Capítulo IV

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Candy reaccionó hasta que a Terry también le ponían las esposas, dio la media vuelta y comenzó a correr, sin ser vista por los militares alemanes, la rubia se dio cuenta de que a tan sólo unos cuantos metros se encontraban las monjas, por lo que corrió lo más aprisa que sus piernas le permitían, cuando de pronto, una persona la interceptó, paró en seco, era el teniente que había escuchado todo lo platicado entre Terry y Frank.

El teniente Whilhalm se rió y le mostró unas esposas, por lo que ella reaccionó dándole una patada en la espinilla y aprovechando el dolor de aquel puntapié, corrió hacia el barco de las hermanas, tan rápido y tan distraída iba que al subir a éste, no se fijó en el palo mayor que estaba a su paso, con el cual tropezó para después de sentir un gran dolor, desmayarse a causa del golpe. Whilhalm fue encontrado tirado en el piso por otro de los suyos y al decirle por dónde había huido la criminal que faltaba, fue en su búsqueda; a unos cuantos metros la encontró desmayada en un barco escocés, asomándose con mucha precaución y en tan sólo segundos se arrodilló ante la rubia, colocando ambas manos en su espalda y listo para esposarlas, todo ello sin percatarse que detrás de él se acercaba otra persona.

- Perdone, pero mi invitada no desea ser molestada, por lo que ve su torpeza la ha llevado a pegarse nuevamente con el palo mayor... - refirió el dueño del barco.

- ¿Su invitada? ¿Está seguro? ¡Creo más bien que pertenece a una banda de criminales...! – refirió el cabo en un mal pronunciado inglés.

- ¡Criminales ha dicho! ¿Eso es lo que usted piensa? ¿Qué criminal piensa que viene con uniforme? – soltó una carcajada al observar como el cabo miró extrañado a la rubia

- ¿Uniforme? ¿Cuál uniforme? – preguntó el cabo sin entender a que se refería el hombre.

- ¡Me sorprende que no conozca el colegio privado al que pertenece! ¡Todos en Inglaterra saben que ese uniforme es de Londres y ahí asisten los hijos de muchos personajes ricos! – explicó con entusiasmo el visitante.

- Es de un ¿colegio privado? Bueno entonces no es una criminal, ¿verdad? – el cabo guardo las esposas y se quedó pensativo.

- ¡Por supuesto que no! Ahora si me permite, tengo que llevarla a la enfermería, ésta niña no aprende – después de negarlo, se arrodilló y comenzó a levantar a la rubia para llevarla adentro.

- Permiso, seguiré con mi búsqueda – lo mismo hizo el cabo, se despidió y comenzó a correr hacia los demás.

- Pase usted. ¿En qué estarás metida? Sin duda no eres a quién buscan, ¿quién no conoce el uniforme del Real Colegio San Pablo? ¿De qué familia serás? – se preguntaba mientras el rostro de Candy se llenaba de sangre por el corte hecho con el palo mayor, el visitante la llevó a su camarote.

- Señor, ¿quién es ella? – el maestre le cuestionó por el visitante, asombrado porque raramente su patrón había cargado algo que pesaba más que una silla.

- ¡No lo sé! Pero mira, ahí está su maleta, tráela a mi camarote y lo averiguaremos – le ordenó y dándose la vuelta se apresuró a dejarla sobre su cama.

- ¡Sí señor, enseguida! – el maestre obedeció y caminó hasta la pesada maleta, jalándola hasta llevarla al camarote indicado.

Al ser depositada en la cama del duque Lemarque y mientras el médico personal la revisaba y curaba la pequeña cortada que Candy tenía en la frente, el maestre había dado la orden de iniciar la travesía hasta África, lugar donde vería a Pierre Lemarque, hijo del Duque Emanuelle Lemarque. Mientras esto sucedía, el médico revisaba la maleta que Candy portaba, encontrando el por qué del peso de la misma, apenas había abierto la valija, un animal saltó y gruñó cuando se dirigió a su dueña, la cual estaba desmayada y el parecía deshidratado, el médico señaló que le acercaran un bebedero y al mismo tiempo siguió buscando, entre la ropa y cambios para varios días las cartas a nombre de Candice White Andley, sorprendiéndolos tanto al medico como al duque que una integrante haya sido confundida con una criminal por lo que se aventuraron a comunicarse con alguien en el susodicho colegio.

Pasión AfricanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora