•Capítulo 14•

3.6K 347 12
                                    

En cuanto llegué a la casa, un silencio sepulcral me recibió. No había nadie por ningún lado, ni siquiera los guardias de seguridad de la entrada, lo que me dio muy mala espina. Todavía tengo toda esa información que me dio el detective Francois dando vueltas en mi cabeza sin parar. Me es difícil de creer lo que encontró, pero más que yo no me hubiese dado cuenta de nada.

Recorrí la casa hasta llegar a la habitación de Noa, pero en lugar de encontrarla a ella, Agatha me recibió con una vaga sonrisa en los labios.

—Llegas a casa temprano, esposito —se cruzó de piernas y fumó pausadamente de su cigarro—. ¿Qué te trae por aquí?

—Deja de jugar. ¿Dónde está Noa?

—No se veía nada bien, por lo que decidí llevarla a un lugar donde estuviera a salvo. No queremos que nuestra gallinita de oro se muera, ¿o sí?

—No colmes mi paciencia y dime dónde la llevaste. Si hay alguien con quién debas desahogar todo tu odio es conmigo, no con ella.

Su mirada se oscureció en cuestión de segundos.

—¿Así de mucho te importa la chica?

—Ella no tiene velas en este entierro.

—Así es la vida. Muchos inocentes no tienen la culpa y, aun así, a otros no les importa pasarles por encima sin ningún tipo de remordimiento.

—No seas como ellos. Tú en el fondo eres buena persona.

Soltó una descabellada risa.

—Ni tú mismo te crees esas palabras, cuando toda la vida te he tratado como la mierda que eres y nadie siquiera le gustaría llevar en los zapatos —tiró el cigarro al suelo y lo apagó con su tacón—. No le hagas tiempo al detective, que mis hombres ya se harán cargo de ese payaso y de tu querido padre.

—No le hagas daño a personas que no tienen que ver en esto, Agatha.

—Sera mejor que guardes silencio o te llevaré a ti por delante de todos —sacó un arma de detrás de su pantalón y me apuntó directamente con ella, paralizándome por completo—. Y eso no sería justo, porque tú debes vivir el mismo infierno que pasé por años a tu lado —me indicó la salida con el arma de fuego—. Camina y no hagas nada estúpido.

Caminé por delante de ella como lo pidió y mis manos no dejaban de temblar. Debo pensar con claridad y hacer todo lo que me pida hasta no saber que Noa se encuentra bien. Sé que mi padre se sabe cuidar al igual que el detective, pero ella no. Noa no tiene por qué estar involucrada en toda esta situación.

Me hizo subir en su auto y de repente todos sus hombres de seguridad aparecieron de la nada. No dije ni una sola palabra durante el recorrido en el auto, pues trataba de pensar en la manera de llevarme a Noa muy lejos de ella en cuanto tuviera la oportunidad. Me siento tan culpable de haberla involucrado sin pensar un poco más en su seguridad y bienestar.

Llegamos a su casa de campo en el medio del bosque. Este lugar es tan desolado como los cementerios. La casa está ubicada en medio de la nada, todo con el fin de no molestar ni ser molestado. Parece tenerlo todo muy planeado.

Uno de sus hombres me llevó hacia la parte trasera de la casa y me percaté que me guiaba a una caballeriza. La casa e incluso unos kilómetros por la carretera habían hombres de seguridad regados por ella. Tiene muy bien vigilado el lugar, por lo que es difícil entrar como si nada.

Antes de entrar a la caballeriza, me quitaron mi teléfono y todas mis pertenecías de mano.

—Feliz estadía, Sr. Leroy —me empujó al interior de la caballeriza y caí de lleno en el suelo.

Ignoré el dolor en el cuerpo y recorrí el lugar lentamente sin poder creer lo que mis ojos veían. No solo Noa estaba inconsciente y amarrada, también se encontraba la madre de Agatha y el hombre que en el informe era el padre de su hijo y con el que pensaba casarse. Supongo que ellos son parte fundamental de su venganza, pero Noa no debería estar aquí. Ella no le hizo ningún mal como para que le haga este tipo de cosas.

—Noa —llegué hasta ella y la tomé entre mis brazos—. Despierta, por favor.

No hubo respuesta alguna de su parte por más que la moví y golpeé su mejilla con algo de fuerza. Se veía muy pálida y parecía estar en un profundo sueño. ¿Qué fue lo que le hizo? ¿Qué le dio? ¿Por qué no despierta? ¿Cuánto tiempo lleva inconsciente?

—Oh, pero qué lindo —Agatha entró al establo y apreté a Noa contra mi pecho—. Le agarraste cariño a esa muñequita muy rápido, ¿no?

—Déjala ir. Aquí ya estamos los que tanto daño te hicimos. Ella sobra aquí.

—Pero si esa dulce muñequita es la cereza del pastel —sonrió torcido—. Si te sigues preocupando así por ella, voy a empezar a creer que de verdad te importa y que, después de todo, no estaban fingiendo tener un amorío.

—No confundas las cosas. Ella es inocente, no te ha hecho nada en la vida como para que le hagas daño.

—Eres desesperante, Karim —se cubrió los oídos y sacudió la cabeza con fuerza—. Quiero dejar de escuchar tu maldita voz para siempre. No te haces una idea lo que he esperado para que llegue este momento. Nadie, ni siquiera una tonta e ingenua niña hará que cambie de parecer. Todos, absolutamente todos van a recibir su merecido castigo. Pagarán caro las lágrimas que derramé y todo el infierno que me hicieron pasar por tanto tiempo.

Cautivo[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora