

Una sonrisa se dibujó en sus labios.

—No te preocupes, yo te voy a orientar en todo al igual que Liz —miró su teléfono que sonó—. Ahora mismo no tenemos tiempo para firmar el contrato, pero en la tarde cuando todo el ajetreo haya acabado, te indicaré cada una de tus funciones. Ahora bien, todavía tenemos tiempo, por lo que alcanzamos a comprar un traje adecuado para ti. De ahora en adelante me acompañarás a todas las reuniones que tenga fuera de la empresa.

—Pero...

—En el camino te explicaré todo —tomó un maletín del suelo y se dirigió a la puerta—. Vamos, Noa.

Le seguí el paso ligero, en silencio y sin poder creer lo que me acababa de decir. ¿En serio seré su secretaria? Dios mío, no puedo creerme esto. Yo juré a moco que le serviría café e Incluso que ayudaría en la limpieza de la empresa, no que me daría un puesto de trabajo tan importante ni mucho menos que tendría que estar a su lado.

Cautivo[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora