•Capítulo 26•

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Desperté por el ruido insistente y molesto de mi teléfono. A tientas lo saqué del bolsillo de mi pantalón y me giré en la cama con los ojos cerrados debido al dolor de cabeza que presentaba.

—¿Sí?

—¿Dónde demonios estás, Karim?

—No hables tan fuerte, ¿sí? —me quejé—. Estaba durmiendo. ¿Qué quieres?

Alexandre soltó una sarta de groserías en portugués antes de recordarme de la maldita reunión que tenía hace dos horas con la constructora. Y, como ninguno de nosotros se presentó, la pospusieron para dentro de tres días, lo que retrasaría la obra de los tres hoteles.

—Hablaré con la constructora. Lo siento, Alex. Sé que esto es muy importante para ti.

Suspiró profundamente, tomando una calma que no siente. No es para menos que esté molesto, pues llevaba mucho tiempo esperando este momento.

—Supongo que, para fallar por primera vez en tu intachable hoja de vida, es porque pasó algo importante, ¿no? ¿Qué te sucedió, Karim? Eres el tipo más responsable que pueda existir en este puto mundo.

Me levanté de la cama como resorte al recordar mi metida de pata de anoche, soportando el dolor que sentí en la cabeza y esas inmensas ganas de ir a vomitar. Sentía la boca seca y amarga. Agradecía a los cielos que no entrara ni un solo rayo de sol por las ventanas, porque ni siquiera en la oscuridad la cabeza me dejaba de doler.

—Que no sucedió —cubrí mi rostro con mi mano libre—. Metí la pata hasta el fondo, Alex.

—¿Qué hiciste? —se oía curioso.

—Invité a cenar a Noa y lo arruiné todo.

—¿La invitaste a cenar? Vaya, no hay nada de nuevo en eso. Te estabas tardando con esa garota —se burló—. ¿Le dijiste que te pone a mil? Oh, no, ya sé. Le propusiste matrimonio porque ya imaginaste una familia feliz con ella.

—No molestes, Alexandre. No le dije nada de eso. ¿Qué tipo de hombre me crees? Además, con ella no me he idealizado nada. Fue todo un error decirte que Noa me atraía —bufé—. Terminé ebrio y diciéndole que me gustaba y no sé qué cosas más.

—¿Y qué te respondió esa belleza?

—No me respondió nada —me tiré de espaldas a la cama y suspiré—. Bueno, de momento no recuerdo que me haya dicho algo sobre mi intento de declaración.

—¿Al menos hubo acción?

Sonreí al recordar ese beso tan apasionado que le robé. Sus labios son tan suaves y exquisitos, todavía los siento sobre los míos.  Si ella no me hubiera detenido a tiempo, probablemente hubiera sucedido de todo entre nosotros.

—Te la cogiste, hijo de puta —lo dio por hecho.

—¡¿Qué mierda te pasa?! Por supuesto que no. Jamás tendría sexo estando ebrio. No ese tipo de hombre que va a la cama con cualquier mujer.

—Lo sé, eres muy aburrido como para dejarte llevar por un buen momento y una delicia. No tienes más opción que darle cara a tu linda garota y preguntarle si te corresponde o no. Si te dice que no le interesas, avísame para invitarla a mi cama.

—No te quiero cerca de Noa, Alexandre.

—Eso lo decide ella, no tú —su asistente interrumpió sus palabras —. Soluciona lo de la constructora cuanto antes.

—Lo haré.

Colgó la llamada y suspiré, golpeando mi frente con el teléfono.

¿Qué fue lo que hice anoche? Hice el ridículo con Noa. Ahora mismo debe estar pensando lo peor de mí y no la culpo, si es que me comporté como un reverendo imbécil. Aunque debo admitir que probar sus labios y darle forma a su boca con la mía valió la pena.

Cautivo[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora